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Mal perdedor

Otros tiempos... Maradona quema las naves por volver a ser el DT de Argentina Getty Images

BUENOS AIRES -- Maradona nos regaló momentos de felicidad inolvidables, pero también es lo peor que le pasó a este país. Sé que es una gran contradicción, quizá la contradicción más grande en la historia política, social y deportiva de nuestro país: el amor incondicional a Diego.

Siempre fui el primero en pensar que Diego debía ser el técnico de la selección a toda costa. Siempre, a mi entender, estuvo por encima de todos. No importaba si nunca había dirigido y su experiencia al frente de grupos de personas, era nula. Maradona era Maradona y se le perdonaba todo.

Ahora bien, como una novia engañada mil veces, llega un momento en que decimos basta. Hoy tengo miedo de que Diego vuelva a la selección, les digo más, creo que Diego, por está vez, por este instante, debe ser el último argentino al cual deberíamos darle el puesto de D.T.

Y no es precisamente por sus fracasos deportivos, que casi no los tuvo, si obviamos el partido contra Alemania, esa tarde tétrica que nos volvió con una goleada a nuestra dura realidad.

No son reclamos deportivos o triunfalistas los que le podemos endilgar a Diego. ¡No! Lo que realmente sorprende y molesta es su asombrosa falta de educación, su intolerable torpeza a la hora de medir palabras y tiempos en que se deben decir ciertas cosas.

Maradona alimenta hace años una prédica estúpida: cree que es un hombre auténtico, genuino o "sincero".

Lo cierto es que Maradona con este tipo de comportamientos está lejos de cualquier sinceridad. Podríamos referirnos a él con una palabra muy argentina "un chanta".

Considero que es de muy mal gusto hablar de ex compañeros en un reportaje con Fernando Miembro. Es una estupidez tan grande que cuesta que pueda cometerla un hombre heroico como ha sido Maradona.

Sin embargo, también los héroes, también los dioses, como Diego o el Che, han cometido grandes estupideces.

Tiene razón Mac Allister al decir que a Diego nadie le dice la verdad, nadie le pone un freno. Por esta actitud miserable de salir a mandar al frente a compañeros y a mendigar un sucio puesto de selección es que Grondona no le dará ni la hora.

Julio Grondona es un animal político y jamás volvería a contratar a Diego, a menos que le reditúe una victoria política o muchos beneficios económicos.

Grondona, al igual que muchos, sospecha íntimamente que Diego es un ser peligroso al cual es mejor tenerlo lejos.

En todo este entuerto mediático y decadente, me vuelve a la cabeza aquella frase grandiosa de Riquelme; "Maradona no tiene códigos y con una persona sin códigos yo no trabajo".

El tiempo parece darle la razón a Riquelme. En ciertas ocasiones, en cada aparición buchona, Diego suelta la lengua enchastrando a medio mundo. Si esto no es ser un botón, ¿cómo lo llamaríamos?

Los argentinos, de a poco, tenemos que darnos cuenta que Diego tiene muchos errores, es un ser sumamente imperfecto como todos, pero tiene una truquito que a mí me pone los pelos de punta: es un mal perdedor.

Este mundo está lleno de malos perdedores, de tipos que buscan un atajo o se acomodan a cualquier decisión con tal de lograr sus objetivos. Y el objetivo de Diego es el puesto de D.T., de una selección decadente. ¡Qué poco para tanto genio!