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Ganador Mares-Santa Cruz podría definir un nuevo ídolo mexicano

Cuando el campeón peso pesado, Joe Louis, dominaba el boxeo, el único púgil que estaba cerca de igualar su popularidad era Henry Armstrong. Sin embargo, esto no ocurrió por casualidad.

El ascenso de Armstrong a la élite, como el único púgil en ostentar tres títulos mundiales de forma simultánea, fue una estrategia bien orquestada, planeada por un grupo de expertos directivos, para que el "Huracán", según lo llamaba Bert Sugar, tomara gran protagonismo.

Aunque Armstrong nunca pudo igualar a Louis en términos de fama y fortuna, su hat-trick de campeonatos sin precedentes, captó el interés del público y lo convirtió en posiblemente la segunda atracción taquillera más importante en una época saturada de extraordinarios boxeadores.

Pero "Homicide Hank" no era solo el número dos. Era el número dos con una bala. Y en 1937, el año en el que Louis ganó el título peso pesado, Armstrong desbancó al "Bombardero Café" y fue nombrado el mejor boxeador del año por la revista The Ring.

A medida que nos aproximamos al enfrentamiento peso pluma del próximo sábado, entre Abner Mares y Leo Santa Cruz, en el Staples Center (ESPN, 10:00 p. m. ET), el boxeo mexicano necesita urgentemente encontrar al número dos de Saúl "Canelo" Álvarez, el Armstrong de Canelo, por así decirlo. Ahora mismo, Álvarez se encuentra solo en la cima, sin heredero alguno a la vista.

Julio César Chávez Jr. prácticamente ha renunciado a ser un boxeador serio, Juan Manuel Márquez no ha peleado desde mayo del 2014, y el talentoso peso mosca, Juan Francisco Estrada, es más conocido en Macao que en los Estados Unidos.

Los talentosos gandules, los grandes que envejecen y los subestimados luchadores siempre han formado parte del boxeo. Sin embargo, lo que es nuevo, es la relativa escasez de púgiles mexicanos de calidad de ídolo. Todavía quedan muchos buenos peleadores mexicanos, por supuesto, pero nadie que se pueda señalar con certeza como la próxima estrella, lo cual es una situación peculiar.

Después de todo, hasta no hace mucho, Erik Morales, Marco Antonio Barrera y Márquez eran atractivos para el pago por evento contra cualquier rival, incluyendo peleas entre ellos. Atrás de ellos, había un reparto multiestelar, que incluía a Israel Vázquez, Rafael Márquez y Jorge Arce. Incluso cuando Julio César Chávez Sr. estuvo en la cúspide, recibió el respaldo de los futuros miembros del Salón de la Fama, Ricardo López, Chiquita González y Daniel Zaragoza.

No se puede sobrestimar cuán importantes han sido (y continúan siendo) los peleadores y fans mexicanos para la salud del boxeo en Norteamérica. Pero el boxeo profesional se trata de algo más que la gente; también tiene que ver con los lugares. Necesita cierto ambiente y cultura para prosperar, y Los Ángeles ha sido uno de esos lugares durante mucho tiempo.

En la Ciudad de los Ángeles, una gran cantidad de peleadores han buscado hacer realidad sus sueños y, por más de un siglo, una buena cantidad de ellos han sido boxeadores de origen mexicano. Pero en Los Ángeles hay más que buenas probabilidades de tener una mejor vida... aquí existe una simbiosis boxística.

"El boxeo en California del Sur brindó al pueblo de origen mexicano un mecanismo de solidaridad, que fomentó el sentido de identidad, unidad, estatus y estima", escribió el profesor Gregory S. Rodríguez en "El boxeo y la creación de las identidades étnicas mexicanas en la California del Sur del siglo XX".

Rodríguez se centra en el peso ligero, Aurelio Herrera, considerado en términos generales como la primera estrella mexicana del boxeo y un agente catalizador del progreso social y cultural.

"La carrera boxística de Herrera, de 1898 a 1909, coincidió con el surgimiento del boxeo moderno en el sur de California y el ascenso del héroe mexicano en este deporte. Su carrera fue la primera de una larga lista de boxeadores de ascendencia mexicana que ganaron fama en el sur de California. El boxeo era mucho más que una simple forma de deporte', era un complejo conjunto de relaciones que formaban parte de un proceso más amplio de autodefinición social para los individuos y las comunidades".

Las décadas iban y venían, y el boxeo en Los Ángeles continuaba creciendo en términos de popularidad e importancia, alcanzando su pico en la década de 1960 y 70, una grandiosa era considerada por la mayoría como la época dorada del boxeo de Los Ángeles.

