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Hundidos en la mediocridad

BUENOS AIRES -- Queridos lectores de este sitio, ante los últimos acontecimientos futbolísticos, cabe una sola pregunta "¿qué nos pasó? ¿Dónde quedó la mística del fútbol argentino?"

Hace apenas 25 años era impensando que un equipo ecuatoriano pudiera siquiera, oígan lo que les digo, "siquiera hacerle sombra" a un equipo argentino.

Los torneos internacionales, continentales, como ser las Eliminatorias para los Mundiales, la Copa Libertadores, Copa América, Copa Sudamericana y alguna copa más que ahora no recuerdo, eran sumamente aburridas y previsibles, siempre ganaban los mismos cucos: los brasileños y los argentinos.

Entre ambas naciones se repartían todos los laureles. No era de cientificistas pensar que el fútbol continental pasaba por muy malos momentos.

Hoy día no podemos decir lo mismo: las cosas cambiaron. Los que estamos en decadencia ahora somos nosotros. Como dice mi madre, "a todos nos llega la hora para bien o para mal". Y acá estamos, atravesando una de las peores etapas deportivas de nuestra joven, fructífera y divertida historia.

El triste partido de la noche del jueves, entre un equipo argentino (Independiente) contra un equipo ecuatoriano (Liga Universitaria); fue un horror y lo único que hace es confirmar mi pesimismo exasperante.

La situación llegó a un nivel de mediocridad que asombra. Al final del partido, sobre el centro del campo, los jugadores de Independiente festejaban ¡una derrota!

Ante semejante espectáculo lo único que queda por pensar es que se perdió buena parte de la identidad nacional. Lo peor de todo es que Liga estaba triste porque había ganado, con lo cual ya no se entiende la lógica futbolística de estos tiempos.

Ganar, perder, empatar. Estas palabras perdieron todo significado. La Liga, en un golpe de efectividad, le ganaba tranquilamente a Independiente por 3 a 0. Baile y lucimiento de sus morenos delanteros que, dicho sea de paso, son una bala por lo rápidos y habilidosos.

Un equipo es La Liga y otro muy distinto es Independiente. Entre ambos hay un mundo de diferencias. La Liga es muy superior en cada puesto.

No obstante, casi termina con un empate ante un especulador y desteñido Independiente, dirigido por el Turco Mohamed.

La Liga debió haber goleado y ahora se le complica en la vuelta en Avellaneda. Un disparo de Mareque, de otro partido y un acierto de un goleador de la calidad de Silvera, hicieron que las cosas cambiaran su rumbo y se concretara un milagro.

Pero estas son apenas las pobres contingencias de un partido vibrante por momentos y jugado a todo o nada. Lo importante no es el partido en sí, sino la situación y la mentalidad de un equipo como Independiente, que supo ser Rey de Copas.

Hoy el "ex Rey de Copas", se conforma con no perder por goleada. Convertir goles dobles de visitante y salir a matar en su estadio, ya de local y con la cancha inclinada. No es una buena perspectiva. Un campeón gana en todas partes, por lo menos tiene esa mentalidad.

No da gracias de ir a ver a Independiente, a un equipo mediocre y sin ideas de juego. La Liga es muy superior y es el verdadero campeón.

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