Marly Rivera 9y

Carlos Beltrán aporta lo suyo

Nota del editor: Pueden ver la versión en inglés aquí.

Carlos Beltrán es un firme creyente en que cuando se habla de educar al futuro de la juventud en Puerto Rico, el fin siempre justifica los medios.

Y para el veterano de 18 años en Grandes Ligas, el béisbol siempre ha sido un medio para un fin.

Desde su primera temporada completa en la pelota profesional con los Reales de Kansas City en 1999, Beltrán decidió establecer una fundación enfocada en recaudar fondos a beneficio de entidades que promoviesen la educación y el deporte entre niños de escasos recursos, la Fundación Carlos Beltrán.

Una vez firmó su contrato con los Mets de Nueva York, Beltrán comenzó a donar un 10 por ciento de su salario a su fundación, pero junto a su esposa Jessica, decidieron que tenían que hacer algo más.

Fue entonces que comenzaron a soñar con la creación de una escuela donde la excelencia académica fuera de la mano del deporte y así ofrecerles a jovencitos puertorriqueños las oportunidades que el mismo Beltrán no tuvo en su propia niñez.

"En una conversación con mi esposa decidimos que queríamos hacer algo relacionado con la educación y decidimos crear una escuela donde hubiese una combinación de educación con béisbol", dijo Beltrán a ESPNDeportes.com.

"Muchos ven al béisbol sólo como una oportunidad para firmar como profesional, pero también te brinda otras oportunidades como venir a Estados Unidos, obtener una beca y continuar tus estudios. Sigues haciendo lo que amas pero tienes la oportunidad de educarte y prepararte por si el béisbol no funciona".

Fue un proceso arduo, repleto de burocracia, pero con la ayuda del municipio de la Florida y un extenso grupo de voluntarios, la Academia de Béisbol Carlos Beltrán abrió sus puertas el 18 de agosto de 2011.

"El proyecto lo presentamos a diferentes municipios en Puerto Rico y el que verdaderamente tuvo el interés y sintió el compromiso de verlo no como un proyecto mío, sino un proyecto que le pertenece a Puerto Rico, fue el municipio de Florida que nos donó unas tierras", dijo Beltrán con relación al pueblo colindante con su nativo Manatí.

"Fue mucho trabajo, mucho sacrificio y muchos voluntarios. Es un proyecto que lleva mi nombre, pero el impacto que tenemos es grande y es para todo Puerto Rico. Queremos ayudar a los jóvenes a tomar mejores decisiones y abrirles las puertas para un mejor futuro".

Beltrán indicó que cada año se gradúan cerca de 40 estudiantes de la Academia y que el cien por ciento se va a Estados Unidos a jugar béisbol y a continuar su educación, ya sea con becas universitarias o de colegios comunitarios.

Con apenas 13 peloteros puertorriqueños activos el Día Inaugural 2015, no cabe duda que el boricua confía en que el trabajo que se está haciendo en su Academia, al igual que en programar similares para cultivar talento en la isla caribeña, también tenga un impacto positivo en Grandes Ligas.

Pero a la vez es muy importante para Beltrán manejar las expectativas. La escuela es primeramente un centro de educación especializada, donde se utiliza la pasión por el deporte como motivación.

"Nuestro enfoque no es que un joven se convierta en jugador de Grandes Ligas. El que va a firmar, va a firmar", puntualizó. "Una vez salen de nuestra escuela, queda en sus manos que maximicen sus habilidades".

"A lo mejor a una persona le apasionan las artes, a otra le apasiona el deporte, entonces yo entiendo que debe haber escuelas para cada individuo y si entras por lo que te apasiona vas a estar motivado", agregó.

"Estamos tratando de brindarles a esos otros jóvenes que quizás no tienen ese talento de llegar a Grandes Ligas oportunidades para que puedan utilizar el béisbol para continuar sus estudios y hacerse profesionales en otras ramas".

La Fundación y la Academia de Béisbol Carlos Beltrán dependen no sólo de las aportaciones personales del jugador, sino también de donativos y de eventos para recaudar fondos.

"El desafío más grande es lograr que la escuela funcione. Ver que los muchachos estén desarrollándose y que vayan a cumplir sus metas", dijo Beltrán. "Tenemos un tremendo grupo de maestros, instructores y personas que trabajan en la escuela que están comprometidos. Mi esposa y yo como fundadores estamos completamente comprometidos con la escuela para que las cosas que sigan funcionando y lo hacemos de corazón".

El jardinero de 38 años, quien ha tenido hasta el momento dos temporadas de bajo rendimiento con los Yankees de Nueva York desde firmar un contrato de tres años y $45 millones a finales de 2013, entiende que su legado fuera del terreno es más importante que lo que pueda lograr en el béisbol.

Quizás el paso por Grandes Ligas del ocho veces Todos Estrellas, poseedor de tres guantes de oro y dos bates de plata, quedará en el olvido una vez pasen los años, pero un importante grupo de jóvenes y familias puertorriqueñas jamás olvidará el impacto que el compromiso de la familia Beltrán ha logrado en sus vidas.

"Me siento contento porque he aprovechado mi carrera como pelotero y he dejado un legado para los jóvenes que tienen los sueños que yo tuve cuando era joven", dijo el jardinero de los Yankees. "Se habla de que la juventud está perdida y que no toma buenas decisiones, pero muchas veces es porque no se les da la oportunidad. Los jóvenes necesitan motivación y con el béisbol les damos la motivación que necesitan para que ellos continúen".

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