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Paradojas de la multitud

BUENOS AIRES -- “Si en México era un volcán, esto tiene que ser mucho más grande”, dijo el presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, en alusión al clima que se espera en el Monumental a la hora de jugar la segunda final de la Copa Libertadores frente a Tigres.

Sin dudas, la cancha estará colmada y la gente se hará sentir. Definir en casa es una ventaja y así lo valoró River desde siempre. Pero el apoyo masivo no debe inducir a malentendidos. Tanto el presidente como el plantel y hasta el último hincha de River deben saber que el ambiente sólo no ablandará a un equipo curtido como el mexicano. Aunque les guste pensarlo.

Por otra parte, el grito sostenido, urgente, que baja de las gradas, suele acelerar al futbolista que se deja llevar por el entorno. Tal presión puede ser enemiga de la paciencia indispensable para afrontar semejante desafío y, si el gol tarda o, peor, se sufre en el arco propio, las voces alentadoras pueden transformarse de repente en imperiosas y también despiadadas.

Así que más le vale a River tomar con serenidad, como un dato de color, el lleno del Monumental. Quizá el mejor modo de jugar para la gente es olvidarse de ella. Acudir al profesionalismo, enfocarse en una tarea que no será tan sencilla como para dejársela a los hinchas.

River llega a la gran revancha con el buque escorado. A la suspensión de Mercado (clave en defensa, en proyección y en una receta muy estimada por los de Gallardo, la búsqueda aérea), se suman las lesiones de los uruguayos Mora y Viudez. De este modo, también la organización y la fuerza del ataque se ven sensiblemente reducidas. No hay cantito de la popular que sustituya el espesor de juego (sobre todo de profundidad) que prometen estos nombres. Será cuestión de hacer cambios inteligentes.

Lesionado también Mammana, el lateral derecho de la defensa lo ocupará seguramente el dinámico Mayada, otro de la escudería uruguaya. Los dos casilleros restantes se presentan más difíciles de cubrir. Bertolo, aunque le falta rodaje con la nueva camiseta, se presenta como candidato a jugar en la mitad de la cancha. Tiene manejo y llegada. Veremos si aporta la claridad que Viudez le dio al equipo en Asunción y que en ningún momento se vislumbró en Monterrey.

El picante de Mora en el área es de ardua reposición. No veo en Driussi todavía un atacante equivalente. Suena más apropiada la inclusión de Pity Martínez, por dos motivos: propone una apertura de espacios de modo natural. Juega cerca de la línea y, cuando se estreche el terreno debido a un rival más dado a reforzar posiciones defensivas (se supone que es lo que ocurrirá el miércoles), ese oxígeno resultará vital. Por otra parte, Martínez tuvo un par de encuentros felices con Bertolo en la primera final.

Elaborar juego y sorpresa para quebrar líneas firmes sin acudir al pelotazo debería ser la preocupación central del entrenador. En ese rubro, River no siempre da respuestas convincentes. Viudez parecía una solución. Ahora habrá que improvisar y sin margen para correcciones.