MÉXICO --
Se decidió construir una pista de 3.1 millas en un parque público y destinado para un Gran Premio del Campeonato del Mundo. En 1962 no tuvieron éxito, pero siguieron adelante con los planes para ejecutar un evento que formara parte del calendario.
Ese año, el trabajo continuaba en México, Rodríguez ganó la Targa Florio, compartiendo un Ferrari Dino 246SP con Willy Mairesse y Olivier Gendebien. A finales de octubre, muchos de los equipos de Grandes Premios se reunieron en México, después de haber enviado sus respectivos coches tras el Gran Premio de Estados Unidos en Watkins Glen. Ferrari no asistió y Rodríguez alquiló el Lotus 24 de Rob Walker para la carrera.
Durante las prácticas, Ricardo perdió el control del auto y se estrelló en la curva más rápida, la Peraltada. El joven no sobrevivió al accidente y el país perdió a su mejor prospecto.
La carrera fue ganada por Jim Clark y Trevor Taylor a bordo de otro Lotus-Climax, con un brillante manejo del escocés quien tomó el auto en un pit stop y se repuso a los 57 segundos de diferencia que habían con el primero y segundos, Jack Brabham y Bruce McLaren respectivamente, para ganar la competencia.
Fue la última vez que dos pilotos en F-1 manejaron el mismo auto, algo muy común durante la década de los 50’s. Y para México, un evento contrastante: por una parte, uno de sus más brillantes jóvenes talentos perdió la vida en el país que lo vio nacer; por otra, nació el Gran Premio de México.