Alejandro Caravario 8y

Un delantero ahí

BUENOS AIRES -- Las imágenes familiares de Messi en su apacible convalecencia agudizan las añoranzas. Mientras el mejor jugador del mundo descansa junto a sus hijos a la espera de que sane la rodilla, la Selección se debate en el desconcierto.

Tal vez porque el próximo rival de la eliminatoria, el 13 de noviembre, es Brasil, las señales de alarma se multiplicaron luego del insulso empate en cero conseguido en Asunción.

Es improbable que Messi, por muy autosuficiente que sea, corrija por sí solo el déficit colectivo del equipo de Martino que afecta a todas las líneas.

Pero en momentos en que domina la incertidumbre, la figura del gran icono deportivo criollo adopta proporciones míticas.

Y, a falta del mesías, comenzaron a surgir los nombres de otros ausentes. En especial, delanteros, habida cuenta de que la Selección, en teoría una potencia ofensiva, ha sumado tres partidos oficiales consecutivos con el arco en cero. Uno de ellos –la final de la Copa América– con Messi dentro del campo.

Entre los futbolistas barajados por los periodistas para una hipotética convocatoria de emergencia llamó la atención Lucas Pratto.

Aunque siempre se lo destacó como un delantero efectivo, mientras jugaba en Vélez a nadie se le hubiera ocurrido que estaba a la altura de Agüero, Higuaín o Tevez, terceto de reconocimiento mundial en permanente disputa por la titularidad en el centro del ataque nacional.

Pero como ahora la rompe en el fútbol brasileño, donde es el goleador del Atlético Mineiro, y Dunga deslizó que lo tendría en cuenta para armar un equipo con jugadores del torneo local, su cotización escaló vertiginosamente.

El nivel del Brasileirão no es superior al de la liga argentina. De modo que no se explica la repentina conversión de Lucas en candidato a integrar el seleccionado.

Quizá fue un ardid del DT de Brasil para embarrar la cancha en vistas del inminente clásico sudamericano.

Paranoia de lado, la mención de Pratto es la medida de la desorientación.

Por supuesto, los reclamos habituales se mantienen. Atenuados sus escándalos conyugales, Icardi volvió a ser postulado como el más apto proveedor de goles para un equipo que no encuentra el arco.

Si el Tata Martino les prestara la oreja a estas demandas, ya habría perdido la chaveta. Hemos escuchado durante años que privarnos del coraje de Tevez era un desperdicio inaceptable, pero parece que el Apache ya no es la solución. Y eso luego de apenas un partido como titular.

Si bien no se ha lucido en el planteo de los dos juegos por las eliminatorias, el entrenador tiene el suficiente aplomo como para evitar ser inducido a la desesperación.

No es necesario revisar detenidamente las ligas de todo el mundo para concluir que la Selección dispone de los mejores delanteros. Lesiones eventuales y alguna merma en el rendimiento (Di María) no borran esa realidad.

La más importante promesa futbolística, Paulo Dybala, también se ganó un lugar en el plantel.

Para decirlo más claro: están todos los que están. No habría que rebuscar apellidos milagrosos. Nada, salvo la impaciencia y el oportunismo, amerita un diagnóstico catastrofista.

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