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El ascensor de Pablo Prigioni

LOS ÁNGELES – La última vez que Pablo Prigioni pisó la duela del Staples Center el equipo en el que jugaba, Houston Rockets, le hizo un roto irreparable a Los Angeles Clippers. Fue durante las semifinales de los playoffs y los texanos vencieron 4-3. El armador jugó muchos minutos y sobre todo aportó su grano de arena para que los Rockets alcanzaran las Finales de Conferencia.

El base siempre es de los primeros en salir del vestuario después de los encuentros. Especialmente en Los Ángeles, donde siempre tiene compromisos que atender. Así sucedió en las tres visitas a la meca del cine durante la postemporada. La máxima se cumplió y tras atender a los medios presentes siempre salió disparado para cumplir con los que vinieron a verle jugar al Downtown de la ciudad. En una de esas veces Prigioni perdió la orientación, las entrañas de los estadios de baloncesto suelen ser un mundo aparte, y no dudó en preguntarnos dónde estaba el ascensor en el que le esperaban los suyos. No perdió un segundo y tras las indicaciones se marchó tan rápido que tras él solo quedó un rastro de fragancia.

Aquel sería otro de los numerosos elevadores que ha agarrado Prigioni. Su periplo en la NBA comenzó en el sótano, como el novato más mayor de la historia de la liga después de recalar en los Knicks de Nueva York en julio de 2012, con 35 años de edad y una extensa trayectoria en Argentina, España y a nivel internacional. Pocos jugadores de primer año podían presumir de una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos (Beijing 2008), varias preseas en el FIBA Américas y una Copa del Rey y Supercopa en el país ibérico.

Como miembro de una Generación Dorada del básquetbol argentino su desembarco en la NBA parecía llegar no solo tarde, sino perseguida por el infortunio de recalar en una franquicia neoyorquina que perdió competitividad poco después de su llegada y que rápidamente pasó a la fase de reconstrucción. Su futuro predecía que viviría pocas alegrías en la ciudad de los rascacielos. Y así fue.

De la noche a la mañana y tras dos temporadas y media y una renovación en los Knicks, Prigioni recaló durante la temporada pasada en una franquicia con credenciales para llegar lejos en los playoffs: los Rockets. No muchos jugadores hispanos pueden presumir de haber compartido vestuario con basquetbolistas de la talla de James Harden o Dwight Howard entre otros. Aquel elevador le ascendió tres pisos de golpe. Su máximo logro en la NBA había sido una segunda ronda en la postemporada (2013, cuando su equipo cayó 4-2 contra Indiana Pacers).

En su tercera temporada en la NBA, el argentino se vio ante la posibilidad de ir a unas Finales de la NBA, pero el agotamiento de una serie de infarto ante los Clippers pasó demasiada factura. Los Golden State Warriors no tuvieron piedad, llegaron con las piernas más frescas y avanzaron casi sin oposición (4-1) mostrando una superioridad abismal.

Sin embargo Prigioni tenía motivos de sobra para estar contento. Con 38 años de edad recién cumplidos y consciente del rol secundario que tuvo en Houston, sus actuaciones en varios momentos clave de la serie ante los Clippers fueron determinantes para que su equipo les dejara fuera. Correoso y con buena puntería (43.7 por ciento en tiros de campo y 37.4 por ciento en triples), los angelinos no tendrán más remedio que perdonar al armador por la intensidad mostrada en las semifinales.

Un talento en los pick and rolls y con una visión de juego de lo más desarrollada, Prigioni será el tercer armador en discordia de una lista que a priori cuenta con Chris Paul como el titular indiscutible y Austin Rivers en la segunda unidad. Al argentino le sobran talento y galones para erigirse como el recambio de Paul, pero tendrá mucho que demostrar a Doc Rivers para ganarse su confianza.

Instalado ya otro piso por encima, Prigioni no seguirá preguntando por el elevador del Staples Center porque continuará aferrado a su ascensor personal. Ëse que le ha vuelto a colocar en un equipo de lo más atractivo, con unas figuras como Paul, Blake Griffin o DeAndre Jordan que están deseando grabar su nombre en oro en la liga pero que todavía no han logrado superar las semifinales de conferencia en los últimos cuatro años. ¿Será esta la temporada que recorran la senda a las Finales de la NBA?

Si es así, Prigioni podría poner punto y final a su carrera firmando la temporada más exitosa de su etapa en la NBA. Con un contrato de un año, el argentino cuenta con una bala en la recámara. Es ahora o nunca… o casi nunca, porque con él nunca se sabe.

Las vistas siempre son más espectaculares en el último piso y Prigioni ya ha pulsado el botón de la azotea.