<
>

Pelea para recordar... no la mejor

Durante el pasado siglo fueron muchas las batallas que recibieron el gigantesco nombre de "Pelea del Siglo". Tan temprano como el 14 de septiembre de 1923, en Nueva York, cuando el campeón mundial de peso completo Jack Dempsey venció al retador argentino Luis Ángel Firpo ante 80 mil personas. También fue llamada pelea del siglo la que protagonizaron en Manila, el 1º de octubre de 1975 otros pesos completos, Muhammad Ali y Joe Frazier así como la de Sugar Ray Leonard y Thomas Hearns en septiembre de 1981.

La dimensión del nombre con el que fueron llamadas esas batallas, en cierta manera resistió a las críticas y colmó las expectativas. Tanto previas como posteriores, pese a las limitaciones de su tiempo para que pudieran ser vistas en todo el planeta. Junto a otros grandes combates que se ganaron su lugar en la historia de ese siglo, son parte del mejor recuerdo. O sea, la historia las celebra y protege con enorme respeto por la huella que ellas dejaron en los aficionados de cada una de sus épocas.

Ahora, en un nuevo siglo, el primero del nuevo milenio, la historia se repite. Aparece una nueva "Pelea del Siglo", la de Floyd Mayweather y Manny Pacquiao. Y es obvio preguntarnos: ¿merece esa batalla ser llamada de tal manera?

Ni tan poco ni tan demasiado, debería responder a quien me hiciera esa pregunta. Porque hay que reconocer algunas cosas y negar otras a la hora de aceptar o no ese nombre para el combate del 2 de mayo. Es verdad que la pelea de Mayweather-Pacquiao superará en alcance y recaudación a otras batallas que la historia recuerda como "la más grande", pero no duden que en unos años será superada en todo por otra batalla, sin que necesariamente los dos rivales tengan la dimensión mediática de Floyd o de Manny.

Esa definición que puede parecer, en principio, poco entendible, responde a la lógica del momento en que nos ha tocado vivir y que, por tomar algún ejemplo, no vivieron los que tuvieron la suerte de asistir en vivo o mediante la televisión de la época, a peleas memorables como las de Muhammad Ali, Joe Luis o Rocky Marciano entre otros.

La pelea del 2 de mayo llega en pleno auge del expansionismo de las comunicaciones y "se cae de la mata" (al decir caribeño) que esa situación va a repercutir favorablemente en los números. Y es que la pelea de Floyd y Manny es un evento mediático de alcance planetario, como lo es la final del mundial de futbol, los juegos olímpicos, la definición de una temporada de Fórmula Uno, el choque de dos invictos de la UFC, el Super Bowl de la NFL, una final de la NBA y tantos otros eventos deportivos que atraen la atención mundial.

La época en que vivimos, es capaz de transformar lo que sea en un episodio universal, gracias a la repercusión que la tecnología digital, sumada a la facilidad de transmitir vía satélite y el auge de las redes sociales. El mundo tiene el mismo tamaño de siempre, pero ante nuestros ojos la aldea global ha quedado muy pequeña.

La pelea será en Las Vegas, en suelo estadounidense, pero quien no viva en este país, es parte del mismo gracias a sus contactos en redes o el "machaqueo" continuo de cosas que aquí suceden. La tecnología virtual nos ha internacionalizado y eso puede ser bueno o malo, pero necesariamente ha transformado la visión que tenemos del mundo como tal.

Y la pelea del 2 de mayo llega en el mismo inicio de esa transformación, por ello, ni será la pelea del siglo ni tampoco será la que más recaude en este siglo, por más que a todos nos guste comparar estos eventos con episodios de un pasado cercano, pero demasiado diferente para tomarlo en cuenta de manera referencial.

Se pagará cerca de 100 dólares para verla por TV en algunas partes del mundo y los valores de los asientos, en la reventa pueden trepar a cifras siderales. Parece algo desmesurado, pero no lo es. Si solo tomamos en cuenta lo que cuesta una entrada regular a cualquier concierto de un músico de renombre internacional, en cualquier país latinoamericano, por estos días, veremos que también a la hora de aceptar pagos astronómicos el mundo ha cambiado en sus costumbres.

Y hay factores relacionados con lo virtual que juegan su partido a favor del gasto. ¿Cuántos no habrá que se unirán en una foto selfie, con el televisor detrás sintonizado a la pelea de Mayweather-Pacquiao, para postear en Facebook una forma de participación en el evento? ¿Cuántos pagarán un precio fuera de lo acostumbrado para estar en Las Vegas durante el evento y lo demostrarán con su infaltable foto delante del hotel o en las boleterías del GM Grand? O la foto familiar junto a la carne asada en el previo de la pelea, o la foto con amigos en el cine donde verán el evento en grupo o la imagen de la tableta o el teléfono celular por donde asistirán al combate en cualquier servicio online desde cualquier punto del planeta.

Para hablar de los grandes eventos, hay que ser parte de los grandes eventos y en eso se asocian las redes sociales, la mercadotecnia y un mundo cada día más globalizado para que esta pelea recaude lo que ninguna ha recaudado hasta el presente.

Sin embargo, insisto en aclarar que, a mi juicio, será la más exitosa de la historia hasta hoy, pero ni por asomo la mejor del siglo. Habrán otras que recaudarán más, mucho más y estaremos tan acostumbrados a ello, que ni siquiera será noticia la ganancia económica de los involucrados. Y si algo queda por calmar los ánimos de quienes la celebran ya como "La pelea del Siglo", les decimos que, primero deberán pelear, tendrán que emocionarnos, tendrán que brindar un gran espectáculo, tendrán que ser elogiados luego de la batalla como lo fueron los protagonistas de eventos similares a lo largo del siglo pasado y por si fuera poco, deberán esperar 85 años, cuando llegue el recuento final de todas "las batallas del siglo".