<
>

En 365 días, la imagen y condición de M. Herrera cambiaron radicalmente

Getty Images

MÉXICO -- Exactamente hace un año, Miguel Herrera acaparaba los titulares de la prensa y las portadas alrededor del Mundial Brasil 2014 al conseguir un triunfo lleno de gloria en la última jornada de fase de grupos, 3-1 contra Croacia, para clasificar sin duda alguna --y de forma invicta-- a los Octavos de Final.

Herrera se postraba como un héroe, el salvador que asumió las riendas del Tri y tomó el repechaje mundialista por los cuernos. Llevó a sus jugadores y dominó a Nueva Zelanda. Venció a Camerún, sacó un empate histórico contra Brasil y, el 23 de junio del 2014, vio un partido prácticamente impecable de sus muchachos para avanzar con el ánimo a tope a la instancia de eliminación.

Medios europeos publicaban su lista de "memes", galerías de fotos y razones por las cuales Herrera "debe ser tu persona favorita en el Mundial". Su imagen, sobreexpuesta, lejos de incomodar motivaba la sonrisa. Incluso, cuando Holanda amargó el sueño mexicano de los Cuartos de Final, gran parte de la afición y seguidores del Tri se aferró del "No Era Penal" y defendió la causa de Herrera. De forma más importante, los dueños y dirigentes lo respaldaron y apostaron por su proyecto al mediano plazo.

El riesgo parecía mínimo. La tendencia de subir al técnico de "moda" en la liga doméstica no los llevó a Cuartos de Final de la justa mundialista pero dejó un gran sabor de boca. Los duelos amistosos desplegaron una nueva filosofía y nada le salió mal a Herrera desde que la selección tomó el vuelo de regreso desde Brasil. Al punto de hallar "venganza" ante Holanda, como visitante y con ayuda de Carlos Vela, el hijo pródigo que le aceptó la playera al "Piojo".

El proyecto era sólido --probablemente lo siga siendo-- pero los focos rojos no tardaron en encenderse. De la misma forma que salió de América, culpando a los árbitros por la derrota ante León en una final, el rostro de Miguel comenzó a mutar y, llegado el mes de junio del 2015, los festejos exacerbados se cambiaron por las miradas serias, los reclamos y las justificaciones incesantes. Un triunfo amistoso ante Guatemala abrió la puerta al espiral del desastre, y comenzó la debacle sudamericana: Bolivia, Chile y Ecuador.

México nos recordó la hazaña de Fortaleza cuando empató con el anfitrión de la Copa, Chile, y animó sus posibilidades de clasificar a Cuartos de Final tras empatar, de forma decepcionante, contra Bolivia. Vicente Matías era el héroe. El inesperado que te salva y pone una 'palomita' a la decisión de Herrera por llamarlo. Era el aroma mundialista. Se volvía a respirar un ambiente todopoderoso, como si hubieses vuelto a vencer a Croacia.

Pero un año después, ya no eras el técnico salvador. Ya habías tuiteado --irrelevante para muchos, crucial para la mayoría--, ya no te enfocaban con tanta frecuencia para ver el rostro expresivo del festejo. Ahora sólo era el gesto desencajado. La derrota contra Ecuador borró de manera absoluta las sonrisas, la satisfacción de avanzar a Octavos de Final y la "piojomanía".

Sólo pasaron 365 días. Y hoy, Miguel Herrera está contra las cuerdas en el cuadrilátero de la opinión pública.