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Que parezca un accidente

Rodrigo Bentancur se iría al Real Madrid por 11 millones de euros Getty Images

BUENOS AIRES -- Fue un accidente. Nada más que eso. Un error a último momento de Bentancur, un chico con atributos de crack que además había jugado bien, le sirvió en bandeja el triunfo a San Lorenzo. Un triunfo que significa la punta en soledad.

Quizá esa acción fallida, que el oportuno Matos coronó con una definición serena y certera, sea una buena síntesis de las ambiciones y las estrategias de uno y otro. Boca, conocedor de su potencial -y de las urgencias de su público por ganar algo de valor-, se autoproclama protagonista. Juegue bien o regular, apuesta a sus argumentos de mayor peso y elabora. No espera lo las ofertas del rival. Piensa en positivo.

Y lo hizo correctamente ante San Lorenzo en el primer tiempo. Gracias a Meli, a Pablo Pérez, al propio Bentancur, un enigma sin resolución para la línea de volantes visitante. Completaban el panorama la velocidad pasmosa de Palacios, el tanque Calleri que se fajaba en el área y las proyecciones esporádicas de los laterales. Con ese libreto, Boca fue más.

Pero como no le alcanzó durante su mejor etapa –el comienzo–, no le alcanzó tampoco para ganar. Para dibujar en los números la diferencia que merecía. San Lorenzo, por su parte, invierte a largo plazo. Medita y trabaja los partidos. Incluso aquellos en los que tiene la responsabilidad de la búsqueda. Y a veces, la opacidad de su juego disimula su ánimo ofensivo.

En La Bombonera, aplicó a rajatabla el plan maestro del contraataque. No convenía cambiar golpe por golpe o desgastarse repartiendo la posesión. De hecho Barrientos, su hombre, junto con Blanco, más apto para administrar la pelota, fue sacrificado en el altar de la defensa, como segunda guitarra de Arias. El empate era un resultado apreciable para los de Bauza, que miran la totalidad del torneo, que regulan o aceleran según ese trazado extenso. No queman las naves, no se desesperan cuando un partido se presenta adverso o si la pelota no entra.

Esta estrategia, por supuesto, implica atención máxima por si se presenta la oportunidad fortuita. Como los cirujas, los jugadores de San Lorenzo merodean el territorio y auscultan hasta el último rincón en el que se pueda obtener una sobra. Una sobra que acaso se convierta en banquete.

Esta vez, Bantancur fue generoso y, con suma inocencia, regaló una pelota en las barbas de Orión. San Lorenzo se llevó un premio enorme, por el mero hecho de aguantar con decoro. Por soportar, sin perder el orden, el dominio de Boca que no cedió en ningún momento.

Dentro de un partido que, como suele suceder, tuvo una calidad inversamente proporcional a las expectativas. Boca seguramente se planteará un protagonismo más eficaz. San Lorenzo volverá al diseño paciente del porvenir, sopesando sus méritos y debilidades (y los del rival), sin sacar jamás los pies del plato.

Para Bauza, la campaña de un campeón es la suma de las partes. Y ninguna es determinante si no se la une a las demás. Previsor como la hormiga. Y, como ella, sin más brillo que el que otorgan el trabajo y la constancia.