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Igor disfruta su nueva vida

Juan González juega en Puerto Rico en una liga que era amateur Juan Martínez/El Nuevo Día

VEGA BAJA, Puerto Rico -- Cerca de las cinco de la tarde, se baja de su automóvil cargando un maletín de los Cardenales de San Luis, vestido con una playera sin mangas, pantalón de entrenamiento y zapatillas de jugar béisbol.

El parque, con una capacidad de apenas tres mil personas, está vacío. Sólo los empleados que pintan las líneas de cal para delinear el campo de juego y un par de empleados de la cantina, preparando frituras y muslos de pollo para los fanáticos que comenzarán su peregrinaje en par de horas, observan la llegada del dos veces Jugador Más Valioso de la Liga Americana.

Juan "Igor" González saluda a un par de jovencitos, ya vestidos en uniforme de béisbol rojo con letras azules que leen Vega Baja, que ayudarán como carga bates en el partido del equipo apodado Melao Melao ante los Antesalistas de Cataño. El reconocido pelotero cruza los portones camino al dugout, en preparación para el encuentro de la Federación de Béisbol de Puerto Rico.

A las ocho de la noche de un húmedo sábado, González pisará el terreno como bateador designado en el torneo, que encompasa 48 equipos divididos en ocho secciones.

Ha sido un largo camino para el jugador de 40 años, que a comienzos de la década era uno de los más temidos bateadores en el béisbol de las Grandes Ligas y que jugaba ante decenas de miles de fanáticos día a día y que conectó 434 cuadrangulares en una carrera de 17 años en la gran carpa.

"Yo, Gracias a Dios, (tengo) esa pasión desde niño por el juego de béisbol, y dada la oportunidad que Dios primeramente y la Liga de Béisbol Doble A le da a los profesionales y yo poder vestir la franela de mi pueblo, al abrirse esa puerta he podido entrar", señaló sonriente González en una extensa entrevista con ESPNdeportes.com en su hogar en Vega Baja, ciudad al este de San Juan. "Estoy ahí ayudando, aportando de mis conocimientos y mi experiencia a los muchachos jóvenes. A la misma vez es un orgullo propio".


González aprovechó la oportunidad que se le presentó cuando la Federación de Béisbol de Puerto Rico, en el pasado el organismo de béisbol aficionado en la isla, abrió sus puertas a los jugadores profesionales. Desde hace tres años, los equipos pueden contratar a profesionales que no estén participando en torneos profesionales, pero con la limitación de que éstos sólo pueden jugar con los conjuntos de sus pueblos natales.

Además de González, el guardabosque José Vidro y el receptor Raúl Casanova, son los principales ex Grandes Ligas que participan en el torneo, aunque hay otros jugadores cuyas carreras no fueron tan destacadas que participan en la Isla.

De primera intención, se podría inferir que González juega en esta liga, en donde los salarios son de tres cifras en vez de seis, por problemas económicos. El ex guardabosque de los Vigilantes de Texas tranquilamente lo niega, y de hecho, señala que es cuando más se ha divertido practicando el deporte que ejecuta profesionalmente desde los 16 años de edad.

"No, no. Lo hago por satisfacción propia y por orgullo de que estoy jugando por mi pueblo y poder ayudar a los demás", explicó González. "Dios me dio la oportunidad de jugar mucho tiempo en el mejor béisbol del mundo, a unos se lo da poco tiempo, a otros se los dio poco tiempo, a mi me lo dio mucho tiempo a pesar de las lesiones. Gracias a Dios guarde mi dinero, tengo mis propiedades, y siempre el mismo. (Quiero) vivir una vida tranquila y poder ayudar al prójimo en lo que se pueda dar".

A diferencia de su tiempo en las mayores, en donde contaba con entrenadores personales y se ejercitaba en gimnasios en los propios estadios, González se encarga de su preparación, que incluye tiempo corriendo en la playa, régimen de pesas, práctica de bateo con su compadre en el Oeste de la isla y el estilo vegetariano de vida.

