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Dan Marino no ganó el SB, pero nadie le quita su lugar entre los históricos

Es difícil recordar un pasador con la combinación de precicisón y potencia que poseía Dan Marino. Getty Images

La redacción de ESPN.com.mx eligió a los jugadores más representativos para cada número de jersey, desde el 99 hasta el 1, para dar a conocer sus semblanzas a modo de conteo regresivo hasta el arranque de la temporada regular del 2015. Aquí puedes consultar la lista completa.

MIAMI -- Hay momentos que nunca voy a olvidar.

Uno de ellos se dio cuando mi padre me llevó a la práctica de los Miami Dolphins hace casi tres décadas. Yo tenía seis años y Dan Marino ya era el rey y el amo de la ciudad.

Por televisión y a distancia desde nuestros asientos en el Orange Bowl, Marino ya me maravillaba, pero nunca como ese día.

A distancia mucho más corta, mis oídos fueron cómplices de algo que nunca volví a escuchar en todos mis años cubriendo la NFL.

Posición escopeta, Marino recibe el ovoide y en un abrir y cerrar de ojos se deshace del mismo con asombrosa precisión, pero lo mejor estaba por venir.

Marino lanzaba con tanta fuerza que penetraba el aire, y las cuerdas del ovoide sonaban en pleno vuelo. En primera instancia pensé que estaba equivocado, que era mi imaginación simplemente enalteciendo un ídolo de mi infancia. Pero una y otra vez esas cuerdas del ovoide sonaban gracias a la potencia del brazo del mejor pasador puro de la historia.

Este miembro del Salón de la Fama jugó 17 temporadas para los Miami Dolphins, vendía guantes por caja, era protagonista de películas de Hollywood, y prácticamente sólo le faltó una cosa a su ilustre carrera: un título.

A los 23 años de edad llegó al que a la postre sería su único Super Bowl, pero se quedó corto de la gloria a manos de los San Francisco 49ers. En 1984 fue el primer mariscal en lanzar para más de 5,000 yardas, y superó el entonces récord de 36 touchdowns en una temporada al totalizar 48.

Dos veces más llevó a Miami a Campeonatos de Conferencia, pero a fin de cuentas los Buffalo Bills simplemente fueron mejores en los principios de los noventas; la defensiva de los Dolphins no estaba en la altura en muchos de esos años.

Como si fuese poco, en 1992 se rompió el tendón de Aquiles en un encuentro ante los Cleveland Browns, y el mismo admitiría después que “su carrera nunca fue la misma”.

Así y todo guió a los Dolphins a cinco apariciones en playoffs en sus últimas seis temporadas. En total, sus equipos clasificaron a postemporada en 10 de 17 oportunidades.

Al momento de su retiro en 1999, Marino poseía los récords de pases lanzados (8,358), completados (4,967), yardas por aire (61,361) y pases de touchdown (420).

Con el paso del tiempo, casi todos esos récords fueron superados, en gran parte debido a los cambios de reglas que hacen que hoy la acumulación de estadísticas sea más “sencilla”.

¿Quién sabe la clase de números que tendría Marino si jugase en la NFL de hoy?

Aunque no hay que hablar de supuestos sino de realidades.

Marino es un ícono en la NFL, que pese a no tener mucha habilidad atlética en sus pies, parecía una gacela con movimientos sutiles en el bolsillo de protección para evitar la presión y deshacerse del ovoide con una rapidez asombrosa antes de que su fortaleza de brazo aparezca en el centro de la escena.

Momentos únicos como el “fake spike” ante los Jets probaban su intelecto en el emparrillado.

Marino se acercó hasta la línea de golpeo ante los Jets en 1994. Miami perdía por 3 y el reloj bajaba peligrosamente con los Dolphins en la yarda 8 de su archirrival.

El mariscal hizo la señal del “spike” y la defensiva se relajó. En una jugada sin precedentes en ese entonces, Marino se levantó con el ovoide y completó un touchdown de 8 yardas a Mark Ingram --padre del corredor de los Saints-- dejando a los Jets boquiabiertos.

Al día de hoy, Pete Carroll, entonces entrenador de los Jets, sigue recordando la jugada con una sonrisa, y el mariscal de aquel equipo Boomer Esiason todavía se pregunta “¿Por qué no lo pensamos nosotros antes?”.

Esa es la clase de jugador que era Marino, el que imponía tendencia que hoy copian tantos equipos. Un talento único que viene una vez cada muerte de obispo y que el día de hoy los Dolphins siguen buscando reemplazar, aunque probablemente nunca lo logren.

Marino malcrió a los fanáticos de los Dolphins con tantos momentos inolvidables, y por eso se “enojan” tanto cuando otros menosprecian su carrera porque nunca ganó un anillo.

Es cierto, sin ese título, nunca podrá ser el mejor mariscal de todos los tiempos, pero otros nunca podrán pasar como él.

Los campeonatos no definen la carrera de un jugador, y Marino lo sabe mejor que nadie.

Hoy, todos los amantes del fútbol americano lo echan de menos. Todos menos quizás el aire, que sufría cada vez que Marino lanzaba el ovoide y desafiaba la lógica.