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Una decisión complicada

BUENOS AIRES -- "Vení, te tengo que contar algo".

Andrea Collarini comenzó el relato y no pudo terminarlo sin soltar lágrimas. La situación lo había sobrepasado. Primero pensó en negarse, después entendió que era una oportunidad única.

Agustín Velotti lo contuvo con una frase sabia: "Para mí, vos vas a seguir siendo un amigo, no cambia nada si jugás para Argentina o Estados Unidos".

Collarini, juvenil de proyección importante, finalista del último Roland Garros Sub 18 (definición que perdió justamente ante Velotti) es hijo de padres argentinos; nació en Nueva York y recién tramitó el pasaporte argentino a los 15.

Su etapa formativa la realizó en Buenos Aires y compitió con la celeste y blanca en torneos por equipos. La Asociación Argentina de Tenis le pagó pasajes y le consiguió invitaciones para torneos profesionales. Hasta que, en el final de su carrera juvenil, llegó el momento de tomar una decisión difícil.

La USTA, asociación del tenis de los Estados Unidos, le había echado el ojo y ofrecía una beca tentadora, que incluía, a saber: centro de entrenamiento (conservando a su entrenador, Diego Moyano) y hospedaje en Boca Ratón, comida, fisioterapeuta, psicólogo, masajista y, en realidad, lo que desee. Están a su servicio todo el día. La propuesta había llegado por parte de José Higueras, ex entrenador de Pete Sampras y ex integrante, con Moyano, del cuerpo técnico de Robby Ginepri.

Sin conocer los detalles del contrato, de lo cual se ocuparon sus padres, Collarini meditó y decidió aceptar. Al lado de su nombre, ahora aparecerá la bandera estadounidense.

Como todo cambio, las consecuencias fueron positivas y de las otras. Collarini ya no deberá gastar dinero en sus entrenamientos, a la vez que extraña a su familia. En Roland Garros, debió enfrentar al argentino Renzo Olivo, amigo suyo, y ver cómo la gente que lo ayudaba esta vez hinchaba en su contra. "Me sentí ofendido", dijo tras ese encuentro, por un par de actitudes que no le gustaron.

Héctor Romani, vicepresidente de la AAT, afirmaba: "En este chico nosotros invertimos mucho. Esto es un disgusto, pero no es culpa de él, sino de las grandes federaciones; aquí formamos jugadores, y después viene otro país, pone mucha plata y se lo lleva". Collarini iba a jugar Roland Garros junior con Velotti, pero la Asociación Argentina le sugirió al segundo no hacerlo, y finalmente Facundo Argüello fue su compañero.

En las páginas de Internet argentinas y latinas en general, moderno reflejo de la opinión de la calle, no faltaron los que lo trataban de "vendepatria". Poco acostumbrado a enfrentar a la cantidad de grabadores, micrófonos y cámaras que lo buscaron en París, Collarini lucía confundido. "Quiero jugar la Copa Davis para la Argentina, me sigo sintiendo argentino", le decía al diario La Nación. "Yo nací en Estados Unidos, soy más americano (por estadounidense)", le confiaba sonriendo, un rato más tarde, al periodista contratado por USTA.com.

"No me pone bien lo que dijeron de mí, que no fui muy agradecido, que me olvido de la federación. No es así. Sólo tuve una oferta muy buena que creo que el 90 por ciento de los jugadores hubiera aceptado", indicó Andrea.

Su caso habla del poderío económico de las potencias y la falta de legislación al respecto, pero también de que un tenista, por naturaleza, sólo debe pensar en su propio beneficio. Es lógico que lo haga: su vida útil es de 15 años como máximo. A los 30, el jugador ya puede ser un "jubilado" y debe vivir (o sobrevivir) de lo que cosechó en dinero, imagen y prestigio. Collarini, a los 18, atraviesa un momento crítico: el de la inserción en el campo rentado. Cualquier error puede traer importantes consecuencias.

"La gente está confundida, acá no hay ningún contrato, es más bien una beca. En tres meses, si se quiere volver se vuelve", sostuvo Ricardo, su padre.

