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No hay final feliz

Kevin Turner llegó a ser uno de los mejores fullbacks a nivel colegial y a nivel profesional. ESPN.com

BRISTOL -- Kevin Turner no podía sentarse derecho en aquella tarde de abril de 1992. El fullback de Alabama trató de mirar el draft de la NFL todo el tiempo que pudo, pero una combinación de tensión y monotonía se incrementaba con cada elección. Cada 15 minutos, otro nombre que no era el de Kevin Turner era anunciado.

Turner caminó hacia el patio de la casa de sus padres en Prattville, Alabama, para tomar algo de aire fresco y esperando alejar su mente del asunto. Él todavía se ríe cuando cuenta lo que sucedió a continuación. Su padre salió corriendo por la puerta y lanzó el gran anuncio: "¡Los Boston Patriots!".

Turner lo corrigió con gentileza. De hecho eran los New England Patriots. Ellos lo habían seleccionado en el puesto Nº 71 general, el segundo fullback de la lista disponible.

El momento fue extraordinario para un padre y su único hijo. Raymond Turner entrenó a Kevin desde sus 5 años hasta la escuela secundaria, y casi llora la primera vez que vio a su hijo entrar al Bryant-Denny Stadium vestido de púrpura y blanco.

Ahora su hijo estaba encaminado a la National Football League. Él cargo su camioneta Ford Bronco 1991 marrón y, con música de Guns N' Roses explotando en los parlantes, se fue para Massachusetts, donde comenzó una carrera de ocho años valuada en 8 millones de dólares en la NFL, conoció a su esposa y anotó varios touchdowns.

Pero si él supiese lo que sabe ahora, él lo pensaría dos veces antes de salir de Prattville.

"Si alguien me hubiese dicho 'he visto el futuro, y te pasará esto'. Claro, yo hubiese dejado de jugar de inmediato", dijo Turner. "Pero como todos sabemos, nadie puede ver el futuro. Para mí, esto cae en una larga serie de malas decisiones".

Turner está divorciado. Terminó en bancarrota luego de hacer malas inversiones inmobiliarias. Fue adicto a los calmantes durante unos años. Pero ninguno de esos problemas es el peor de todos para él.

Hace diez meses, este padre de tres niños, de 41 años de edad, fue diagnosticado con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neuromuscular incurable conocida en los Estados Unidos como enfermedad de Lou Gehrig.

Los brazos de Turner no funcionan muy bien, y sus manos menos todavía. Su fuerza de pellizco, o la medición de la fuerza generada por el pulgar y el dedo índice, es de una libra. Eso es comparable a la fuerza de un niño. No tiene suficiente fuerza como para extraer dentífrico de un tubo de pasta.

Olvídense de abrocharse la camisa. Puede llevarle media hora meterse en sus pantalones sin nadie que lo ayude, pero él dice que "las calcetas son lo peor".

El cuerpo que produjo más de 30 recepciones cinco veces para los Patriots y los Philadelphia Eagles, lo transformó en el segundo fullback más rico en la NFL y lo ayudó a impresionar al por entonces entrenador de los Patriots, Bill Parcells, como el típico fullback de la Costa Oeste, está decayendo.

"Es un estilo de vida diferente", dijo Turner. "Es bastante vergonzoso, pero limpiarse después de ir al baño puede transformarse en algo muy difícil cuando no puedes usar las manos. Esas son cosas en las que uno no piensa".

"Tienes que ser creativo. Yo no puedo bajarme el cierre del pantalón. Tengo lo que se llama un sujetador de cierre. Es un pequeño gancho con un alambre que pasa por el cierre de los pantalones para poder ir al baño".

Los médicos le han dicho que lo próximo que se irá será su voz. Los músculos de su garganta y mandíbula se acalambran, recordándole que la ELA es tan incansable como lo era él en el campo de juego.

Eventualmente esto lo matará. Quizás en uno o dos años más. La ELA está invicta.

Los datos científicos recientes sugieren fuertemente que los golpes repetidos a la cabeza pueden causar una condición similar al ALS. Los problemas neuromusculares son casi idénticos, tan similares que la diferencia es detectable solamente en una autopsia.

"El fútbol americano tuvo algo que ver con esto", dijo Turner, que no tiene historial familiar de esta enfermedad. "No sé hasta qué punto, y quizás nunca lo sepa. Pero hay mucha gente que yo conozco que tiene ELA y ha jugado fútbol en posiciones similares. Ellos son apoyadores, fullbacks, profundos. Esos son los tipos que aguantan las colisiones más duras.

Para obtener dinero para investigaciones y prevención en el deporte sobre lesiones en la cabeza y ELA, él formó la Fundación Kevin Turner.

La doctora Ann McKee dijo el martes que la última información muestra que los jugadores de la NFL tienen entre ocho y diez veces más de posibilidades de ser diagnosticados con ELA que un ciudadano promedio. McKee fue la neuropatóloga en el estudio que ligó los traumas en la cabeza en los deportes de colisión con esta variante de ELA.