"Mayormente me levanto, temprano, A las 10 de la mañana voy al gimnasio. Si no, voy a la playa, joggeo, me mantengo joggeando hay que mantener el cardiovascular porque no es el mismo ritmo de juego", dijo González. "Practico, bateo. Cuando estoy en el área oeste, el compadre mío me pitchea, bateo, corro las bases. No es el mismo ritmo de antes, pero por lo menos mantengo un ritmo de que puedas soportar la carga".

La carga incluye una práctica a mitad de semana en el estadio Carlos Román Brull, a par de kilómetros de la playa. Allí, comparte con jugadores cuyas edades fluctúan entre los 18 y 45 años. A diferencia de los estadios en las Grandes Ligas, el terreno de juego es hasta cierto punto responsabilidad de los propios jugadores, la mayoría de los cuales tienen empleos en la empresa privada y los gobiernos estatales y municipales.

Esas prácticas, similares a las que se efectúan antes de la celebración del partido, incluyen estiramiento y carreras cortas y la práctica de bateo ante entrenadores en similares condiciones. De hecho, en el estadio de Cataño, un suburbio de San Juan, las prácticas de bateo se efectúan sin una caja de bateo y en Vega Baja, el aparato es preparado y movido por los propios jugadores.

NIEGA EL USO DE ESTEROIDES

Juan "Igor" González se reafirma que nunca usó esteroides en las Grandes Ligas. Leer aquí.

Esto, sin embargo, no molesta a González, quien ve esta etapa de su vida como una oportunidad para poder jugar el deporte que ama y para transmitir sus conocimientos a los jugadores jóvenes, que ansían una oportunidad en el gran circo o una nueva oportunidad en la vida.

"Ellos me ven como una figura, pero soy su compañero y soy su amigo, no se limiten a nada a hacerme una pregunta, lo que sea para bien de ustedes", señaló González, quien se ha convertido en una figura ejemplar para el conjunto. "Yo les digo, si tu llegas temprano, te programas, te da tiempo a estrecharte, te da tiempo a acondicionar tu cuerpo y mejorar una lesión. Te da tiempo a enfocarte".

En ocasiones, no sólo ha servido como ejemplo en el béisbol. Se ha visto en la necesidad de reenfocar a jóvenes que han enfrentado problemas con la justicia en el país, que enfrenta una alta tasa de criminalidad y que han visto en el deporte una manera de canalizar sus problemas y preocupaciones.

"He aprendido en este equipo de mi pueblo que la compenetración de unos y otros muchachos que han tenido problemas con la justicia", explicó González. "Pero yo llego y les digo la vida se puede ver de otra manera, ya te caíste, te levantaste, mira hacia arriba a Dios, camina firme y vamos a disfrutarnos. Esto es un juego. Si ganamos, ganamos todos, si perdemos, perdemos todos".

La participación de González en este béisbol no llega sin controversia. Aunque alejado del foco público desde hace varios años, de hecho es selectivo en sus entrevistas a los medios noticiosos, los puritas del béisbol en la isla afirman que su presencia y la de otros profesionales afecta el desarrollo de jugadores jóvenes.

Sin embargo, Israel Roldán, presidente de la federación, afirma lo contrario.

Según el abogado de profesión y vicepresidente de la Federación Internacional de Béisbol, la participación de jugadores profesionales no creará desbalance en el torneo, que suma más de 1,200 jugadores elegibles. Para ello, el sistema que se creó evita que equipos con más de un jugador elegible puedan copar el torneo.

"Lo que nosotros hemos hecho hemos creado un sistema sub generis que regula la participación de estos jugadores con el propósito de mantener un balance en el torneo, de forma que ningún equipo que tenga más recursos que otros cree un desbalance en la competencia", explicó Roldán.

