Ramiro Guillot 14y

Cubelli, el as de espadas

BUENOS AIRES -- Héroe total. A los 38 minutos del segundo tiempo, y con la chapa 11-10 a favor del San Isidro Club, Tomás Cubelli se encontró con una pelota suelta en un ruck y no dudó en zambullirse, con palomita incluida, en el alma zanjera. Fue el try del triunfo, fue el try de la punta, fue el try de los sueños. Y por eso el número 9, ni bien terminó el partido, fue el imán de todos los micrófonos y, claro, de todos los abrazos. "La verdad es que estamos contentísimos. Jugamos un segundo tiempo espectacular. En el entretiempo nos propusimos dar vuelta el resultado y los chicos dejaron todo para lograrlo", le dijo the man of the match a Scrum.com una vez que la proeza se había hecho carne.

-¿En algún momento pensaste que se les escapaba?
-La verdad, no. Había que ser pacientes y el try iba a llegar. Y llegó.

-¿Por qué estabas tan seguro?
-Porque le miraba la cara a mis compañeros y veía que todos estaban motivadísimos; todos estaban convencidísimos de lo que estábamos haciendo. Eso fue fundamental para no bajar los brazos.

-¿Fue el mejor partido de tu carrera?
-Es innegable que el del sábado fue especial porque justo se definió con un try mío, pero la realidad es que me gustan todos los partidos. Soy del los que piensan que el que viene va a ser el más lindo, el mejor.

-Cuando viste la pelota en el piso a dos metros del ingoal del SIC, ¿pensaste en algo?
-¡Creí que me la había morfado mal, je! Y bueno, pensé; ya que estoy sigo hasta donde pueda. Por suerte terminé apoyando y me saqué la mufa.

-¿Ya caíste en que se convirtieron en grandes candidatos al título?
-Somos lo que somos. Podemos ganarle a cualquiera, como lo demostramos ante La Plata y contra el SIC, y también podemos perder con cualquiera.

-En Top 14 todavía no perdieron...
-Ojalá sigamos así, je. Pero que quede claro que no somos los mejores del mundo ni tampoco los peores.

-¿Y qué son?
-Un equipo con mucho sacrificio, con mucha humildad, y con unas tremendas ganas de soñar.

Sueñe, Tomi, sueñe tranquilo, porque argumentos hay. Y de sobra.

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