BARCELONA -- La enrevesada situación política que se vive en Cataluña y su relación con España, a cada día más tirante, recibió un nuevo e inesperado impulso este martes, cuando se conocieron unas declaraciones de Manuel Valls, Primer Ministro francés, en las que abrió al FC Barcelona las puertas de la Liga francesa.
Nacido en Barcelona en 1962 y declarado hincha acérrimo del Barça, Valls mostró su parecer favorables a una entrada del club azulgrana en el campeonato francés si Cataluña fuera independiente en un ‘confidencial’ de la revista Challenges del mes de octubre.
“Después de todo, el Mónaco juega en la Ligue 1, por lo tanto…” expresó el dirigente, estableciendo un paralelismo entre Cataluña y Mónaco. Las palabras de Manuel Valls contrastan directamente con el discurso establecido en España, donde tanto políticos como Manuel Rajoy o mandatarios deportivos como Miguel Cardenal se han posicionado siempre contrarios a una posible secesión catalana a través de discursos amenazantes.
Javier Tebas, presidente de la Liga, ha ido más allá expresando su convencimiento de que el Barcelona no sería aceptado en ninguna otra Liga extranjera, coincidiendo con el presidente del Gobierno, quien ha constatado que ese extremo sería “totalmente imposible”.
El tono de Valls, sin embargo, es absolutamente distinto, no mostrándose cerrado a una posible independencia de Cataluña y, llegado el caso, expresando que el Barcelona tendría las puertas abiertas a sumarse al campeonato galo.
El político nunca ha ocultado su favor por el Barça, del que se declara hincha. “Cuando yo era joven, en agosto de 1975, unas semanas antes de la muerte de Franco, me acuerdo del ambiente increíble del estadio” rememora Valls, quien destaca que la historia del club azulgrana “no está vinculada solamente al fútbol. Soy un apasionado del fútbol ydel Barça. Está unido a mi familia y todo el mundo lo sabe”.
Las declaraciones del dirigente, teniendo en cuenta la importancia de su cargo en el mapa político de Europa, se convirtieron este martes en noticia de primer orden en España. En Cataluña fueron valoradas muy positivamente por sectores secesionistas, que entendieron sus palabras como un apoyo a las aspiraciones de independencia.