<
>

Un gesto político

BUENOS AIRES -- Todo empezó con un coqueteo de Tevez desde la lejana Italia, donde, para variar, se convirtió rápido en ídolo gracias a su impronta ganadora.

Exitoso, rico y con un jugoso contrato por delante, Carlitos deslizaba su intención de regresar a Boca. Sonaba extraño, inverosímil.

Sin embargo, sucedió. Juventus acaba de confirmar que llegó a un arreglo con Boca para liberar al futbolista, quien el mes que viene ya lucirá de nuevo la camiseta del equipo del que siempre fue hincha.

Se ve que, incluso fuera de las novelas y el cine, la vuelta al barrio es un tópico fuerte en la vida de las almas itinerantes.

Tevez ganará fortunas en Boca, claro. De lo contrario, se ahorraría el viaje. Pero en Italia o en cualquiera plaza de baja exigencia dentro de Europa cobraría mucho más.

La repatriación del Apache es la última apuesta del presidente Daniel Angelici para seducir al electorado que deberá expresarse a fin de año.

Con una gestión pobre en logros deportivos (sólo una Copa Argentina en 2012), el gobierno de Angelici depositó sus expectativas en la presente temporada, para la que reforzó el plantel según los pedidos del técnico.

La Copa Libertadores brillaba en el horizonte como la gran zanahoria. Pero el papelón del gas pimienta, que para colmo reveló la relación amigable de la dirigencia y los pesados de la tribuna, apartó a Boca de la competencia. Temprano y nada menos que frente a River.

El delfín de Mauricio Macri, deseoso de levantar la puntería en vista de la votación de diciembre, encontró en Tevez, uno de los fetiches históricos de la hinchada, la tabla de salvación.

Entonces habrá presentación a gran escala, en la Bombonera, además de un persistente ruido publicitario. Tevez es casi lo único que tiene Angelici para ofrecerles a los socios.

Por eso viajó personalmente a Italia para forzar el acuerdo y pulir los detalles. Por eso entregó a Vadalá como parte de la operación y cedió la prioridad a Juventus sobre otros dos juveniles.

Por lo demás, el resarcimiento al club italiano, con el que Tevez firmó un vínculo hasta 2016, ronda, según las distintas apreciaciones ventiladas por los diarios, entre tres y cinco millones de euros.

Dentro de los volúmenes demenciales de dinero que circulan alegremente en el fútbol, no parece una fortuna. Se trata de una estrella. Pero si sumamos a estas erogaciones el contrato del crack, la sangría se torna de cuidado para una economía –la de Boca– que discurre en pesos.

Alguna vez, el propio Angelici juzgó astronómico e inaceptable el salario que se le iba a pagar a Riquelme. Por entonces era tesorero y aquel gesto significó la enemistad de por vida con el futbolista más popular en la historia del club.

Se ve que aprendió la lección y ahora no escatima la chequera. Supone que el efecto político de semejante movida justifica la inversión.

Atento a lo que considera un despilfarro, el abogado Gregorio Dalbón, querellante por los hechos de violencia ocurridos en la Bombonera el 14 de mayo, gestiona una medida judicial para frenar la operación.

Dalbón argumenta que Boca (o Angelici, es lo mismo) debe pagar primero la multa a la Conmebol e indemnizar tanto a los plateístas que no pudieron utilizar su butaca por la suspensión del estadio como a cada uno de los presentes aquella noche de Copa “por haber sido expuesta su seguridad”.

Se descuenta que, cebado como está con su reciente conquista en el mercado de pases, el presidente de Boca negociará con quien cuadre para que Tevez aterrice sin rasguños en su hogar futbolístico luego de once años de ausencia.