Los efectos del trauma en la cabeza son un tema candente en la NFL. La liga ha incluido el ELA como una condición automática para tratamiento pagado en su Plan 88, que asiste a ex jugadores con sus gastos médicos relacionados con lesiones en la cabeza.

Los casos continúan emergiendo con jugadores retirados experimentando demencia temprana, pérdida de memoria, depresión, agresión o comportamiento errático. El mes pasado, el cuatro veces miembro del Pro Bowl, el profundo Dave Duerson, se suicidó luego de quejarse por severos dolores de cabeza, impedimentos visuales y una creciente incapacidad para formar frases coherentes.

Parcells dijo sentirse "enfermo" luego de oír sobre la muerte de Duerson. Duerson jugó para Parcells en el equipo de los New York Giants que fue campeón en 1990. Parcells fue entrenador de Turner durante dos años en Nueva Inglaterra.

"Miren, todos sabemos que esto es peligroso para la salud", dijo Parcells en un tono sombrío el fin de semana pasado. "Sabemos eso. Y la posición de fullback tiene muchas colisiones. No es como jugar de receptor o esquinero. Él siempre está corriendo la pelota y siendo tacleado, atrapando la pelota y siendo tacleado, o bloqueando a alguien.

"He visto muchas colisiones en el fútbol americano. Todos sabemos cuando empezamos a jugar a esto que hay un elemento de riesgo involucrado en este deporte".

'Un chico especial'

Turner no fue una súper estrella en términos de premios. Él no participó de los Pro Bowls. Pero estuvo lejos de ser uno más en la NFL.

"Él tenía un corazón que no se detenía", dijo Raymond Turner sobre su hijo. "Desde el momento en que se ponía el uniforme hasta cuando se lo quitaba, él era un competidor. Nunca en mi vida tuve que decirle que se exijiera más. Eso estaba dentro suyo. Él sabía lo que quería hacer".

Los Eagles querían tanto a Turner que lo firmaron con un contrato de tres años y 4.125 millones de dólares, además de un bono por firmar de 1.5 millones cuando se transformó en un agente libre restringido en 1995 después de dos temporadas con los Pats. Ellos superaron las apuestas de los Washington Redskins. Daryl Johnston de los Dallas Cowboys fue el único otro fullback con un contrato más grande.

Los Patriots no pudieron igualar la oferta de los Eagles y se conformaron con una tercera oportunidad del draft como compensación. New England ganó terreno con esa transacción. Esa elección del draft se transformó luego en el corredor Curtis Martin.

"No había nadie por ahí a quien no le gustara Turner como persona, jugador, o por sus hábitos de práctica o versatilidad", dijo Parcells. "Este muchacho lo tiene todo. Es un chico especial.

"Él es un jugador de primera oportunidad y fue capaz de jugar hasta la tercera oportunidad porque tenía grandes manos. Realmente era un fullback todo terreno. Y ese tipo de jugadores ya no se ven. Kevin era un fullback tradicional a la antigua, versátil, corredor y receptor".

La mejor temporada de Turner fue en 1994 con los Patriots. Cuando no estaba bloqueando para Marion Butts, Turner hizo 52 recepciones, ganó 582 yardas desde la línea de golpeo y anotó tres touchdowns, todos entre los mejores de su carrera. Turner anotó un touchdown en tiempo adicional en la Semana 11 para derrotar a los Minnesota Vikings. Su atrapada en el rincón izquierdo de la zona de anotación fue el pase completo Nº 45 de Drew Bledsoe en 70 intentos, un récord que sigue en pie por un solo lanzamiento.

Pero las glorias que experimentó Turner tuvieron un precio. Él absorbió mucho castigo. Esa es la manera en la que los jugadores ganan el premio Ed Block al Coraje en su equipo, tal como Turner lo hizo con Philadelphia en 1996. Ellos son admirados por su perseverancia.

Turner sabe de dos concusiones que sufrió cuando era profesional. Una fue con los Patriots en 1994 ante los Cincinnati Bengals. Él giró de manera extraña para atrapar un pase cerca de la línea de gol, y su cabeza golpeó duramente el duro campo artificial del Riverfront Stadium.

El otro gran golpe fue con los Eagles en 1997, mientras Turner corría tras un regreso de patada ante los Green Bay Packers en el Veterans Stadium.

"Lo siguiente que yo recuerdo", dijo Turner, "es preguntarle al mariscal de campo suplente Bobby Hoying, 'vas a pensar que estoy loco, pero ¿estamos en Green Bay o en Filadelfia?'. Yo miraba por todo el estadio y no podía darme cuenta.

"Me quedé sentado en dos o tres series de oportunidades, recuperé el sentido y terminé el partido. Fue una lesión cerebral bastante significativa, pero yo seguí pegándole encima".

El padre de Turner está al tanto de que el fútbol probablemente contribuyó al diagnóstico de ELA. A menudo él se pregunta qué tipo de tren habrá golpeado el cerebro de su hijo.

