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Futbol y lluvia, llegó Marcelo

BUENOS AIRES -- Llovía, llovía mas que en Japón. El barrio se inundó rápidamente y tuvimos que salir flotando subidos a neumáticos de camiones resquebrajadas.

La lluvia no pensaba parar y varios vecinos hinchas de River venían conmigo aferrados a los neumáticos. De pronto, salimos del barrio y entramos al Riachuelo y la fuerza del viento y las grandes gotas nos empujaban más y más hacia el océano.

Una cortina de agua nos dificultó la visión durante varias horas y cuando nos dimos cuenta estábamos frente al Aeropuerto de Ezeiza.

- Cucu, eso blanco que se ve al fondo es un avión...

- Sí, sí, es un avión.

- Pero, ¿dónde estamos?

- ¡En Ezeiza, creo que este es el Aeropuerto de Ezeiza!

Básicamente no estábamos seguros porque ninguno nunca había estado antes en un aeropuerto. Pero era evidente que eso era un lugar donde bajaban los aviones. En fin, de pronto, vimos en la parada del 86, que está dentro del aeropuerto a Marcelo Bielsa.

- Pero, Cucu, ¿ese que está esperando el 86 no es Marcelo Bielsa?

- No sé, no lo veo muy bien. Llueve mucho...

Mi vecino Eulogio, hincha de River de toda la vida, insiste. - ¡Cucu, pero te digo que es el Loco Bielsa!

- Esperá que acerco la máquina y te digo...

En definitiva, sí, era Marcelo Bielsa que se había quedado sin taxis ni remises y estaba esperando el bondi. Nos acercamos para ayudarlo, porque si hay algo que tenemos los hinchas de River es que ayudamos a la gente aunque estemos en las malas.

- ¡Marcelo, querido, somos hinchas de River, dejanos darte una mano!

- Dale, subí que te sacamos en goma... Le gritamos.

Marcelo nos miró confundido y desconfiado, pero al instante comprendió el sentimiento de nuestro corazón y nos dijo.

- Bueno, dale, muchachos, vamos... Y se subió. Marcelo recién llegaba de Francia, agotado y cansado. No estaba contento con lo obtenido en el gran equipo Marsella, su ex equipo.

Comenzamos con las preguntas, mientras la lluvía volvía a tomar cuerpo y nos envolvía.

-¿Qué pensás de este nuevo River de Gallardo?

- Es un equipazo, muchachos, me encanta como dirige Gallardo, es un tipo disciplinado que acierta con los cambios...

- ¿Pensás dirigir a la selección en algún momento?

- No sé, pero me gustaría...

- ¿Y te vas para México?

Ya la lluvía se intensificaba cada vez más, con los remos pudimos meternos entre los bosques de Ezeiza y remar para el lado de las islas del Tigre. Por suerte nos protegíamos el cuerpo con un gran nailón de esos que envuelven colchones. Marcelo nos miró raro, pensando que era la manera más extraña de volver al país, tal vez pensaba en Newell´s, en su querida Rosario, quién sabe...

- Pero, Loco, querido, ¿no te gustaría dirigir en Argentina?

- Me encantaría, tal vez en Newell´s... Y la dejó picando. Ya no le preguntamos más de fúrbol porque justo en ese momento apareció una ola que nos dio vuelta el gran neumático en que navegábamos todos.

- ¿Y Marcelo? ¿Dónde está Marcelo?

Nos preguntamos todos, aferrándonos al neumático que flotaba y nos pegaba fuertes empujones hacia la izquierda.

Buscamos, pero no volvimos a ver a Marcelo.