De esta manera, sólo un jugador natural de cada pueblo puede participar en ese equipo y, de surgir otro nativo de esa misma región, entonces pasa a tener la opción de jugar con el equipo de peor récord en el pasado torneo. A la vez, ningún jugador establecido es desplazado al sumarse dos casillas más al listado de cada equipo, aumentando a 26 el total de peloteros en cada roster.

"Eso lo resolvimos de la siguiente forma. El listado de jugadores por equipo era de 24 jugadores. Cuando abrimos el listado para un jugador profesional, no está desplazado a ninguno", explicó del líder federativo. "Sí, esta desplazando a uno que está en el banco, pero eso es parte de la competencia".

Al presente, la presencia de González en el equipo ha dado resultados, no solo en su pueblo sino en los parques en los cuales juega. Vega Baja fue último en su sección en el torneo del 2009 y a mitad de campaña encabezaba la misma con marca de 11-2. El año pasado, el Melao Melao promedió poco más de 300 fanáticos por partido. Al presente, más de 1,000 aficionados cruzan los tornos los fines de semana.

Para González, participar en este torneo es una experiencia vigorizante. Tanto en el parque Perucho Cepeda en Cataño, como el Román Brull en Vega Baja, el toletero interactuó continuamente con aficionados de su pueblo.

En Cataño, se sentó en sillas de playa fuera del dugout y entre entradas llamó por su primer nombre a compueblanos que alquilaron un autobús para seguir al equipo y preguntó por familiares, prometió a otro un autógrafo al concluir el partido y se sonreía cada vez que lo apoyaban mientras tomaba su turno al bate.

"Es que en realidad, aquí pues estando uno en su pueblo, que uno conoce, de muchacho me he ligado socializando, Es una costumbre. En Grandes Ligas es más individual. Aquí obviamente como figura que salió de este pueblo, aquí le brindo ese cariño, esa alegría principalmente a los niños", dijo González mientras tomaba café vegetariano preparado por su progenitora. "No es nada diferente, es el mismo juego, las mismas tres bases, nueve posiciones, lo que cambia es la comunidad. Cambia la comodidad. Eso fue trabajo y esto es disfrutando y tratar de llevar un mensaje a la juventud y un pueblo que está detrás de uno".

Aunque es eje central de la actividad deportiva en Vega Baja, los medios noticiosos locales se han mantenido alejado de su persona. Removido cinco años del béisbol de las Grandes Ligas, la atracción a González se centra más en su pueblo y apenas es mencionado en programas de chismes como Súper Exclusivo, un programa de televisión dedicado a chismes de farándula y figuras públicas en Puerto Rico.

"Le doy Gracias a Dios. Yo me siento bien tranquilo, ser figura pública en los países nuestros no es fácil", explicó González. "Pero cuando uno se ha dado a querer y uno comparte con las personas, tu te me pareces a alguien, y le digo yo soy Igor. Estoy disfrutando de lo que es vida privada ahora. Mientras uno está en el fuego, no hay vida privada".

Si alguien conoce de escándalos es el propio González, ya que estuvo casado con figuras de renombre en Puerto Rico. Uno de sus matrimonios fue con la voleibolista profesional Elaine López, hermana del ex receptor de Grandes Ligas Javier López. Este matrimonio terminó abruptamente cuando fue retratado besando a la cantante Olga Tañón, ganadora de premios Grammy, con quien finalmente se casó y procreó una hija antes de divorciarse en el 2000.

Sorpresivamente, González supo separar su vida profesional de sus problemas personales. En esa época en que fue eje central de escándalos, González tuvo sus mejores años en las Grandes Ligas, en donde sumó uno de sus dos premios JMV.

"Voy a ser sincero, cuando estaba aquí me afectaba, pero mientras estaba jugando yo tengo que dividir la vida privada de mi trabajo. Esto es bien raro, porque la mayoría de los atletas cuando tienen un problema así se bloquean. Yo fui MVP, más valioso, porque yo me enfocaba", apuntó González, que también ganó el galardón en 1998. "Yo tengo que trabajar, hacerlo aquí, para cuando tenga tiempo resuelvo (los problemas). A veces yo digo si esto no hubiese sido así, pero uno tiene que ver mucha prensa, pero es así, hay etapas en la vida que uno tiene que pasar".

