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El clima se calienta

BELGRADO -- Ultimamente, la Copa Davis está viviendo una moda de sorteos superproducidos. En Australia, temerarios del bungee-jumping se lanzaron desde las alturas para elegir el nombre de los singlistas del primer día de competencias. En otra ocasión, fueron elefantes de un zoológico los que decidieron la suerte de los emparejamientos. En la final de la Copa Fed de este año, en San Diego, eligieron a un responsable lobo marino para la tarea.

La moda no llegó a la capital serbia en la final de la Davis. Apenas dos paneles gigantes que hacen de fondo del escenario, y sillas distribuidas sobre la pista del Belgrade Arena. Dos bellas señoritas que sostienen la bandera de cada país, discursos infaltables (directivos, sponsors) y aburridos como siempre, y los jugadores que ya empiezan a impacientarse: Nenad Zimonjic molesta a Viktor Troicki, mientras Novak Djokovic le mira la zapatilla; Gael Monfils se ríe con Michael Llodra...

Al final de la ceremonia, lo más importante: conocer que será Janko Tipsarevic quien enfrente a Monfils el primer día. Los jugadores serbios y franceses tienen una gran relación entre ellos: el martes, cuando se cruzaron en las prácticas, Djokovic le preguntó a Gilles Simon, su rival del segundo single del viernes, cómo estaba su hijo, y si tenía una foto para mostrarle. Gilles contaba con imágenes de su hijo Timothée en el teléfono móvil.

"Los franceses están increíblemente relajados. A Monfils no lo había visto nunca así antes de un partido tan importante", me comenta Vincent Cognet, enviado del diario L'Equipe. Es cierto, los que están preocupados son los guardaespaldas que llegaron con el equipo; no hay descanso para ellos, salvo cuando los jugadores son los que descansan en sus habitaciones.

A las tres personas de seguridad que trabajan con el conjunto se sumaron tres más de la RAID, que puede tener un nombre gracioso pero significa "Unidad de investigación, asistencia, intervención y disuasión", compuesta por agentes anti-terrorismo que trabajan en ocasiones especiales, desde reuniones presidenciales para abajo. Son 60 agentes en Francia, tres de los cuales llegaron a Belgrado con el combinado que dirige Guy Forget. El personal de seguridad francés trabaja con la policía serbia, que incidentalmente, realizó cursos de perfeccionamiento en París.

La seguridad fue uno de los grandes temas de la previa a la final de la Davis. "Estuve en dos series en Belgrado y no ocurre nada. Son ruidosos, nomás", me comenta Barbara Travers, de la Federación Internacional de Tenis. A Forget, el capitán visitante, es un tema que le preocupa, no por los posibles ataques contra sus jugadores sino por cómo puede afectar al ánimo en los partidos. Habrá un incesante ruido de 15.130 personas (la capacidad del estadio es de casi 20.000, fue reducida a 16.200 y luego terminó en aquella cifra por cuestiones organizativas y de protocolo). "Trataremos de calmarnos y olvidarnos de lo que está pasando". Como si fuera fácil abstraerse de los gritos...

"Habrá una pequeña diferencia en el público por la ocasión. Es la primera final que jugamos en la Davis, y encima es en casa. Se puede ver la excitación y el interés de la gente por venir a alentar. El apoyo de ellos puede jugar un papel clave en esta serie", dijo Djokovic. "Al final, el único que importa es el que está del otro lado de la red, es al que le debes ganar", contradijo Forget.

Existe una contradicción mínima: los locales necesitan un estadio caliente, quieren que el público se tranforme en el "jugador Nº 5", pero a la vez no puede permitirse que la caldera se pase de temperatura. "Serbia tiene una larga tradición de problemas y Djokovic ha contribuido para empezar a cambiar la imagen. Nadie va a querer que esto se arruine por dos idiotas", dice Nikola Posic, periodista local, con lenguaje llano.

'Nole' debe lidiar contra sus propios problemas. A partir de la independencia autodeclarada por Kosovo en 2008, luego apoyada por Estados Unidos y las Naciones Unidas, el mejor jugador local grabó un video en el que decía que Kosovo siempre perteneció a Serbia y nunca dejará de ser parte de ella. Semanas más tarde, se enteraba que un grupo extremista de Albania había lanzado una plan de secuestro hacia su persona. Desde ese entonces, cada vez que vuelve a Belgrado, personal de seguridad lo sigue a todos lados.

"Los hooligans no vienen al tenis", me cuenta Nebojsa, otro periodista local. "Aquí es casi como un teatro". ¿Será tan así? Monfils dice que lo conoce a Tipsarevic y opina que "estará nervioso porque quiere brillar delante de su gente". Janko le respondió: "Si Gael piensa que voy a estar más nervioso que él enfrente de 18.000 serbios, que lo piense otra vez".

Tipsarevic, recordemos, se tomó un descanso del circuito antes de su conclusión, a mediados de octubre, porque se sentía mal de la cadera. Disfrutó de una demorada luna de miel -en la que su esposa debió conceder que él se tome su tiempo para mantenerse en forma física, porque se avecinaba la final- y regresó a Belgrado para prepararse para enfrentar a los franceses.

El primer punto, el suyo, puede ser clave para la serie en general. Tipsarevic tuvo a tiro la victoria contra Monfils en el último US Open, pero se le escapó por el mayor resto físico del inefable contorsionista francés. El viernes lo veremos estacionado sobre el lado de su revés, disparando cañonazos de drive, y a ver quién sufre más la presión del ambiente.