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BELGRADO -- Viktor Troicki extasiado, Novak Djokovic con la mirada perdida, Janko Tipsarevic buscando complicidad con Nenad Zimonjic. Todos cantando, con la cabeza rapada (Djokovic y Tipsarevic con gorros), por la promesa que habían hecho si ganaban la Copa Davis. Trompetas que les suenan al oído pero, lejos de aturdirles, son el combustible adicional para el baile.

El cuarteto de vientos trae una típica canción serbia; no todos saben la letra, pero qué importa, nadie criticará si es reemplazada por un dadadá que acompañe. La gente se amontona a la salida del Belgrade Arena para festejar con los campeones; los Fucking World Champions, como definió Tipsarevic en Twitter. Dos perros callejeros (se ven muchos en la capital serbia) se unen al gentío, no para cantar, sino para buscar un reparo contra el viento. Estallan los fuegos artificiales, en una ciudad que se acostumbró a sufrir otro tipo de estallidos. Djokovic mira al cielo, levanta los brazos una vez más.

Si Tipsarevic terminó en andas luego de la serie de semifinales por el quinto punto aportado contra el checo Radek Stepanek, esta vez hubo cambio de posiciones y fue Troicki el protagonista, con Janko en el papel de soporte. Después de que Novak aportara el empate en dos puntos -e invitara por micrófono a los 14.500 serbios a un recreo de 15 minutos, para después volver para hinchar y gritar como nunca antes-, Troicki definió la serie contra Francia con estilo; le dejó ganar apenas siete games a Michael Llodra en el punto decisivo. Serbia, campeona de la Davis por primera vez, como había hecho Croacia en 2005.

"Todavía no sé dónde estoy, creo que recién mañana me daré cuenta de lo que hice", dijo Troicki. Por sus venas corre sangre de la historia, y no es una frase hecha para condimentar una proeza deportiva: Troicki es descendiente de León Trotsky, el revolucionario soviético que resultó clave en la Revolución de Octubre, el golpe de Estado que permitió a los bolcheviques tomar el poder en 1917 en Rusia. Pero como es habitual en esta región de Europa, con el correr de los años su apellido sufrió modificaciones.

"Me siento medio ruso. Hablo la lengua un poco, pero puedo entender todo perfecto. Lamento que no me lo enseñaran cuando yo era chico, pero si puedo, tomaré clases para aprender. Mis familiares vinieron de Rusia después de la Revolución y la familia se amplió con mi lado paterna, que nació en Novi Sad", contó Troicki en medio de los festejos. No hubo tiempo para preguntarle qué modelo socioeconómico prefiere, el antiguo o el actual.

El cierre de la temporada de tenis ofreció una serie con suspenso, aunque no en el partido final. Los colegas franceses terminan de escribir sus crónicas sobre los aciertos y errores de Guy Forget, y el cansancio que evidenció Llodra en el encuentro decisivo. ¿Podría haber jugado Gilles Simon el quinto punto? Si lo hacía y perdía, la pregunta seguramente habría sido por qué no jugó Llodra.

Extraña fue la reacción de Forget cuando le preguntaron cómo la había pasado en Belgrado. Habitualmente correcto en sus declaraciones, pareció necesitar un momento para descargarse: "Ahora que terminó puedo decir que siempre que hay un partido tan grande como éste, hay 20 ó 30 idiotas que chiflan cuando tiras la pelota en el servicio. Eso arruinó un poco el placer que puede tener el jugador en la cancha, porque debes estar quejándote con el árbitro para que aplique las reglas. Espero que en el futuro puedan deshacerse de esa gente, porque el resto fue maravilloso".

Extraño en un capitán con experiencia como Forget, y hay que decirlo: los serbios hicieron el ruido necesario pero jamás fueron exagerados. Apenas un incidente en el doble, cuando no dejaban sacar a Arnaud Clement. "Esto no es nada: cuando aquí juega el Partizan al básquet, no puedes hablar con el otro a centímetros de distancia. Aquí se redujo la capacidad (20.000 a 15.130) y se dieron muchas entradas a sponsors e invitados. No hubo el clima que se esperaba", me dice un periodista serbio.

Llodra, que venía invicto en el 2010 de la Davis (6-0), no podía parar de lagrimear en la premiación. Jo Wilfried Tsonga y Julien Benneteau, que vinieron a alentar a sus compañeros, trataban de consolarlo. Curiosamente, Micka jugará la temporada 2011 de dobles con Zimonjic.

Djokovic saltaba de un lado para el otro, como un nene: se subía a los carteles de publicidad, se tiraba al piso, hacía flamear la bandera serbia. En el suelo se mezclaban papelitos verdes y violetas, con el cabello cortado de los jugadores y capitán.

Serbia no había podido ganar una serie del Grupo Mundial de la Davis en 2008 (año de su debut) ni en 2009, pero esta vez se llevó las cuatro necesarias para ganar el título. Novak Djokovic jamás había visto el trofeo de la Copa Davis de cerca. "Es linda, sería genial tenerla", decía el jueves durante el sorteo. Hoy se lleva una réplica pequeña y la alegría de poder decir: "Es la mayor satisfacción que me dio el tenis".

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