Aunque jugó gran parte de su carrera con Texas, González asegura que fuera de la etapa presente en Puerto Rico en donde más ha disfrutado jugar es en Cleveland, en donde participó con sus compatriotas Roberto Alomar y Wilfredo Cordero.

"Experiencia grata, en Cleveland, y yo jugué muchos años en Texas. En Cleveland vi lo que es un fanático apasionado con sus peloteros. El calor, se meten en juego. En Cleveland le cogen cariño al pelotero. Muchos nos ven como máquinas de producir", dijo González. "En Texas, después que se fue el grupo de George Bush, eso cambió… En Cleveland yo vi a un Jim Thome batear .090 y la gente de pie. Este sitio era diferente".

Curiosamente, González jugó con los Indios luego de pasar un año en Detroit, equipo que lo adquirió en la temporada baja de 1999 de los Vigilantes. Con los Tigres, conectó apenas 22 jonrones y remolcó sólo 67 carreras. Aún así, Detroit le ofreció un contrato multianual ascendente a $140 millones, el cual rechazó.

"Experiencia fuerte fue en Detroit, yo no esperaba el cambio. Llego allí entusiasmado, y me encuentro que el equipo no era el mejor", relató González. "Lo más difícil que me pasó allí es que salías a nueve de la noche, no había un sitio donde comer".

Otra experiencia negativa en Detroit fue el Comerica Park, estadio que estrenaban los Tigres en la temporada que adquirieron a González. El jugador recordó que las distancias y el frío afectaban a los bateadores y no fue hasta después que abandonó los Tigres que decidieron acercar las verjas al diamante y hacerlo más amigable a los bateadores.

"Siempre dije que aquel parque no era para jugar béisbol. Cuando Lou Piniella llegó allí dijo, ¿y esa jungla? Eso lo dijo Lou Piniella, yo me eché a reír. Es una ciudad bien fría, uno le daba a la bola y viraba para atrás", dijo González.

Las distancias en los parques en Puerto Rico han sido amigables para el toletero, quien al 11 de abril promediaba .315 y sumaba cinco cuadrangulares. En los estadios de Cataño y Vega Baja, las líneas en los bosques terminaban en los 316 pies. El jardín central en los parques promedia 375 pies.

Fuera de jugar béisbol, González asegura que tiene su enfoque en atender las peticiones de ayuda comunitaria que se le presenten. Sólo tiene una condición para hacerlo: no quiere promoción o publicidad.

"Me mantengo firme ahí. Yo como cristiano, la palabra dice, cuando usted da algo no lo pregona. ¿De qué vale yo venir y ayudar a aquel y sacarlo en todos los titulares, eso no es dar. Yo ayudo pero les digo que no, no diga nada", dijo González.

De hecho, durante el partido en Vega Baja acordó visitar a un muchacho que quedó impedido tras sufrir un accidente luego de jugar un partido de béisbol en la categoría juvenil. Sólo le solicitó a los familiares que no se publicitara la visita.

Aunque este año es elegible para ser electo al Salón de la Fama, González no se sentirá frustrado si los votantes no lo seleccionan.

"Es un sueño increíble. Hay que estar claro que no soy el único que estoy para la selección. Si no entro, vendrá su momento. Los números están ahí", dijo González.

Mientras tanto, el ex toletero de las mayores continuará jugando en pequeños parques alrededor de Puerto Rico, una isla de 3 millones y medio de habitantes, un número menor que el total de habitantes de la mayoría de las ciudades en donde jugó su carrera profesional en las Grandes Ligas.

Y saldrá del estadio hacia su residencia en un exclusivo sector de San Juan para bañarse luego de jugar, ya que la mayoría de estas facilidades no tienen vestidores con duchas.

Un largo y diferente camino al que recorría cuando jugaba en las Grandes Ligas.