Gustavo Pando 13y

La Dolfina ganó y es finalista

BUENOS AIRES -- Caminar por Palermo es toda una experiencia. Hasta los tachos de basura emanan polo. El "permiso", si uno pretende obtener un gesto en respuesta, más vale cambiarlo por el "sory", mientras se intenta abrirse paso entre Lara Bernasconi y Lucha Aymar, por ejemplo.

Si el día acompaña, encima, más vale estar atento al paisaje. La sensación térmica, en la Catedral, no se mide en grados sino en goles de hándicap. Y por eso, no hace falta más que acomodarse en la tribuna para darse cuenta de que se vive una tarde con Sensación Cambiaso.

Que Adolfito es furor no es novedad. Imán de multitudes, el noventa por ciento de la gente viene por él. Y lo conocen. "Hoy no lo paran, está tremendo", aventura un canoso que se esconde del sol bajo un sombrero de paja. "Vas a ver", rectifica, seguro de sus palabras. "Viste, te lo dije", se regodea cuando su pronóstico se cumple.

El hombre, entre pedidos de silencio y gestos ampulosos contra un nene que no se queda quieto, confirma lo de la Sensación Cambiaso: el crack está encendido y en la tribuna se percibe. Todos lo perciben. Y aplauden, se ponen de pie. Las mujeres, atrevidas, hasta arriesgan su equilibrio sobre tacos con tal de darle esa felicitación a distancia.

Y Adolfito, que sabe que todo eso es para él, hace que el precio de la entrada parezca un vuelto. Su enojo por el bajo rendimiento que venía mostrando quedó enterrado en una charla íntima del equipo y ahora disfruta, porque con sus 11 goles, La Dolfina pisó a Pilará por 17-11 y se metió en una nueva definición de Palermo.

"¿Le dará a Pilará?", rimaba la pregunta más repetida del día. Y no, no le dio. Furioso, el equipo de Cañuelas empezó como para meter miedo. Un sólido 8-0 en el primer chukker y medio bastó para sepultar las dudas. De esos ocho, siete goles fueron de Cambiaso.

Arriba de Cuartetera y Buenaventura, a Dolfi sólo se lo reconoce por el 1, el número que prevalece en su espalda. Hasta verlo de perfil es imposible. Y como él sabe que marca la diferencia, sacó a sus dos yeguas estrella cuando lo creyó necesario.

Así, La Dolfina le tiró el hándicap en la cara a Pilará: los 39 goles del campeón defensor fueron demasiado para los 33 del conjunto de los hermanos Merlos. Lolo Castagnola, Luquitas Monteverde y especialmente el Pelón Stirling se acoplaron muy bien a su conductor y por eso todos terminaron con goles.

La máxima, tras dos chukkers de relax, llegó en el último período. Los violetas habían descontado, estaban 8-14, pero un nuevo aluvión acomodó el score en un 17-8 tremendo, digno de un equipo que consiguió su décima final en los últimos once años del mejor torneo del mundo. Digno de quienes responden ante las dudas. Digno de Cambiaso, que es y causa sensación.

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