Fabio Dana 9y

Gallardo, el Bianchi de River

A esta altura y luego de un año a cargo de la dirección técnica de River, nadie puede dudar de la capacidad de Marcelo Gallardo. Un técnico joven, apenas tiene 39 años, que dio los primeros pasos en Nacional de Montevideo, donde se consagró campeón. Un técnico exitoso, ya que también ganó con River la Copa Sudamericana y la Recopa. Y también un técnico al que la suerte no le fue esquiva.

Así, aunque todavía le queda un largo camino por recorrer, podría decirse que Gallardo es el “Bianchi de River”. Capacidad y dosis de suerte para meterse en la historia de un grande.

Empecemos con las comparaciones. Bianchi llegó y en su primer semestre fue campeón con Boca; Gallardo, en su primer semestre, fue campeón con River. Bianchi eliminó a los Millonarios en dos ocasiones por torneos internacionales: Gallardo también lo hizo, incluso en menos de un año. Bianchi es el DT con más Libertadores de la historia xeneize, con tres; el Muñeco irá por la primera frente a Tigres.

Y como el Boca de Bianchi en 2001, será ante un rival mexicano, motivo por el cual el pasaje al Mundial de Clubes (que justamente volverá a ser en Japón) está asegurado.

Con Gallardo, River está tranquilo, da la sensación que más allá de los nombres y el rival de turno las cosas saldrán bien. Hay una mística ganadora similar a la que vivía Boca en los tiempos de esplendor del Virrey. Un buen ejemplo es el presente en el torneo local.

Finalista de la Copa, resulta lógico que el torneo local se descuide por la importancia que cobra el certamen continental. Sin embargo esto no pasó con este River, que gana con suplentes y juveniles y sigue a tiro de Boca, el líder. El ojo del DT es importante. Cuando Bianchi dirigía a Boca, una frase común era: “cualquiera que pone juega bien”. Pasa lo mismo con el River del Muñeco: y los casos de Alario y Viudez, flamantes incorporaciones, sirven para confirmarlo.

Más allá de la astucia y la visión del entrenador, hay algo en común tanto en ese Boca como este River: equipos armados, sólidos, con personalidad, donde saber a qué jugar facilita la tarea de los que se suman.

El factor suerte no puede dejarse de lado. A Bianchi, quienes menospreciaban su tarea lo definían como un entrenador afortunado: las finales ganadas por penales estaban a la cabeza en el discurso de sus detractores.

Gallardo no ha llegado aún a definir partidos desde los 12 pasos, pero hubo hechos en este tiempo en donde la suerte (y los penales) le hicieron un guiño. Un buen caso es el de los cuartos de final de la Sudamericana del año pasado: perdía con Libertad, en Paraguay, 1 a 0, y tenía un penal en contra.

Cuando el uruguayo Hernán Rodrigo López estaba por ejecutarlo, se cortó la luz… Varios minutos de demora, la luz vuelve… y López falla el penal. Enseguida, River empata y tras otro corte de luz pasa a ganar el partido: luego define tranquilo de local y avanza a semis, donde aparece Boca.

Antes del minuto de juego de la revancha, le cobran un penal en contra, y la historia es conocida: falla Gigliotti, ataja Barovero y River pasa a la final dejando a Boca por primera vez afuera en un mano a mano de una competencia internacional.

Apenas coincidencias entre dos grandes técnicos. Uno, Bianchi, ídolo indiscutido tanto de Boca como de Vélez, consagrado y lleno de pergaminos, y otro, Gallardo, que empieza a recorrer un camino de éxitos. Veremos cómo se escribe, a partir de esta final de Libertadores, el resto de la historia.

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