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Philip Rivers devolvió las sonrisas a San Diego con inteligencia para jugar

La redacción de ESPN.com.mx eligió a los jugadores más representativos para cada número de jersey, desde el 99 hasta el 1, para dar a conocer sus semblanzas a modo de conteo regresivo hasta el arranque de la temporada regular del 2015. Aquí puedes consultar la lista completa.

MÉXICO -- No hay manera de rechazar que el despliegue deportivo de Philip Rivers sobre un campo de NFL es admirable. Su técnica es particular y eficiente. Su presencia física es quizás la más imponente en los emparrillados actuales y es entendible que sus coaches y coordinadores ofensivos se enamoren de su talento y capacidad de juego.

Si bien Rivers no es el mejor mariscal de campo que la NFL ostente o haya visto, es uno de los pocos líderes consistentes para una franquicia en la época moderna. De la misma forma, todo indica que los regalos deportivos y comunitarios que Philip le ha dado a los San Diego Chargers le van a bastar para culminar su sendero profesional defendiendo los colores azul, blanco y amarillo.

Uno de los grandes estigmas que el ex estelar de North Carolina State acarrea es haber sido tomado en la primera ronda del 2004, mismo año y categoría en que los múltiples ganadores de Super Bowl, Eli Manning y Ben Roethlisberger, ingresaron a la NFL. De hecho, Manning era el elegido por los Chargers, pero su negativa de jugar en San Diego motivó un canje con los New York Giants, quienes habían elegido a Rivers en la casilla global N° 4.

Más de una década después, Eli porta dos anillos de Super Bowl con sus respectivos premios al Jugador Más Valioso y, aunque sus números no son tan dispares, el máximo logro para Rivers ha sido un boleto a la Final de la Conferencia Americana. Rivers tiene mejor porcentaje de pases completos que sus dos compañeros de generación, Manning tiene dos touchdowns más como titular que Rivers y Roethlisberger, pero ha lanzado muchas más intercepciones. Big Ben, por su parte, también presume dos anillos de campeón, aunque ningún MVP de Super Bowl.

A la postre, todo se reduce al talento que rodeó a una de las generaciones más exitosas de mariscales de campo en la NFL, por lo cual puede resultar injusto juzgar a Rivers únicamente por su carencia de títulos. No podemos olvidar que los Chargers nunca han ganado un Super Bowl, mientras Manning y Roethlisberger llegaron a franquicias que ya contenían Lombardis en sus vitrinas, lo cual puede ayudar a definir que si San Diego ha visto una tradición ganadora en los últimas décadas, Rivers es ampliamente responsable por ello.

Entre 1996 y el 2003, San Diego no clasificó a playoffs. En el 2004, tras quedarse con Rivers como su recluta de primera ronda, el futuro de Drew Brees como mariscal de campo titular en Chargers parecía sentenciado. No obstante, Rivers tuvo que poner a prueba su paciencia al tiempo que Brees enaltecía su labor como guía de la franquicia para devolverlos a playoffs en el primer lugar de la AFC Oeste. San Diego y Brees perdieron en el siguiente duelo y el éxito no se pudo trasladar al 2005, año en que Drew lanzó más pases para mejor yardaje pero logró menos touchdowns y sufrió más intercepciones. San Diego terminó con marca de 9-7, al margen de la postemporada y con un golpe que cambió la historia de toda una ciudad en términos deportivos.

En el último juego de la temporada del 2005 contra los Denver Broncos en casa, Brees resultó gravemente lesionado del hombro y tuvo que abandonar el partido tras una tacleada de John Lynch. Rivers entró en el segundo cuarto y completó 12 de 22 intentos de pase para 115 yardas con una intercepción. Esa tarde terminó el año de San Diego junto con la era de Brees, quien llegó a jugar a los New Orleans Saints y, al igual que Eli y Big Ben, ya tiene su anillo de campeón.

De acuerdo, ya entendimos que muchos mariscales de campo han ganado Super Bowls y Rivers no es uno de ellos, pero es innegable que el destino de una franquicia cambió en cuanto Rivers inició como titular en la temporada del 2006.

A partir de entonces, el N° 17 ha arrancado en todos y cada uno de los juegos para San Diego y acumula cuatro viajes al Pro Bowl. Ha lanzado 36,507 yardas y 251 touchdowns desde la Semana 1 del 2006 y tiene marca de 88-56. Rivers ha guiado a los Chargers a cinco postemporadas y apenas en su segundo año como titular devolvió al equipo a una Final de Conferencia por primera vez desde 1994. San Diego sucumbió ante los New England Patriots pero ya había una presencia de respeto en los controles eléctricos.

Para el 2008, Rivers consiguió una marca personal que aún sostiene de 34 touchdowns aéreos, además de rebasar por primera vez la marca de las 4 mil yardas. Esa producción abrió la puerta a tres campañas de superiores a dicha cifra, incluyendo una de 4,710 en el 2010 y cinco de las siguientes seis arriba de las 4 mil.

En nueve campañas con Rivers al mando de la ofensiva, los Chargers sólo han visto una de marca perdedora. Fue en el 2012 y le costó el trabajo al entrenador en jefe Norv Turner y fue la misma en que Philip no alcanzó las 4 mil yardas aéreas. La llegada de Mike McCoy al puesto fue ampliamente interpretada como un rescate a Rivers, quien a partir del 2013 ha lanzado para 8,764 yardas, 63 touchdowns y apenas 29 intercepciones. En la primera campaña de McCoy, con el coordinador ofensivo Ken Whisenhunt, Rivers logró su marca personal en porcentaje de pases completos con 69.5, cifra de élite.

El mérito para él va más allá de los ajustes que el equipo ha hecho a su alrededor. Desde hace años quedó claro que Rivers es el jugador más talentoso en la plantilla de los Chargers y ha vuelto a Antonio Gates uno de los alas cerradas más prolíficos en la historia, por ende, uno de los más grandes. Son sus características de lectura de juego y capacidad para lanzar, no importa si tiene rivales cerca al punto que quizás es el mejor de la NFL en el apartado de tirar campo abajo con defensivos a su alrededor.

Rivers es brillante para volar debajo del radar. Es el mejor que tiene la liga para cumplir mediante métodos que a los ojos de las expertos y aficionados pueden resultar poco glamorosos o espectaculares. Rivers hace el show sin show: opaco pero con valor de 65 millones de dólares, dinero garantizado en el contrato más reciente para él. Aunque no parecen billetes necesarios para un mariscal de campo sin anillos, quien probablemente termine su carrera de la misma forma, es el precio que se tiene que pagar por un líder, una especie peculiar que no abunda en la NFL y, sobre todo en el caso de Rivers, un cerebro privilegiado para el fútbol americano.

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