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Bajo la mirada (indiferente) de Alfred

Rafa se ríe: se entrenó con Nalbandian en el US Open AP

NUEVA YORK -- Rafael Nadal y David Nalbandian le pegan a la pelota a la velocidad del sonido, en un mediodía caluroso en Nueva York, pero Alfred está poco interesado en las cualidades técnicas de aquéllos. "Es mi momento de mi descanso, y tendré un buen almuerzo", dice antes de abrir el tupper de plástico y descubrir un regio sándwich. Al lado del mismo descansa una barra de cereales.

"Soy diabético", me informa, y acto seguido pregunta: "¿Quién es el rubio? ¿Nadal?".

Inmediatamente empieza a contarme de su trabajo particular. "Mi tarea es recibir pelotazos de tenistas", bromea, o no tanto: desde hace 40 años, es el encargado de colocar las lonas del fondo de los estadios principales del US Open; lonas que ya vienen con los sponsors impresos.

La tarea de su empresa es colocarlas, además de colaborar en otros trabajos de producción general, como el armado de estructuras para el Kid's Day, el Día de los Niños, que tendrá lugar mañana con tenistas, actores y músicos.

Alfred hace esos trabajos mientras los tenistas practican al lado suyo, por eso el asunto de los pelotazos. "Tengo moretones por todos lados. En el trasero, en las piernas, una vez me dieron en la espalda. Nunca tuve que ir al hospital, al menos", se ríe. "¿Ves ese misil? Te arde como el infierno", me explica tras un drive de Nadal que impacta la lona de fondo.

"Sampras jugaba a pegarme. Terminaba el entrenamiento y hacía saques con mi cuerpo como blanco", denuncia Alfred.

"Al menos era buena gente y se sacaba fotos con nosotros después del entrenamiento", recuerda Jaime, ecuatoriano, mano derecha de Alfred en los últimos 14 años. "Agassi sí que era malo. Un cerote, como dicen en Guatemala". Jaime también afirma haber recibido pelotazos de los tenistas y mira a un compañero guatemalteco, buscando aprobación sobre el correcto uso de la palabra "cerote".

"Connors, McEnroe, Courier, Chang... de todos ellos he recibido pelotazos", sigue Alfred, y por la pregunta sobre quién era al rubio, calculo que sólo conoce a los tenistas de su país. "El asunto es que el cemento de estas canchas lo hacen de nuevo cada año, y no podemos colocar las lonas antes. Tiene que ser cuando los jugadores ya están aquí". El jefe de producción recuerda cuando intercambió insultos con John McEnroe.

"El estaba nervioso porque las cosas no le salían, tiraba la raqueta permanentemente, y un pelotazo suyo casi me vuela la cabeza. Le advertí que no lo volviera a hacer y le dije unas cuantas cosas", afirma, y me lista una serie de palabras impublicables. "Cuando trabajábamos en Forest Hills estábamos mejor", reflexiona.

¿Por qué no cambia de trabajo? ¿Cobra más por tarea insalubre? ¿O exagera? "No exagero, pero ya está, si no cambié a esta altura... Frío, calor, paso por todos los climas. Estoy en festivales de música también. Debería dejar este maldito trabajo, sí", se contradice.

Alfred cierra la vianda del almuerzo y se despide. Nadal y Nalbandian ya están jugando un partido, que seguirá hasta las 14, a dos horas exactas del comienzo de la práctica.

El Nº 1 del mundo se muestra más sólido y rápido que el argentino, y quiebra tres veces en el primer set (un servicio suyo perdido) para llevarse el primero por 6-3. Ambos tenistas, de estrecha relación fuera de las pistas, podrían encontrarse en cuartos de final, según el sorteo del cuadro hecho ayer.

Nadal le pega con la parábola acostumbrada. Nalbandian trata de correr lo menos posible y le cierra la cancha. Rafa quiere que su pelota pique, levante y se aleje. David, que sus tiros se aplanen y le den poco tiempo de reacción al que es quizás el jugador más rápido del circuito.

Sin la presión de los puntos y el marcador (los jugadores preguntaban a sus entrenadores cómo iban), aunque con la seriedad de una prueba a fondo, Nalbandian y Nadal construyeron jugadas merecedoras de ovaciones. La práctica en el Arthur Ashe, sin embargo, era a "puertas cerradas" para el público. Es notable la cantidad de tiros magistrales que debe ejecutar el argentino en cada punto para doblegar al campeón de Roland Garros y Wimbledon.

En el segundo set, el intento de recuperación de Nalbandian fue abortado por un agente externo: en el escenario dispuesto para el Kid's Day, una niña prueba el micrófono entonando a todo volumen las estrofas del himno estadounidense. David no lo puede creer, pero no puede hacer otra cosa que soportarla. La chica, quizás un conocido talento pop emergente, llega a un irritante nivel de agudos, que le hace perder un par de saques al argentino.

Con el marcador 6-3 y 5-2 para el español, llega Maria Sharapova para avisar con su sola presencia que ya habían pasado cinco minutos de su turno de entrenamiento.

Final de la práctica. Nadal y Nalbandian se saludan, charlan un rato y enfilan hacia los vestuarios.

Alfred todavía sigue ahí, dirigiendo a sus compañeros para que el cartel que dice "Andy Roddick" quede derecho y salga bien en televisión.