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El arte de batear

El puertorriqueño Edgar Martínez siempre vistió el uniforme de Seattle en las mayores AP Photo/Ed Zurga

Para el boricua Edgar Martínez, batear no fue una habilidad. Fue un arte.

Martínez, para muchos el mejor bateador designado en la historia, fue de esos toleteros a quienes los lanzadores jamás hubieran querido tener que enfrentar.

Su promedio de .312 puntos tras 18 años en las mayores habla por sí solo de la clase de bateador que fue Martínez, quien aprovechaba todo el terreno para desplegar su ofensiva.

Los pitchers lo trabajaban con sumo cuidado, pero Edgar tenía vista de águila que le permitía discernir los buenos y malos envíos, por lo que terminó con más bases por bolas (1.283) que ponches (1.202).

En dos ocasiones obtuvo la corona de bateo de la Liga Americana, al promediar .343 y .356 en 1992 y 1995, respectivamente, en tanto lideró el circuito en anotadas en 1995 (121) y empujadas en el 2000 (145).

Edgar es, junto a Ted Williams, Babe Ruth, Stan Musial, Rogers Hornsby, y Lou Gehrig, uno de los únicos seis bateadores en la historia de las Grandes Ligas en tener un promedio superior a .300, un promedio de embasamiento de más de .400, un slugging mayor de .500, más de dos mil hits, 300 jonrones, 500 dobletes y mil pasaportes.

A eso súmenle que pisó la goma en 1.219 ocasiones y remolcó 1.261 carreras.

Y todos esos logros lo consiguió con un solo uniforme, el de los Marineros de Seattle, equipo con el que debutó en 1987, a la edad de 24 años, y se retiró a los 41 años, en el 2004.

En tiempos en los que la mayoría de los atletas se venden al mejor postor, donde juran lealtad a muerte a los Medias Rojas y un año después visten con orgullo la camisa de los Yankees, son aves raras estos hombres como Edgar, dedicados a una sola franquicia, en una expresión suprema de respeto al público.