<
>

Bajo el signo de Messi

La figura de Marcelo Bielsa facilita la relación entre los técnicos de Chile y Argentina.

Sampaoli es un admirador que roza el fanatismo. Grababa las charlas del Loco y las escuchaba, como si fuera música celestial, mientras hacía sus ejercicios aeróbicos. Martino, por su parte, brilló en Newell's con Bielsa como conductor e hizo sus primeras armas como DT bajo su inevitable influjo.

Con sus diferencias personales -por el énfasis, el técnico de Chile se asemeja más al maestro-, ambos pretenden de sus equipos posesión, protagonismo y, eventualmente, vértigo.

Podría pensarse entonces en un duelo especular en la final de la Copa América. Pero más allá de las pretensiones tácticas de los responsables, existe un plantel dispuesto a ejecutarlas y ahí residen las verdaderas distinciones.

Argentina cuenta con el mejor jugador del mundo, quien viene de un partido deslumbrante frente a Paraguay en la semifinal y es el responsable, según los medios allegados al cuartel chileno, de un plan especial por parte de Sampaoli.

Al parecer, Gary Medel -quien cumple como ninguno el lema de "jugar como un kamikaze" que ha pregonado el entrenador de la Roja- sería el designado para bailar con la más fea. Es decir, ocuparse de Messi.
Dentro de una defensa reforzada para la ocasión, Medel se desplazaría hacia la izquierda para merodear la zona donde el rosarino empieza sus obras de demolición.

Habría dos lugartenientes para esa tarea, dice la prensa chilena: Beausejour y el mismísimo Vidal. Entre las especulaciones previas, que pintan a un Sampaoli obsesionado con detener a Messi, también se habló de sacrificar a Valdivia.

De todos modos, si de verdad el hombre de Casilda aprendió algo de Bielsa, no incurrirá en estos cambios improvisados que se le adjudican y, más allá de los nombres que elija para disputar la final, no renunciará a su libreto. Veremos.

Sería interesante un duelo entre Messi y Medel. Aunque mover a este último, pilar de la zaga, acaso ocasione más problemas que ventajas.

Si Chile apuesta a sus armas conocidas, habrá un apasionante disputa por la pelota, recurso a partir del cual los dos equipos se hacen fuertes.

Será un partido para definir en la mitad de la cancha. Es allí donde Chile debe impedir la circulación de Argentina (no esperar que la pelota le llegue a Messi) y elaborar su juego de ataque para el que le sobran recursos.

Argentina, cuya única posible modificación es el regreso de Garay a la defensa, intentará replicar el excelente rendimiento de la semifinal. Un prodigio de precisión, velocidad y talento colectivo.

También aquí Messi se vuelve el eje de una decisión táctica. ¿Jugará volcado sobre la raya como en los primeros partidos o flotará libre y arrancará desde más atrás como lo hizo ante Paraguay?

En atención a que Chile estará en guardia con sus movimientos, es mejor darle aire, no recluirlo en el extremo del campo. Por lo demás, Leo ha demostrado -ante Paraguay, entre otras oportunidades- que el rol de armador le sienta bien y no le resta energía para pisar el área.

Una vez más, Messi se presenta como el centro de gravedad del espectáculo. Es razonable: la Copa América ha ratificado su lugar en lo más alto del fútbol. Él puede hacer la diferencia clave y así lo entienden propios y extraños. Argentinos y chilenos.