ESPNdeportes.com 14y

El silencio no es salud

BUENOS AIRES -- La procesión que llevó a Juan Martín del Potro en un carro de bomberos por las calles de su querido Tandil al regreso del US Open 2009 tuvo un comienzo en privado, en la ruta 226 y Avenida Newton. Allí, el rey de Nueva York pudo ver por primera vez a su madre y su hermana. Nadie los molestó, era el momento de ellos solos. Luego sí, a saludar a la ciudad entera desde el balcón municipal y brindar un sentido discurso.

"Le empecé a hablar un rato en forma casual y voy a usar lo que me dijo. Mi fotógrafo hizo su parte. Era la única manera de tener una entrevista con ella", contaba una periodista de una revista del corazón. Hablaba de la hermana de Juan Martín: la misión en Tandil era entrevistarla, pero la enviada eligió no decirle que lo estaba haciendo. "La llamamos 'nota robada'", justificó, casi orgullosa de haber atrapado a la presa.

Se observó en Tandil, antes y después: la familia Del Potro tomó una saludable decisión a partir de los triunfos de su integrante más famoso e hizo, de la privacidad, un culto. No habrá fotos familiares en Tandil para las revistas, ni apariciones o declaraciones en medios en general.

Guiado por su padre, Daniel, Juan Martín empleó el mismo camino; el problema es cuando el bajo perfil también incluye su costado público, el de tenista con miles de fans en todo el mundo.

En una época de sobreabundancia de la información, Juan Martín ignora esa palabra. En un primer momento, porque quería concentrarse en su carrera, superar las lesiones que le preocupaban al inicio de su fase profesional, contratar un entrenador de confianza y luego planear cómo acercarse al top ten. "Hoy ya está bastante grande para ocuparse de sus asuntos", me decía recientemente una ex figura del tenis argentino, y algo de razón tiene.

No es un capricho de periodista para llenar un espacio vacío, sino la necesidad del público seguidor, una multitud que ya no es pasiva sino que busca la información por sí misma, que genera contenidos, que inunda los espacios públicos de Internet como foros y redes sociales diversas. Ellos se preguntaron durante estos cuatro meses qué era de la vida de Del Potro. De la vida profesional. Redondeamos el concepto: no se pide que cuente su vida privada, sino que ejerza una comunicación correcta con los tiempos que corren.

El episodio de la muñeca operada es entonces el ejemplo. Es cierto que le fue difícil al tandilense y a su equipo dar con el diagnóstico preciso, que hubo consultas médicas varias, pero el desconocimiento sobre el estado del jugador en los últimos meses fue generalizado. Su manager argentino no siempre atendía el teléfono y tampoco oficiaba de comunicador en forma eficaz. Su manager europeo no estaba al tanto de las últimas novedades, o al menos decía no estarlo.

Franco Davin, su entrenador, se cansó de atender llamados y cumplir una función que no le correspondía. Desde la ATP, interesados en resaltar la figura de joven promesa que herede a Roger Federer y Rafael Nadal, siempre vieron con preocupación el asunto, pero no pueden hacer más que aconsejar. Las empresas que invirtieron miles de dólares en su imagen comprobaban, perplejas, que Delpo justamente no quería proyectar ninguna imagen.

Sin conferencias o jefe de prensa (el año pasado, Del Potro trabajó con un equipo de una consultora de comunicación, pero el padre los echó a los dos meses), sin página oficial de Internet -una falta de varias estrellas latinas de la última década-, el silencio de Juan Martín alimentaba los rumores más diversos, que iban desde lo físico hasta lo mental.

Que los ataques de pánico, que las somatizaciones, que las ganas de no jugar más al tenis... Hay que aclarar que las versiones sobre cuestiones psicológicas partieron de fuentes cercanas al jugador, hasta del mismo equipo de trabajo. Pero el silencio generaba el problema: ante la confusión, el bajo perfil, el espectador no sabía qué creer y alimentaba los rumores como bola de nieve. Conocida la operación, ahora es lógico que defienda al deportista, que asuma que hubo un mal ejercicio del periodismo.

"Como no tenía nada importante que comunicar, no hablaba", explicó Juan Martín a su llegada a la Argentina tras la operación. Su metodología para confirmar la intervención fue enviar el mensaje a sus fans a través de tres periodistas con los que mantiene una buena relación. Esta forma selectiva de emplear a los medios (se recuerda: son "medios" porque justamente "median" entre protagonista y público) quizá sí sea un tema interno de los periodistas: al público le llegó la información y con eso se conforma, no importa quién la dé primero o cuántos la tengan.

No queremos que la primera columna termine sin propuestas: si los posibles jefes de prensa piden mucho dinero, si se quiere mantener la baja exposición aún en su profesión pública, recomendamos el uso de un perfil de Facebook o una cuenta en Twitter. Ya lo demostró Manu Ginóbili: no necesitó de intermediarios para contar sobre su paternidad, anunciar su baja del Mundial o la renovación con los Spurs. Comunicación directa del protagonista al espectador.

Del Potro elegirá el rumbo a seguir, pero son apenas 140 caracteres los que necesitó Manu, unos 15 segundos que a Juan Martín le podrían hasta servir para evitar disgustos. Y les hará ahorrar tiempo y preocupación a los que tipean "Del Potro + lesión" en los buscadores de noticias.

^ Al Inicio ^