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Algo tenían que hacer

PITTSBURGH -- Los Pittsburgh Steelers estaban recibiendo más prensa negativa que cualquier otro equipo de la NFL en semanas recientes, y eso no era bien visto por los dueños ni por la directiva del equipo.

Era cuestión de tiempo, por lo tanto, hasta que alguien pagara los platos rotos.

Esa persona resultó ser el receptor abierto Santonio Holmes.

Los Steelers canjearon al Jugador Más Valioso del Super Bowl XLIII a los Jets, a cambio de una selección de quinta ronda del draft.

Es cierto que los Jets robaron a los Steelers, al ceder apenas un pick de quinta ronda por un muy buen receptor. Pero está claro que, para Pittsburgh, esta movida tiene más que ver con el comportamiento fuera del emparrillado, que con el desempeño dentro del campo de juego.

Holmes, quien sería suspendido por los primeros cuatro partidos del 2010 por violar la política de abuso de sustancias de la liga, iba camino a convertirse en el WR Nº 1 de los Steelers, antes de que diversos incidentes lo pusieran en capilla.

Fue suspendido por el equipo durante la temporada del 2008, tras ser sorprendido con marihuana en su auto. Y antes del Super Bowl XLIII, Holmes admitió haber vendido drogas en su juventud.

Más recientemente, una mujer lo acusó de arrojarle un vaso.

Agreguen a esto los publicitados problemas legales del mariscal Ben Roethlisberger, y es obvio que los Steelers pensaron que algo debían hacer para recomponer la imagen pública del equipo.

Al final, es mucho más fácil para ellos canjear a un receptor, que desprenderse de un mariscal franquicia de 100 millones de dólares.

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