Fabio Dana 9y

De papelón en papelón

BUENOS AIRES -- Impresentable. Poco serio. Póngale el nombre que quiera. Lo cierto es que la Conmebol, muy cuestionada en los últimos tiempos por los casos de corrupción en los que la involucran junto con la FIFA, sumó en las últimas horas un nuevo papelón.

Hace unos días, desde la web del ente sudamericano se había anunciado que la Copa Aldao, torneo que se jugó entre 1914 y 1955 entre el campeón de la Argentina y Uruguay, se consideraba oficial, ya que se trataba de una de las primeras competencias internacionales del continente.

River, con cinco títulos (más la Tie Competition, otro torneo que se sumaba a la lista), pasaba a ser el club más beneficiado y llegaba de nueve a las 15 conquistas internacionales de un día para el otro; Independiente y Racing lo seguían entre los favorecidos (la ganaron dos veces) y por último aparecía San Lorenzo, con una. Boca, por su parte, al igual que River, sumaba también la Tie Competition, quedando con 19 títulos.

Por supuesto, enseguida se desató la polémica: ¿River volvía a sacar ventajas desde el escritorio? Eso decían los hinchas de Boca, claro, tras haberse quedado afuera sin jugar los 45 minutos finales del choque de octavos de final de la última Libertadores, tras la suspensión por el ya famoso “Panadero” y el gas pimienta…

Pero la discusión duró poco. Apenas unos días después, la misma Conmebol anunció que esta decisión “fue un error de comunicación del organismo” y que todo quedaba como estaba. Es decir, que la Copa Aldao no se consideraba un título oficial. “Las copas de clubes disputadas previamente a 1960 no son avaladas por la Conmbebol. Por ende, no entran en el cómputo de títulos internacionales”, anunciaron desde el organismo.

Sí, un papelón por donde se lo mire, pero que al menos sirvió para dar marcha atrás con una medida verdaderamente insólita. ¿Por qué? Porque en todos los ámbitos, y más en el fútbol profesional, es muy importante tener las reglas claras.

Una Copa Master o una Interamericana, obviamente, tienen menos valor que una Libertadores, una Intercontinental o una Sudamericana. Sin embargo, el hecho de que esas competencias se jugaron en tiempo y forma y desde el vamos hayan tenido el rótulo de “título oficial” le brinda al trofeo, al menos, legitimidad.

Pero si después de más de 50 años, la Conmebol decide que una Copa menor entre dos países limítrofes pase a ser oficial, todo queda bajo un manto de sospecha, sobre todo si un club es beneficiado mucho más que el resto. No sólo se pierde credibilidad, sino que habilita reclamos insólitos de otras instituciones. Algo que, de hecho, ya pasó.

Independiente, cuando el Boca multicampeón de Bianchi le quitó el mote de Rey de Copas, quiso disputar una Copa Interamericana de 1975 contra el SV Transvaal de Surinam. Y luego, volvió a la carga para enfrentar al Violette de Haití, también por la Copa Interamericana, pero de 1984. Todo para recuperar la gloria perdida. En ninguno de los dos casos tuvo éxito.

Algunos malintencionados dicen que, incluso, el Rojo pretendía que los rivales salieran a la cancha con los mismos jugadores de aquellos años, hoy alejados del fútbol y en muy mal estado físico. Lo mismo quería exigir Boca, que quiso jugar la final de la Copa Intercontinental de 1977, frente a Liverpool, que no pudo realizar por problemas de calendario del club europeo.

La lista de polémicas es larga y cada club tendrá sus argumentos a la hora de defender cada iniciativa. Lo cierto es que, dejando de lado las bromas y la ironía, deberían tomarse algunos parámetros lógicos y con sentido común para darle validez a cada postura.

Pero, está claro, el sentido común y la lógica no se llevan muy bien con el ente que regula el fútbol sudamericano.

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