BUENOS AIRES -- Sonríe entre los puntos, tira drop-shots imposibles, se va a la red desde posiciones incómodas, juega drive con slice y no toma asiento en los cambios de lado. Prefiere esperar parado o dando saltitos. Más allá de su larga cabellera, el jamaiquino Dustin Brown se fue convirtiendo, por el tenis y la actitud en la cancha, en el nuevo personaje pintoresco del circuito.
Este viernes tuvo la oportunidad de mostrarse en el Arthur Ashe, el estadio de tenis más grande del mundo (22.637 personas), y sólo pudo hacerle fuerza durante un set a uno de los candidatos, Andy Murray: fue 7-5, 6-3 y 6-0 para el escocés, quien después del encuentro necesitó pelotear durante media hora en una cancha auxiliar para sentir la bola, ya que Brown le propuso puntos cortos y cero ritmo de peloteos. "Me habían dicho que le gusta hacer un poco de show", dijo el cuarto favorito.
Brown es hijo de padre jamaiquino y madre alemana. De su madre heredó, además del idioma, la puntualidad, "y el aspecto", bromea. En el país de su padre no siguen mucho el tenis, tanto que Dustin afirma que "tuve que llamarlo para decirle que iba a jugar en Wimbledon… el mismo día que jugaba".
Para su debut en Nueva York, el padre estaba avisado e incluso se iba a juntar con parte de su familia para seguirlo en pantalla gigante. Con su triunfo en primera ronda ante el español Rubén Ramírez Hidalgo, Brown se convirtió en el primer jamaiquino en ganar un partido en Flushing Meadows. En rigor, es el tercer jugador de su país que juega un Grand Slam en la Era Abierta (desde 1968), después de Lancelot Lumsden y Richard Russell. Ambos debutaron en torneos grandes justamente en 1968.
"Espero algún día ser más conocido que Usain Bolt. Hay más torneos de tenis que carreras en el año, así que ojalá que logre ese status tarde o temprano", desea Dustin, de 25 años y 123º del mundo.
Brown pretende seguir representando a Jamaica, aunque por un momento dudó de qué país elegir. "Nada pasaba con mi federación. No tenían interés en lo que hacía, nadie trabajaba bien. Ahora veo que la cosa está cambiando y definitivamente quiero hablar con ellos". Hubo un sondeo con la Federación Británica, ya que Brown tiene abuela y pasaporte de las islas, pero quedó en un intento. "Eso fue más exagerado por la prensa en Inglaterra que real. Como no me contactaron últimamente, se ve que no hay demasiado interés".
Brown se pasea por el club con unos auriculares gigantes y siempre parece que estuviera bailando. Todavía conserva, en su casa de Winsen Aller, en las afueras de Hannover, la VW Camper (la de Scooby-Doo) con la que recorría los torneos por Europa. "La uso para ir al supermercado, para ir a alquilar un DVD. Han pasado tantas cosas en esa camioneta que la quiero conservar", cuenta.
Brown comenzó por los futures, siguió en los challengers y llegó a los ATP y los Grand Slam con su estilo particular: saque de movimiento corto y vamos para adelante en casi todos los tiros. "No lo hago para hacer feliz a la gente. Es la forma en la que me gusta jugar; si les gusta, mejor todavía". Por el momento sigue sin entrenador: "No hay dinero; tan simple como eso", afirma.
Un periodista inglés quiso saber si envidiaba la posición de Murray, tenista exitoso y ya despreocupado de la cuestión financiera. "Eso depende. Hay mucha gente con mucho dinero, pero hay que ver si eres una persona libre. Yo puedo hacer lo que quiero, y si no quiero jugar la semana próxima, por ejemplo, me voy a casa".
"Estar en la posición de Murray y tener su dinero implica tener muchos contratos a los que estar atado, y definitivamente reglas que hay que seguir. Quizá sea eso por lo que no tengo ningún contrato, además de ropa Topspin y Air Berlin por jugar la Bundesliga (el interclubes alemán)", agregó.
Brown no está dispuesto a cambiar la forma de manejarse en el circuito. "Disfruté de la libertad toda mi vida; yo soy mi propio contrato. Me fijo cuidadosamente de no ceder parte de mi libertad y no tener gente que decida por mí dónde debo jugar o entrenarme. Si fuera así, no podría jugar al tenis".