<
>

Morales y Vargas: futuro en envite

El envite es "la apuesta que se hace en algunos juegos de azar". También el diccionario reconoce a esta palabra como un empujón o embestida y lo define como un "avance que se realiza de golpe en algo". Todos los sinónimos o definiciones, parece que calzan como anillo al dedo a la repentina sociedad de Erik Morales y Jessie Vargas. Los dos se juegan este sábado, en un envite, el futuro de sus carreras. Y la gran duda, en lo previo, es saber si con esa jugada le erran o le aciertan.

Vargas ha sido un invicto y sólido campeón súper ligero, el cual, no obstante, siempre dejó la impresión de que le faltó graduarse en alguna materia. Tal vez, le quedaron rivales por enfrentar o no se probó realmente frente a los que enfrentó. Bradley parece ser esa prueba que su ascenso estaba reclamando y el premio (el título welter interino OMB) es una meta muy alta, ya que alcanzarla significa entrar de una vez a las grandes ligas del boxeo. Pero, ¿tiene realmente Vargas posibilidades de vencer a Bradley?

El boxeo está lleno de especulaciones y predicciones sustentadas en la teoría de lo posible, pero a la hora de la verdad, ganar o perder depende de momentos, de aciertos o errores, de estados anímicos, de condiciones físicas y estrategias coherentes. Vargas puede ganar o perder de acuerdo con todos esos tópicos, excepto en el último. Es imposible predecir algo con relación a su posible estrategia y ella afirmación tiene un solo nombre: Erik Morales.

Morales ha sido un campeón histórico, un hombre que dejo huella en la cúspide del boxeo y cada una de sus hazañas o derrotas están grabadas a fuego en la memoria de los fanáticos. Sin embargo, nada existe en su pasado como entrenador. Su desempeño en la elaboración de un plan adecuado, su capacidad de mejorar el desempeño de un pupilo, su inteligencia para analizar al rival, su talento para mejorar la concentración mental de Jessie Vargas, todo, todo, hoy es una enorme incógnita. Cuando no existe pasado, es imposible imaginar un presente y menos un futuro. Y Morales no tiene pasado como entrenador.

¿Se equivocó, entonces, Jessie Vargas? Tampoco es imposible vaticinar que se haya equivocado, pero es evidente que ha tomado un riesgo tan grande, que más que elegir a un entrenador con certeza, Vargas ha decidido apostar por una incerteza, esperando que la magia histórica de su ídolo compense todos los errores que se puedan cometer en la planificación de la batalla más importante de su carrera.

Y la apuesta ocurrirá frente al más complicado de todos los rivales que pueda tener hoy, cualquier peso welter en la elite del boxeo mundial. Timothy Bradley es un púgil que domina todas las herramientas del boxeo que prioriza la victoria por encima del espectáculo, pero que ha probado también ser bueno a la hora de fajarse, si el trámite del pleito le obliga a recurrir al intercambio franco.

Bradley es un welter natural, es asimilador, es astuto, es rápido y si consideramos que le falta pegada, como la materia de mala nota en su curriculum, no debemos olvidar que ya en 140 libras, Vargas tampoco ha sido un dechado de virtudes en el rubro golpeo.

Es natural imaginar que la pelea se va tranquilamente hasta los 12 asaltos. Sin duda veremos a un Timothy Bradley soltando buena metralla, sin parar de moverse y manejando con su experiencia la cantidad necesaria de golpes que suman en las tarjetas de los jueces. Vargas no será totalmente agresivo, según lo dijo Erik Morales. Habrá momentos en que pondrá presión, pero también desea que Vargas, por momentos, lo espere, tratando de cazarlo con el contragolpe.

¿Precaución? ¿Temores? ¿Dudas sobre la condición de Vargas en una división diferente? Es posible que así sea. El propio Morales aceptó que su pupilo puede intentar escribir su historia en 147 libras, pero también puede regresar a las 140 libras donde ha logrado tres defensas de título exitosas.

El desempeño de Jessie Vargas es una incógnita y es obvio que su llegada a los welter obedece a la puerta abierta de una oportunidad. Una oportunidad aprovechada, pero también una oportunidad que no nació del proceso natural de todo campeón que va subiendo paso a paso, división por división buscando sumar títulos a su historia sin apresurar los tiempos.

Buscar la gloria de esa manera, para Vargas es una aventura a la que le faltan condimentos apropiados. A la inseguridad que transmite sobre su posible rendimiento, suma la salida de su esquina de un ex campeón (Roy Jones Jr.) que aún no ha logrado triunfar como entrenador y con apenas cuatro semanas de tiempo para preparar la pelea, llama a otro ex campeón que ni siquiera puede ser considerado un entrenador consolidado como tal.

No hay dudas, que como si fuera un juego de azar, Jessie Vargas y Erik Morales, se juegan el futuro en un solo envite y ojalá que sus cartas, sean mejores que las de Timothy Bradley.