Washington Cucurto 9y

Pasión Funes Mori

BUENOS AIRES - Estoy en el remis, rumbo a Ezeiza. Me gané la loteria y me voy unos días a Valparaíso, el mejor lugar del mundo. El remisero me mira con cara rara por el espejo retrovisor. Me dice:

- Usted tiene cara de hincha de River...

Sonrío, continúo mirando por la ventanilla y le digo, casi al voleo:

- No señor, soy hincha de Almirante Brown. Pero, digame, ¿cómo reconoce la cara de un hincha de River por estos días?

- Bueno, es una cara feliz, pero no tanto. Se acaba de ir a Inglaterra, el sensacional Funes Mori, quizás el mejor 6 que salió de River desde hace mucho tiempo...

- ¿Ya está hecha la venta?

- Sí, se pagaron cerca de 20 millones de euros y le digo que River lo regaló, es un jugador de más de 50 millones. Su calidad es única en el mundo...

Sin duda, el taxista era un exagerado. Nadie va a dudar de la calidad del gran Funes Mori, pero de ahí a ser el número uno. Bueno, podría ser.

Mientras reflexionaba pensaba en mi cara. ¿Cuál será mi apariencia? ¿Tendré cara de triste o cara de alegre? ¿Tan mal estoy como para un taxista me adivine el ánimo?

- Uh, uh, acá pasa algo raro... Me dijo el taxista, golpeando el volante y sacando un cigarrillo para fumar. No le importó si yo aceptaba que fumara o no, jamás me preguntó nada...

- ¿Qué pasa?

- Son hinchas de River que coparon el Aeropuerto porque no quieren que Funes Mori, se vaya a Europa.

- ¿Eh?

- Sí, coparon todos los sectores y manejan la Torre de Control de Aeropuerto.

- ¿Y ahora qué vamos a hacer?

- Ya veremos, muchacho.

El taxi avanzó de a poco, entre miles de hinchas, banderas roji blancas, fotos de Daniel Passarella y de Tarantini. Cantos recordando al Beto Alonso y a Luis Alberto Spinetta. Muchos niños y mujeres y adolescentes con la camiseta de River, con los brazos tatuados con los escudos del club o la cara del Búfalo Funes...

¡Funes Mori, no se va, Funes Mori, no se va! Cantaban sin parar. El taxista se mataba de la risa. Decía frases como “estos gallinas si que están locos” o, “el fútbol mueve montañas”, frases hechas, hechísimas... Yo quería viajar, irme hacia Valparaíso y olvidarme del mundo...

De pronto, en el mundanal de hinchas fervorosos, completamente afectivos y dulces, que cantaban por puro amor, mejor dicho sobre las cabezas de estos seres, apareció un auto amarillo, una especie de minicooper moderno que vuelan, estos autos nuevos que fabrican las mismas empresas de aerolíneas.

¡Era Funes Mori que lograba atravesar por encima a todo el mundo riverplatense y subirse al mismo avión que el mío, el único disponible que encontró. Se le veía cara de felicidad porque se iba a jugar al fútbol inglés, porque se iba a vivir a Londres, porque sí. Yo me colé detrás de él y pegué un salto y me aferré al lado del avión antes de que se cerrara la puerta.

Viajé casi dos horas junto al asiento de Funes Mori que no paraba de llorar como un niño. Lo consolé, no te preocupés campeón, esto es un nuevo escalón que se abre en tu vida, disfrutá sos joven. Y lo abracé.

El joven baluarte, pichón de Passarella, me apoyó en mi pecho como un niño y me dijo: “Gracias, Cucu, qué suerte que estás acá”.

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