Carlos Irusta 9y

Narváez, ansioso y feliz

CASEROS -- Cuando llegó a la zona de los vestuarios, ubicado en el hermoso gimnasio “Tito Lectoure”, subió las escaleras a toda velocidad: se le notaba que quería correr y festejar, justo él que es tan reservado en sus actos. El gimnasio está pegado al Centro Municipal número 2 de Caseros, en el Partido de Tres de Febrero y en donde, ante unas quinientas personas, Omar Narváez le ganó por puntos, unánime, al dominicano Diego Pichardo Liriano.

La pelea se anunció por el campeonato Interino Latino, pero la WBO, a través de un pedido especial de su presidente, Francisco Valcárcel, a Jorge Molina, presidente de WBO Latino, fue por el título Internacional. “Paco hizo este pedido porque un boxeador de la jerarquía de Narváez, y luego de su trayectoria, merecía disputar una corona que no está en forma interina, y que además, tiene más alcance para la entidad”, explico Jorge Molina.

“Estaba ansioso, contento, más motivado por mi cumpleaños número 40 que por la inactividad de diez meses. En realidad, aunque vuelvo de una derrota, yo nunca me fui, por eso la palabra regreso está bien empleada pero no del todo. Lo que pasa es que la gente se mal acostumbró a verme ganar siempre”, nos dijo tras la pelea.

“Para mi es continuar después de una derrota dura, y al mismo tiempo me dio un respiro enorme. Es más, hablando de respiros: hasta me hice una intervención quirúrgica de la nariz, que venía postergando hace mucho tiempo”, continuó. “De una de las dos fosas tenía muy poca capacidad de inspiración y los médicos se asombraron de cómo podía rendir tanto con ese problema. Y la verdad es que ahora noté la diferencia al poder respirar mucho mejor”.

De hecho, Narváez terminó la pelea a todo ritmo, aunque frente un rival que, como se suponía, estuvo lejos de inquietarlo. “El Huracán” suma ahora 44 triunfos, con 2 derrota y 2 empates. Definió 23 antes del límite. Su rival, Pichardo, quedó con 16 ganadas, 7 derrota, 1 empate y solamente 3 KO. Aunque mostró velocidad y ritmo, cambiando de guardia y tratando de tomar el centro del ring, ya desde los primeros rounds fue controlado por Narváez que asumió el dominio de la pelea.

La diferencia entre ambos de notó con el correr de los asaltos. Narváez, al acortarle espacios, y no permitirle bailotear a los costados, pudo asumir el combate en la línea corta, en donde no solamente llegó con manos muy duras al cuerpo, sino también a la cabeza. Con el ojo derecho dañado, dio la sensación en el octavo round que hasta podría haber cabido un nocaut técnico para Pichardo. Sin embargo, el médico de turno, convocado por el referì Jorge Basile, dio el pase y la pelea terminó en los diez rounds estipulados.

“En el round diez terminé saltando. Antes el problema de respiración lo sufría de otra manera aunque no se notara, así que esa operación en la nariz me vino bien. Tan bien como para mi cabeza, para despejarme bastante, estar con mis hijos y saber quiénes están cerca de uno de verdad y quienes no”, continuó Narváez.

El equipo esperaba ansioso la pelea, teniendo en cuenta que se venía de una muy dura derrota ante Naoya Inoue, en diciembre del año pasado. Dentro de lo que puede ser el panorama local, Pichardo es un buen elemento –le ha ganado al cordobés Roberto “Incho” Sosa-, pero no es fácil compararlo con un boxeador de la trayectoria de Narváez. “La Pantera” Pichardo hizo lo que pudo ante un rival de una tremenda experiencia.

“Sentí que no se iba a entregar fácil y que si perdía iba a ser dignamente. Hubo un par de manos que le dolieron mucho al cuerpo. Y también a la cabeza –explicó Narváez-, pero sabía que no se iba a entregar asi nomás. Y, como se mueve mucho, es difícil conectarlo de lleno porqie se cierra bien en la guardia. Yo me lo tomé con calma y me vino bien hacer los diez rounds, sobre todo esta noche. Hoy estaba con todas las luces, trabajé contento y con mucha ansiedad por hacer esta pelea. Disfruté todo. Ahora uno es más consciente de las cosas, buenas y malas, que cuando uno es más joven. Disfruté lo que viví esta noche”.

Besó el ring cuando terminó la pelea, saludó a todos paladeando el momento y cerró la noche a su manera: esperando a diciembre, a una próxima pelea.

La revancha para Inoue se proyectará para el año que viene: una empresa muy, pero muy difícil, pero Narváez es de los que nunca se dan por vencidos…

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