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LOS ÁNGELES -- Las declaraciones de Landon Donovan no han pasado desapercibidas en la comitiva de la selección de fútbol de Estados Unidos que se está ejercitando en la Universidad de Irvine, California, de cara al partido del sábado ante México y que decidirá al representante de la CONCACAF en la Copa Confederaciones de Rusia 2017. Todos conocen el sentir del excapitán, pero nadie ha querido comentar nada al respecto. “No nos importa lo que diga la gente de afuera. El grupo está concentrado en ganar el partido y no nos importa lo que suceda alrededor. Lo sabemos, el último partido en 2011 lo perdimos en el Rose Bowl y esta vez lo queremos cambiar”, destacó Jermaine Jones este martes. “Yo no me puedo preocupar por eso, es algo externo”, apuntó Kyle Beckerman. Ventura Alvarado tampoco quiso hacer alusión a los comentarios de Donovan, ni un Jurgen Klinsmann que aceptó unos minutos con ESPN a regañadientes y sin dar opción a que se le realizara pregunta alguna al respecto. Nadie quiso hablar. Cada vez son más los rumores sobre las diferencias de algunos jugadores con Klinsmann y fue precisamente Donovan quién afirmó que la presión que él pone a su grupo no corresponde con la presión que él mismo debería recibir. “Si un jugador juega mal y tiene una mala serie de resultados se va del equipo", dijo a ESPN FC. "Jurgen dijo muchas veces que quiere que nuestros jugadores sientan presión. Así que si pierden un juego no pueden ir a la tienda al día siguiente, si pierden un juego recibirán golpes de la prensa. Lo mismo debería suceder con el entrenador. Tuvimos un muy mal verano con malos resultados en la Copa Oro. El último partido contra Brasil fue probablemente el peor juego que he visto bajo el mando de Jurgen. Si se pierde contra México deberían ser despedidos. Creo que si Jurgen quiere mantener a todos los jugadores bajo esa norma, entonces él tiene que cumplir esa norma también”. ¿Por qué lanzó la piedra el excapitán estadounidense en un momento tan importante para la que fue su selección? De sobra conocida es la tensa relación entre coach y exjugador. Todo comenzó cuando Donovan decidió tomarse cerca de un año sabático en plena etapa de clasificación para la Copa del Mundo de Brasil. Las diferencias llegaron a su clímax cuando el director técnico de origen alemán optó por no convocar a Donovan para el Mundial después de varias actuaciones clave de Landon en el tramo final de la ronda clasificatoria. Poco después, el exjugador de Los Ángeles Galaxy se retiró definitivamente del fútbol, no sin antes recibir un insípido homenaje ante Ecuador. Sus palabras pueden no llegar en el momento indicado, pero el trasfondo podría estar reflejando el sentir que otros jugadores viven en silencio. La presión a la que ha estado sometido Klinsmann ha sido mínima en los cuatro años que lleva al frente del seleccionado. La falta de interés brilla en una nación que tan sólo se preocupa por lo que haga su equipo de fútbol en los mundiales. A esto se le suma el que los medios de comunicación están demasiado entretenidos con el béisbol, el básquetbol y el fútbol americano como para prestar atención al cuarto deporte en discordia. Por eso, fracasos como el de la Copa Oro (cuartos clasificados tras caer en semifinales ante Jamaica y en el tercer y cuarto puesto ante Panamá) pasan desapercibidos. La Federación prefiere no arriesgar con un finiquito a Klinsmann (o no puede por temas económicos) y el resultado es que el director técnico no tiene la presión de otros coaches por lograr los mejores resultados. Nadie quiere perder en esta u otras disciplinas del deporte y la vida, pero la cosa toma un tinte distinto cuando un puesto corre peligro, cuando el fracaso significa caer al precipicio. Ese es el efecto que quiere lograr un Donovan que sabe perfectamente qué dijo y dónde lo dijo: ponerle las pilas al único entrenador que le dio un 'no' por respuesta.
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