"Fue una decisión difícil, pero la tomamos también por un tema geográfico: en Estados Unidos hay decenas de futures y challengers, hay varios torneos ATP, cuatro Masters 1000 contando el de Canadá, un Grand Slam. Él, en dos horas puede estar en su casa".

"Diego, su entrenador, ya tramitó la visa y está viajando para instalarse con él. Allá no le faltará nada para poder desarrollarse. No somos desagradecidos, estamos contentos con la ayuda que brindó la AAT".

Justamente, Collarini está todavía en una etapa de desarrollo, por lo que las presunciones sobre a qué bandera representaría en caso de jugar la Copa Davis suenan, por lo menos, exageradas de analizar hoy. "Le preguntaban en París sobre qué colores vestiría, y él respondía: 'Primero me falta ganar un future, después un challenger, después partidos en ATP… falta tanto para poder pensar en eso...", cuenta Collarini padre.

Ryan Sweeting, bahameño de 22 años, también recaló en la USTA, pero por el momento no pudo superar el ranking 116º. La Federación Kazaja está invirtiendo millones de dólares en el tenis con el objetivo de subir al Grupo Mundial de la Copa Davis y por eso "contrató", con acuerdos generosos, a Evgeny Korolev, Andrey Golubev y Yaroslava Shvedova (cuartofinalista en París), todos ellos nacidos en Rusia. En este deporte, los cambios de representación son constantes y no siempre obedecen a una misma razón.

El de Martín Vassallo Argüello es un caso especial: durante parte de su carrera se entrenó en Olbia, en la isla de Cerdeña, con Guillermo Pérez Roldán. Argentino con ciudadanía italiana, cambió su país de representación por unos años a pedido de un grupo de veteranos socios del club donde se entrenaba, que lo iban a ver en los torneos por Italia, lo invitaban a sus casas y a jugar al fútbol. "Hacete italiano", le pedían, y él los complació con un simple correo electrónico a la ATP. La Federación Italiana le envió a Vassallo Argüello e-mails y faxes para que los representara en la Copa Davis y los Juegos Olímpicos, pero él se negó. A fines de 2003, volvió a cambiar a "Martín Vassallo Argüello (ARG)".

Fernando Meligeni, nacido en Buenos Aires y mudado a San Pablo a los cuatro años, naturalizado brasileño en 1990, conoce bien sobre este tipo de situaciones y por eso aconsejó a Collarini en París, a pedido de Leo Azevedo, entrenador brasileño de la USTA que acompañó al juvenil.

"Tuve la chance de conversar pocos minutos con él la noche anterior a su final. Me quedé imaginando cómo con 17 ó 18 años, algunas decisiones son tan importantes y complicadas. Yo viví algo parecido, con más serenidad y menos presión", contó Meligeni en su Blog do Fininho. Según el medallista olímpico, "mi madre quería que representara a la Argentina, pero yo siempre me sentí brasileño".

Por eso, en su libro Aqui Tem!, Meligeni escribió: "Creo que no es difícil entender por qué, para una persona que optó por ser brasileña, siempre era irritante oír o leer la frase 'el argentino naturalizado brasileño Fernando Meligeni'".

También en el libro cuenta que Guillermo Vilas le dijo: "Siempre que decidimos con el corazón, tenemos el 99% de chance de acertar. Si erramos, no nos tenemos que lamentar. Vos acertaste, te convertiste en un jugador respetado en Brasil y Argentina". Concepción, la madre de Meligeni, escribió una carta en el mismo libro, donde se lee: "¡Estoy orgullosa del hijo brasuca que tengo!".

Meligeni comprende el momento de Collarini, las presiones que recibe, y dice: "Si tuviese que dar un consejo a Andrea le diría: calma, que decida con el corazón. El dinero, la proyección, la idolatría, la conquistamos con resultados, y no con el color del pasaporte".

"Críticos: no existe tal historia del vendido. Es fácil opinar cuando estamos en la piel de otros".

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