Fabio Dana 9y

Argentina: sin el plus de los grandes

BUENOS AIRES -- Antes que nada, una aclaración: el comentario que usted leerá a continuación no está teñido por el resultado de la final ante Chile. Si los penales hubieran terminado a favor de la Argentina, el análisis hubiera sido el mismo.

Está claro que la Argentina era la gran favorita en la definición ante la Roja, básicamente porque de su lado juegan Messi, Agüero, Di María, Pastore, Higuaín, Tevez… Por historia, sí, y por presente.

Del otro lado, Chile, potenciado por ser local, mostraba un equipo interesante, con vocación ofensiva, que tiene claro a lo que juega, pero lejos de la jerarquía del conjunto albiceleste.

Sin embargo, el choque final volvió a mostrar lo que venimos diciendo desde hace tiempo: que a estos jugadores, con Messi a la cabeza, les cuesta jugar los partidos decisivos. Les pesa la camiseta, la presión, el favoritismo… Póngale el rótulo que quiera.

A estos jugadores hay que pedirles el plus que tienen que tener los grandes. Si no le exigimos a Messi que brille en una final, ¿a quién se lo vamos a pedir? Ni siquiera que brille: que haga el gol de la victoria, que defina el partido con una gambeta, como lo hace seguido en el Barcelona.

Ojo, a Messi, por ser el mejor del mundo en su club, y a Agüero, a Higuaín y a Di María, también. Y miren que han pasado finales y partidos eliminatorios en estos últimos años. Pero siempre hay un motivo, una excusa, algo inesperado que nos hace trastabillar.

Tal vez, habría que empezar a preguntarse si los jugadores argentinos no están sobrevalorados: ¿esperamos más de lo que realmente pueden dar?

Ante Chile, la Selección fue una sombra. Dentro de un encuentro parejo, se vio superada en muchos pasajes del partido. Pero ni siquiera sacó provecho de los momentos en donde tuvo la pelota a su favor, dominando al rival, y tampoco pudo aprovechar la ventaja que los locales dieron en defensa cuando, volcados al ataque, dejaban espacios para las contras.

Dejando de lado la final, el balance de la Copa, desde lo futbolístico, deja puntos a favor y puntos en contra. La idea del DT, la de ser protagonistas y tener la pelota, la de presionar bien arriba y desequilibrar por los costados, es positiva.

Por momentos pudo llevarla adelante. El primer tiempo del debut ante Paraguay y el choque de semis ante el mismo adversario fue de lo mejor. También, ante Colombia en cuartos, hubo momentos de buen fútbol y una clara superioridad contra el rival.

En otros pasajes, le costó. Lo que está claro es que el camino a la final aparecía bastante despejado: con Brasil afuera, una floja Colombia y un Paraguay en plena formación, los rivales estaban lejos de asustar, de poner un interrogante sobre el avance de la Argentina al partido decisivo.

La falta de gol es un tema importante, fundamental, que el DT deberá resolver. Tal vez, habrá que apostar a un goleador de área clásico, un referente sin tanto talento pero con más efectividad. Renovar, oxigenar el ataque para que haya variantes, más allá de los nombres de siempre. Tarea para el hogar que tendrá Martino.

Messi es un tema aparte. Tras el Mundial de Brasil 2014, quedó claro que no podemos depender de lo que haga el rosarino. El 10, en la Selección, no te hace ganar los partidos que sí gana en el Barcelona. Los motivos dan para un largo debate. Pero la realidad marca eso y a esta altura, luego de tantos años de fracasos y sinsabores, es irrefutable.

Por eso, debe aparecer el equipo. El técnico de turno, en este caso Martino, tiene como desafío armar una base sólida, un equipo que tenga una idea de juego, con Messi, Agüero, Higuaín, Di María… o sin ellos.

El próximo gran objetivo serán las Eliminatorias. Con caras nuevas, una apuesta más fuerte al fútbol local y una renovación que parece necesaria, tal vez el DT encuentre aire fresco para encarar la nueva etapa con más optimismo.

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