<
>

Toca remontada

Messi no lo puede creer. Barcleona cayó en Londres EFE

MADRID --
Hay que remontar. Barcelona y Valencia no consiguieron resultados buenos en la ida y tendrán que ganar en el caso del Barça o empatar por más de un gol como mínimo en el caso del Valencia si quieren acceder a la fase de cuartos de la Champions.

MÁS QUE UNA DERROTA
Sorpresa. Así, sin más adornos, se puede definir lo ocurrido en el Emirates Stadium entre Barcelona y Arsenal. Y todo porque los precedentes eran brutales a favor de los españoles, que para colmo se adelantaron en el marcador y en algunas fases jugaron al tuya mía tan famoso de los últimos tiempos. Del minuto 15 al 45 fue un baño de los culés. Pero de poco sirvió. Guardiola dedicó su tiempo en la banda a pensar en el siguiente partido y Wenger demostró que es un viejo zorro de los banquillos, además de cazatalentos. Lección táctica del alsaciano al catalán.

El músculo de Keita por el olfato de gol de Villa, con ventaja en el marcador para el Barça, fue el cambio de Guardiola como respuesta a un partido de Octavos de final de la Champions. Un encuentro en el que los azulgranas bien podrían haber sentenciado la eliminatoria si Messi, (¿qué te pasa Leo?) hubiese metido alguna de las tres claras ocasiones de que dispuso. Pero no, el argentino parece peleado con su mejor amigo, el balón. No quiere entrar, sobre todo en el Reino Unido donde no ha hecho ni un gol en las siete veces que ha jugado.

Con esas, Valdés descubrió su palo en el empate del Arsenal. Un fallo, sí, pero también mérito terrible de Van Persie, que golpeó el balón con la suficiente fuerza y con la dirección exacta para sorprender al meta del Barça. Empate a uno, buen marcador para la vuelta, debía de pensar Guardiola. Pero en esas, seis minutos después de la igualada, llegó una jugada maravillosa de los gunners que finalizó Arshavin, ese genio ruso, para poner el segundo y recordarle a Pep una de sus enseñanzas básicas: la mejor defensa es el ataque. Ahora toca remontada en el Camp Nou.

RAÚL NO DESCANSA

Muchos pensaron que Raúl había viajado a Alemania en busca de un retiro tranquilo, una vida más sencilla, alejada del ruido del Real Madrid. Ilusos. Raúl se mueve por objetivos, es ambicioso como pocos jugadores en la historia. Y terco, muy terco. Quería ser el máximo goleador histórico de Champions y ya lo es. Buscaba el récord de partidos jugados en la misma competición y ya está igualado a Maldini, que jugó 25 años en el Milan. Y todavía le queda la vuelta de los Octavos de final ante el Valencia, al que un gol suyo deja en una situación comprometida.

Los valencianistas se adelantaron en el marcador con un gol de Soldado, cumpliendo con las previsiones. El Valencia, sin lujos, es mejor equipo que el Schalke y debería estar en la siguiente ronda de la Champions. Pero claro, los alemanes cuentan con Raúl, que dio una exhibición de coraje e inteligencia táctica en Mestalla. De pago, eso sí, pero una clase. Movimientos sin balón, presión, apoyos, ayudas defensivas y gol, su especialidad. Es lo que lleva haciendo 15 años. Aún así, el empate a uno no es, ni mucho menos, un resultado definitivo. El Valencia puede ganar en Gelsenkirchen en el que puede ser el último partido de Raúl en la Champions. O no.