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"Hoy puedo decir que estoy retirado"

El ex tenista argentino ahora entrena a Brian Dabul Getty Images

BUENOS AIRES -- Un torneo en especial para decir adiós, la típica exhibición en su país de origen, una rueda de prensa convocada de urgencia... Los tenistas pueden elegir distintas maneras para retirarse de la profesión que inician cuando pequeños y de la que, según el estándar de un trabajo de oficina, se jubilan a edad temprana.

Mariano Puerta no eligió de ese menú. De hecho, mira su reloj pulsera y se da cuenta de que hoy, pleno octubre, con 32 años cumplidos el mes pasado, "por primera vez puedo decir que estoy retirado".

El proceso llevó tiempo; comenzó en julio del año pasado, cuando abandonó un partido en el challenger de Manta, Ecuador (había perdido el primer set ante el colombiano Alejandro González), sin ninguna razón más que las ganas de irse. Estuvo tres semanas sin entrenarse, hasta que reunió a su entrenador, Leonardo Olguín, y al preparador físico Darío Lecman y les dijo: "Me juego la última ficha".

Esa "ficha" era una gira de fin de año que terminó en Lima, con otro abandono, y un balance sin resultados que permitieran cambiar el destino. El tablero ya no tenía fichas. "Las ganas no venían, pasaban semanas y nada...", recuerda. El finalista de Roland Garros 2005 se despedía lentamente, aunque, como dice él, "cuesta mucho aceptarlo".

"Cuesta decir que ya no jugás más. Quizá sentía interiormente que podía seguir, pero después te das cuenta del esfuerzo que significa, y yo no quería regresar para ser 200 del mundo y jugar challengers. No me daba la cabeza para competir y enfrentar esa presión", reconoce el zurdo, que ganó tres títulos ATP (Palermo 1998, Bogotá 2000 y Casablanca 2005).

Los sorteos del cuadro principal en los últimos torneos no ayudaron a la causa. "En Santiago de Chile me tocó (Eduardo) Schwank, que después fue campeón; en Buenos Aires, (Horacio) Zeballos, que terminó ganando. De nivel estaba perfecto, de físico también, pero no tenía la capacidad de cabeza para mantener la concentración. A Zeballos lo tuve 5-3 en los dos sets y perdí..."

La palabrita que faltaba, según él, era "tolerancia".

Los viajes eran otro factor: le costaba armar los bolsos y pedir el taxi al aeropuerto. "Me jodía (molestaba) mucho, aparte quiero encontrar estabilidad. Quiero empezar a vivir una vida normal, nosotros somos muy raros en ese sentido". No sólo habla de lo laboral, los horarios, sino también de la estabilidad en la relación de pareja. "Quiero proyectar, al menos empezar, y viajando 30 semanas al año no podés hacerlo".

Al aceptar la condición de ex-tenista, Puerta cayó en un bache entendible, los problemas de la transición de la rutina conocida hacia la nada absoluta.

"Puse la mente en blanco y me relajé un tiempo hasta que me aburrí y tenía ganas de hacer algo. Estaba tirado en la cama y no hacía demasiado. Aburrido, me levantaba a cualquier hora. Un viernes me pintaba ir un fin de semana a Córdoba, y viajaba con amigos a jugar al golf. O me iba a Mar del Plata. En la semana no tenía nada que hacer. Me juntaba con Darío (Lecman) a hacer gimnasia, pero no tenía ninguna responsabilidad".

"Imaginate, son muchos años con la cabeza ocupada en tenis ocho horas por día. Y no sólo cuando te entrenabas, también fuera de la cancha, cuando calculabas los puntos de tu ranking, reservabas tus entrenamientos, decidías el calendario por ejemplo. ¿Voy a Umag o a Gstaad? Y de repente, de eso a nada. Llegó un momento que pensé: 'Basta, quiero moverme'".

Su nueva ocupación incluye el mismo ambiente, caras y nombres, pero desde otro costado: en agosto comenzó a entrenar a Brian Dabul, 91º del mundo. "Estaba hablando con él, y mirá lo desconectado que estaba del tenis, que para mí él seguía entrenándose con Gastón Etlis..."

Dabul le aclaró que no, que hacía tres meses que estaba solo. "Ni noción tenía de lo que pasaba", se ríe Puerta. "Yo seguía viviendo en Buenos Aires pero ni iba a los clubes de tenis", cuenta hoy sentado en el Vilas Club. Pasa la moza y ofrece algo de tomar, pero desistimos.

Mariano meditó la propuesta de Brian, y terminó aceptando en la segunda reunión. Cerraba por todos lados, ya que ninguno quería compartir absolutamente todos los viajes. "Lo acompañé a Belo Horizonte y Montevideo, e iré a Asunción, pero tenemos mucha libertad. A Medellín, por ejemplo, no voy a ir".

La nueva sociedad volvió a reconciliar a Puerta con el tenis como trabajo para disfrutar. "Estoy entusiasmado, me gusta y me siento confiado. Sé mucho, sí, sí", se queda repitiendo sobre sus condiciones para el puesto "Estoy acá en el Vilas Club, durante la Petrobras, y no me da ganas de jugar. Eso está buenísimo, ¿entendés? Ya enterré la parte del jugador".

El balance de su propia carrera, opina, arroja un resultado altamente satisfactorio. "Yo estoy feliz, fue recontra-exitosa, aunque sé que podía haber ganado más todavía. Se me recuerda y eso es lo importante", prioriza el ex top ten (Nº 9 del mundo en agosto de 2005). "Tuve errores como todos", dice recordando las dos sanciones por casos de doping que él explicó citando descuidos. "Por ahí eso manchó un poco, pero te terminás dando cuenta de que esas cosas no tienen mucha importancia".

"Te repito, para mí hice un carrerón. Competí en la Davis y no fui uno de esos que no rendían, todo lo contrario. En Australia, ganamos un doble con David (Nalbandian) jugando increíble. Creo que perdí dos o tres puntos con el saque en el partido entero, contra dos monstruos (por Lleyton Hewitt y Wayne Arthurs)".

El camino del entrenador, piensa Puerta, podría encontrar un futuro de capitán de Copa Davis. "Me encantaría. Siento mucho la bandera. Para ese cargo necesitás huevos, carácter, y llegado un determinado momento, tenés que tomar decisiones fuertes".

Hoy, pleno octubre, sin necesidad de chequear el reloj nuevamente, piensa que no le temblará el pulso a la hora de tomarlas.