Nicolás Baier 9y

La coronación de la fiesta

SANTIAGO (Enviado especial) -- La imagen final es la coronación de la fiesta. Jugadores y cuerpo técnico de Chile haciendo delirar al estadio Nacional. Más de 40 mil hinchas flameando sus banderas entre la incredulidad y la emoción de la primera vez.

Enfrente, una Argentina derrotada. Obligada a subir al segundo lugar del podio por 2ª vez en un año. Con su peor versión en todo el certamen. Con una racha sin festejos que se extiende.

En la definición por penales, Mati Fernández la clavó del ángulo izquierdo, Messi la cruzó abajo, Romero casi detuvo el tiro de Vidal. El de Higuaín se fue a las nubes.

El potente derechazo Aránguiz puso el 3-1. Banega abrió el pie y Bravo adivinó la intención para atajar a su derecha. La frutilla del postre fue de Alexis Sánchez: se la picó a Romero.

Los equipos más ofensivos, los que siempre tuvieron el arco entre ceja y ceja, los que prometían un partidazo protagonizaron 120 minutos de un 0-0 con nervios, tensión y dramatismo. No tanto por la manera, sino por lo que estaba en juego.

Desde el minuto se despejaron las dudas: Chile salió a jugarle de igual a igual a Argentina. Con salida clara desde el fondo, tenencia del balón y con presión alta para recuperar rápido la pelota.

Jorge Valdivia empezó a desplegar rápido su magia. La pausa justa, el toque al pie, el pase que rompe líneas y agranda los espacios de ataque. Su esencia le jugó una mala pasada a los 8, cuando decidió tocarla en vez de rematar. Dos minutos después, Vidal tuvo la primera chance con una volea que Romero despejó con buenos reflejos.

La asfixia de la Roja era permanente. Argentina no tenía tiempo ni de pensar. Por eso tuvo que dividir tanto la pelota para un solitario Agüero. Y por eso se lo vio a Messi tan cerca del círculo central. De hecho, la primera intervención del crack de Barcelona a los 15 segundos fue de cabeza. Toda una señal.

De la zurda de Leo llegó la más clara de la Albiceleste. Tiro libre cerrado por derecha que obligó una enorme respuesta de Claudio Bravo. A los 25, Di María volvió a sufrir su karma con las finales. Una molestia muscular lo obligó a salir y en su lugar ingresó Lavezzi. Fue clave la ausencia de Fideo en un partido que tuvo a Argentina parado para la contra.

En los últimos 15 de la primera mitad se vio lo mejor del subcampeón del mundo. El Pocho reforzó un mediocampo que hizo agua en el inicio y exigió a Bravo en la última del 1º tiempo, tras un centro atrás de Pastore por izquierda.

En el complemento, el conjunto de Sampaoli mantuvo el control, aunque casi sin inquietar a Romero. Salvo a los 37, con una volea cruzada de Alexis que se fue ancha. Martino se volvió loco reclamando un penal que el colombiano Roldán no cobró.

La historia estuvo a punto de cambiar en la última del tiempo regular: encaró Messi por el medio, abrió a la izquierda con Lavezzi, Pocho la cruzó e Higuaín llegó exigido para definir. En el 2º tiempo, Argentina no pateó al arco: 2 remates desviados y 1 rechazado.

El suplementario fue inevitable. En el cierre de los primeros 15, Bravo sacó largo con la mano, pifió Mascherano, Alexis corrió y su remate cruzado se fue afuera. Lavezzi jugó el último rato acalambrado. A Masche le costó pisar. La Roja seguía mejor plantada, más entera. Higuaín terminó revoleando la pelota en su área. Messi nunca pudo hacer la diferencia. Así se terminó el partido.

Hasta que llegaron los penales. Y la delicia de Alexis en esa pelota que entró despacio, mansa y tranquila en el arco. La que desató la euforia. La que coronó la fiesta.

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