BUENOS AIRES -- Un acto de justicia. Eso es lo que necesita Carlos Tevez en la Selección nacional. En el Mundial de Brasil 2014, Alejandro Sabella lo dejó afuera de manera injusta y sin argumentos futbolísticos.
Era un secreto a voces que el DT priorizó darle todo el protagonismo a Lionel Messi y Carlitos, con su carisma y su desfachatez, opacaba a la estrella del Barcelona.
Tras el subcampeonato mundialista quedó en claro que Messi no respondió como se esperaba de él: estuvo lejos de ser el jugador desequilibrante del Barcelona. Y lo que es peor, ni Agüero ni Higuaín, estuvieron a la altura del ex Boca y mucho menos de una Copa del Mundo.
El Kun no marcó ningún gol en el torneo y lució fuera de forma; Higuaín, también de flojo certamen, hizo apenas un tanto y se perdió otro increíble en la final ante Alemania, algo que sin dudas hubiera cambiado el desarrollo del partido.
Gerardo Martino inició una nueva etapa y después de jugar al misterio por unos meses, no tuvo más remedio que convocar al goleador de la Juventus.
Pero está claro que en su consideración, en la disputa por la casaca número 9 (para el técnico los tres deben jugar de centrodelanteros), Tevez parte desde muy atrás. Al menos hasta la fecha, Agüero es titular e Higuaín se presenta como el primer suplente. De hecho, sería el Pipita el que arranque en lugar del Kun ante Jamaica.
Es cierto, en la selección en general y en lo que se lleva jugado de esta Copa América en particular, Tevez rindió poco. Entró en los dos partidos (ante Paraguay y Uruguay) en el segundo tiempo y fue intrascendente, le costó meterse en el juego.
También es cierto, tuvo que ingresar en los peores momentos, cuando la Selección estaba siendo desbordada por sus rivales. Ante Paraguay, Carlitos reemplazó a Pastore, en una posición que no es la más cómoda para él. Higuaín, en cambio, entró por Agüero y se paró de 9.
Contra Uruguay, jugó los ocho minutos finales… ¿qué se le puede exigir? Sin dudas, Carlitos necesita continuidad.
Tevez es un ejemplo: siempre mostró orgullo en vestir la casaca argentina y pese al menoscabo al que fue sometido por la mayoría de los técnicos, nunca puso en duda su deseo de jugar con la celeste y blanca, jamás optó por el escándalo ni por ubicarse en el lugar de víctima.
Puede decirse que por carisma, por simpatía, por lo que transmite, por su origen humilde, porque la peleó desde chico, por lo que representó en cada uno de los clubes en lo que jugó y por el presente futbolístico, el Apache es el jugador más querido de esta selección.
Un jugador que pone el alma siempre, jugando bien o mal, y como lo está demostrando por estos días con su inminente regreso a Boca, prioriza el corazón y los sentimientos a los millones que le ofrecen desde Europa.
Agüero e Higuaín ya tuvieron su chance en el último Mundial. Y defraudaron. Es hora de que Carlitos, el jugador del pueblo, tenga su oportunidad.