Fue una época en la que la ciudad y los púgiles mexicanos que ahí peleaban, eran la envidia del mundo del boxeo. Había tantos grandes peleadores que los escenarios como el Grand Olympic Auditorium, el Los Angeles Memorial Sports Arena y el Inglewood Forum atraían a grandes multitudes y albergaban grandes peleas.

Sin embargo, al igual que la proeza de Armstrong, no sucedió por casualidad. Se necesitó un acuerdo comercial entre dos tipos del medio boxístico, dispuestos a rebelarse contra el sistema para abrir las compuertas. Gracias a ellos, lo que había sido un sistema cerrado se convirtió en una sobreabundancia de riquezas.

"Había solo cuatro managers sobresalientes en México en aquella época", dijo Don Chargin, quien trabajó como intermediario para la promotora Aileen Eaton en el Olympic Auditorium de 1964 a 1984", y si un buen boxeador de una ciudad pequeña quería conseguir trabajo tenía que presentarse con uno de esos cuatro managers.

"Nacho Beristáin, uno de los grandes nombres de la actualidad, era muy joven en aquel entonces. Vino a verme cuando yo estaba en el Olympic. Me dijo que no quería dedicarles tanto tiempo a los peleadores en desarrollo, porque al final tenía que entregárselos. Le dije que los usaría y eso motivó a muchos otros de los managers jóvenes. Poco tiempo después todos querían traer a sus peleadores a Los Ángeles".

La llegada de ciudadanos mexicanos, junto con los boxeadores estadounidenses de origen mexicano, crearon una sólida fuente de talento, que incluía a púgiles icónicos como Rubén Olivares, Bobby Chacón, José Becerra, Mando Ramos, Alfonso Zamora, Sugar Ramos, Carlos Zárate, Alberto Dávila, Rafael Herrera, Rodolfo Martínez, Danny López, Pipino Cuevas y muchos otros.

Desafortunadamente, han quedado atrás los días en los que Eaton y Chargin realizaban las carteleras semanales en el Olympic, una víctima de los nuevos tiempos, nuevos modelos comerciales y los cambios demográficos. Aunque se sigue ganando más dinero en los Estados Unidos, la brecha financiera se ha reducido un poco y ahora se promueven mejores espectáculos en México.

Encima de esto, los mejores peleadores mexicanos generalmente terminan peleando con mayor frecuencia en Las Vegas que en Los Ángeles.

¿Existe una relación entre el apagado escenario de Los Ángeles y la escasez actual de púgiles mexicanos destacados? Es una idea difícil de cuantificar, pero si la historia nos ha enseñado algo es que, mientras más agitada y bulliciosa sea la ciudad de Los Ángeles, más boxeadores mexicanos de clase mundial habrá.

Los promotores y peleadores tienen un denominador común: van a donde está el dinero y ¿quién puede culparlos?

Por lo tanto, PBC decidió organizar la pelea Mares-Santa Cruz en el centro de Los Ángeles porque creía que el enfrentamiento atraería a un amplio público en vivo. Los primeros indicios apuntan a que la empresa promocional estaba en lo correcto. Esta semana el Staples Center abrió más secciones en el balcón superior, con el fin de hacer frente a la demanda de entradas que ha sido mayor a la anticipada.

"La rivalidad entre ellos está creciendo todos los días", dijo Chargin. "Pero lo que suceda después dependerá de la pelea. Estoy un poco decepcionado con Santa Cruz. Cuando se enfrentaba a rivales más duros, era uno de mis peleadores jóvenes favoritos, el mejor golpeador al cuerpo que he visto desde Olivares. Y luego, de repente, sus contrincantes se volvieron cada vez más fáciles, y ha estado cumpliendo con lo mínimo indispensable. Era mejor hace seis u ocho meses, Mares, también".

Con respecto a la pelea, he ahí el meollo de la cuestión. ¿Ha perdido Santa Cruz su competitividad debido a su reciente dieta de oponentes ordinarios? ¿Han restaurado las tres victorias contra adversarios similares el espíritu de Mares, luego de su derrota por nocaut en el 2013 contra Jhonny González?

Si la respuesta a la primera pregunta es "no" y a la segunda es "sí", entonces podríamos esperar algo especial. Y, aunque nunca habrá otro Henry Armstrong, el ganador de la pelea del sábado podría convertirse en una copia fiel, incluso podría desempeñar un papel decisivo en la restauración del boxeo de gran nivel en los Ángeles.

Más aún, existe la posibilidad de que las consecuencias de la pelea Santa Cruz-Mares vayan más allá de una buena pelea y un impulso para la carrera del ganador. Si Canelo pierde ante Miguel Cotto el 21 de noviembre, habrá una vacante aún más grande que cubrir.