Nicolás Baier 9y

Clima de fiesta

VIÑA DEL MAR (Enviado especial) -- “Que los cumplas, Pastore, que los cumplas feliz”.

El canto de un grupo de hinchas se escuchó durante Argentina-Jamaica, en un primer tiempo que dio para todo.

Como contra Bosnia y Herzegovina en el Mundial, Marcos Rojo regaló una rabona. Esta vez no para defender, sino para enviar un centro por izquierda que lo transformó en TT en Twitter.

En otro deja vu de Brasil 2014, Gonzalo Higuaín chocó con el arquero Miller e hizo recordar el cruce con Manuel Neuer el 13J en Río de Janeiro. Pero Pipita se levantó rápido y a los 10 del 1º tiempo aguantó de espaldas el pase al medio de Di María por izquierda y la metió de media vuelta. Parecía el primero de muchos.

Cuando la diferencia ya era abrumadora y la Albiceleste hacía correr la pelota, un hincha argentino gritó en pleno silencio: “¡Vamos Jamaicaaaaaaaa!”. Hubo aplausos. Schafer ya no volvió a mostrar su clara caballera en esa primera mitad.

Mientras tanto, la pantalla del estadio Sausalito mostraba cómo Ezequiel Lavezzi y Carlos Tevez se mataban de risa en el banco. Seguramente alguna broma del Pocho...

Ya en el complemento, Lance Laing pateó un penal de rugby. La gente pidió a Tevez y Pautasso (¿o Martino desde el palco?) le dio el gusto.

Ni subestimación, ni soberbia. Verlo demasiado fácil tal vez relajó inconscientemente a los jugadores argentinos. Probablemente falló la concentración. Una falencia ya exhibida en el debut contra Paraguay. La lógica indica que no debería volver a ocurrir en un trámite más exigente durante la fase final.

Jamaica se agrandó. De repente se escucharon algunos “ole” con un par de lujos caribeños. Chiquito Romero no tuvo que esforzarse, pero es fácil imaginar lo mal que la pasó Tata Martino a distancia en el segundo tiempo.

A lo que en principio pareció una práctica televisada sólo le faltó el gol de Messi en su partido 100 con la Selección. Apenas terminó el encuentro, el jamaiquino Deshorn Brown corrió a buscar su teléfono y se sacó una selfie con La Pulga.

Una situación insólita que coronó el clima de fiesta.

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