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Los cinco momentos clave en la consagración de River ante Tigres

BUENOS AIRES -- La Copa Libertadores terminó como River Plate lo esperaba: con una victoria contundente en casa ante un estadio repleto de hinchas millonarios, que volvieron a festejar el máximo título continental después de 19 años.

Pero el 3-0 ante Tigres se fue construyendo de a poco. En un partido muy luchado, mucho más parejo de lo que refleja el resultado final, hubo algunos momentos que terminaron siendo trascendentales. Abajo los más importantes...

1) EL MARCO IMPONENTE DEL MONUMENTAL
Los partidos se ganan en la cancha y nunca antes de que la pelota se ponga en movimiento, pero River tuvo un factor más a su favor en la noche del miércoles: el apoyo de su gente, que hizo estallar el Estadio Monumental, sabiendo que se estaba ante una gran oportunidad de sumar una copa más.

El marco para la vuelta de la final fue sin dudas imponente por donde se lo mire: tribunas llenas una hora y media antes de empezar el partido; miles de fanáticos afuera esperanzados hasta último momento con sumarse a la fiesta; bengalas y fuegos artificiales que le pusieron color y calor a los instantes previos al partido y se hicieron sentir en varias cuadras a la redonda.

Fue, sin dudas, el marco que se merecía River para volver a jugar un partido tan importante.

2) TIGRES AMAGA PERO NO CONCRETA
River tomó la iniciativa desde el comienzo, pero tal como había sucedido en la ida, le costó encontrar el camino hacia el arco de Guzmán. Se plantó mucho más lejos de su arco que en Monterrey, es cierto, y metió mucha presión, pero planteó un partido más luchado que pensado, pegó demasiado y le faltó tranquilidad para buscar el gol.

Del otro lado, Tigres demostró una vez más ser un equipo inteligente: ante la presión asfixiante de River, empezó a saltar líneas y así encontró los espacios que necesitaba para forzar errores en el fondo millonario.

Pero así como Tigres mostró su calidad a lo largo de toda la Copa, también le faltó instinto asesino en los momentos clave y no generó situaciones acordes a su juego. Nunca más claro que a los 14 minutos, cuando tras forzar una mala entrega de Funes Moris, Sobis armó una pared con Gignac para quedar cara a cara con Barovero, pero se complicó solo y terminó rematando atorado.

3) KRANEVITTER, EL SIMBOLO
Promediando el primer tiempo, en el momento en el que River más se complicaba solo, Kranevitter protagonizó una jugada intrascendente, pero que mostró cuál era el camino: primero se deshizo de un rival, luego hizo la pausa para elegir la mejor opción y terminó sacando un pase largo para que Alario la aguantara arriba.

Insistimos, la jugada en sí terminó diluyéndose, pero dejó claras dos cosas. La primera, que para ganar River debía bajar las revoluciones; más en un campo de juego que, a medida que seguía la lluvia, se ponía cada vez más rápido.

La segunda, que no por nada fue Kranevitter el jugador más relevante de River en la conquista de su tercera Copa Libertadores. El tucumano, un pibe que juega como veterano, fue clave en los partidos más importantes, y como ante Boca y ante Guaraní, su cabeza fría fue importantísima para marcar el rumbo.

4) VANGIONI-ALARIO, LA LLAVE DEL GOL
Se terminaba un primer tiempo condenado al cero, ya que como decíamos arriba, River se dejaba llevar por sus pulsaciones, mientras que Tigres estaba más acertado en el planteo pero sin convertir esa inteligencia en oportunidades. Hasta que hubo dos jugadores que hicieron, en continuado, exactamente lo que correspondía.

Primero fue Vangioni, uno de los pocos que pensó y aprovechó su velocidad y el estado de la cancha para tirar una gambeta larga. Como si fuera poco, puso la pelota donde tenía que hacerlo: en la cabeza de Alario, que picó al lugar preciso para anticipar a su marca y zambullirse, anotando el 1-0 en un momento clave.

Era el gol que necesitaba River para volver del descanso con la tranquilidad que no había tenido hasta entonces.

5) PENAL, GOL Y FINAL
El segundo tiempo mostró a un River más calmo y pausado, siempre lejos de su arco, pero sin terminar de imponer del todo su autoridad. Los minutos pasaban y Tigres seguía siendo una amenaza que se diluía al acercarse al área, pero un solo gol no era suficiente ventaja, ni siquiera para un River que da toda la sensación de ser un equipo que, una vez en ventaja, le baja la persiana a los partidos.

Hasta que llegó el penal, con Sánchez como protagonista exclusivo: primero lo provocó aprovechando una pérdida ingenua del fondo mexicano, y después lo transformó en gol con la frialdad del que patea en un entrenamiento.

Faltaba el tercer gol, el de Funes Mori, para ponerle el moño al resultado y esperar al final para que se uniera el DT Gallardo (en los palcos por sanción) a los festejos, los abrazos y las lágrimas. Pero la Copa se ganó antes, en todos y en cada uno de esos cinco momentos decisivos.

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