¿Fue acaso la vez que Turner colisionó con el apoyador de los Atlanta Falcons Jessie Tuggle tan violentamente en la línea de gol que terminó noqueando a Tuggle?¿Fue acaso su última jugada en la NFL en 1999, cuando apenas pudo aferrarse al apoyador de los Indianapolis Colts Cornelius Bennett pero sus dos brazos se durmieron durante 15 segundos?

La respuesta probable es que todas ellas contribuyeron en medio de una acumulación de otros golpes que no se registraron adecuadamente.

"Nunca pensé en mi cabeza, el modo en que estaba abusando de ella, el castigo sobre mi cabeza estaba acumulándose y se acumulaban las consecuencias a largo plazo", dijo Turner. "Jugando en la posición que yo jugué, yo alineaba mi cabeza con mis brazos al estar en un bloqueo. Era parte de los tres puntos: mis dos manos y mi cabeza. Así fue como aprendí a jugar".

Un juego maldito

McKee ayuda a manejar el banco de cerebros en el Centro de Estudios de Encefalopatía Traumática en la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston. El centro ha estudiado 46 cerebros de atletas que han tenido traumas repetidos en la cabeza causados por deportes. Las investigaciones indican que las concusiones no son necesarias para inducir síntomas alarmantes.

Muchos jugadores retirados de la NFL, como Turner, el apoyador de los Miami Dolphins Zach Thomas, el guardia de los Buffalo Bills Conrad Dobler y el esquinero de los Patriots Mike Haynes, han prometido donar sus cerebros para investigaciones.

"Es medio difícil ahora mirar a este deporte y no escuchar las voces dentro de tu cabeza que están muy, muy atentas al hecho de que este juego está asociado con riesgos significativos", dijo McKee. "Y puede ser que no entendamos completamente la profundidad de estos riesgos".

"Mes a mes, hemos estado recibiendo más casos en el banco de cerebros y hemos visto más casos de encefalopatía traumática crónica, y algunos con esta variante de ELA. Es más y más difícil aceptar este deporte tal y como se está jugando en este momento. Con cada mes de trabajo todo parece empeorar".

McKee no es una intelectual de segunda tratando de socavar el lugar del fútbol en la sociedad. Ella fue criada en una casa con mucho fútbol en las afueras de Green Bay. Su padre jugó para Grinnell College. Ella presenció cada uno de los partidos que jugaron sus hermanos.

"El fútbol americano es un modo de vida allí", dijo McKee. "Es enorme. Es lo que nos define. Estoy seguro de que hubiese jugado si hubiese nacido varón. El fútbol es una enorme parte de mi herencia. Entiendo que el fútbol es mucho más que un deporte para la gente. Es lo que nosotros hacemos".

Pero, ¿está evolucionando el fútbol hacia una cultura del arrepentimiento?

El mariscal de campo del Salón de la Fama Troy Aikman, quien tiene una larga historia de concusiones, recientemente dijo en la serie de HBO "Real Sports" que si tuviese un hijo, ese muchacho no tendría permiso para jugar al fútbol. El cuatro veces profundo del Pro Bowl Blaine Bishop no hizo una declaración tan fuerte pero mostró sus heridas hasta que su hijo decidió no jugar, lo cual le cayó muy bien al padre.

La charla jovial de Turner se transformó en una habladuría agonizante cuando se le preguntó si sus dos hijos jugarían al fútbol americano. Nolan, de 13 años, ha estado jugando bastante. Cole, que cumple 8 el mes próximo, comenzó el año pasado.

Turner no deja que sus hijos (a los que se suma Natalie, porrista de 10 años) beban sodas porque piensa que no es bueno para ellos, pero aún así el fútbol americano tiene una poderosa influencia en su familia. Turner dio señales de que no dejará que Cole juegue este año porque quizás es demasiado joven. La situación de Nolan sonó aún más complicada.

"Es algo con lo que lucho todos los días, ya sea para darles órdenes o decirles 'No, no vas a jugar'", dijo Turner. "O para pensar si los dejo vivir su vida y arriesgarse solos. Pero, Dios mío, no puedo decirte lo difícil que es esta pregunta para mí, especialmente en Alabama. Todavía no estoy seguro de que vaya a dejarlos jugar".

Turner tenía 5 años cuando su padre comenzó a entrenarlo. De muchas maneras, la cosa resultó bien.

Las universidades comenzaron a reclutarlo como jugador de segundo año de escuela secundaria. El entrenador de Florida State, Bobby Bowden, fue a su casa, pero Alabama ganó. El Crimson Tide eligió a Turner para ser el receptor del premio al compromiso con la excelencia en su último año. Fue capitán en su última temporada. Abandonó la escuela con un título en finanzas y vivió una fantasía que mucha gente daría un brazo por vivir.

"Si ellos me hubiesen dicho cuando tenía 23 años de edad y estaba en la mejor forma de mi vida, que tendría la oportunidad de mi vida de jugar en la NFL (en la primera semana de práctica en New England, cuando quedé alucinado de conocer a Andre Tippett, Irving Fryar), pero que en 17 años no iba a poder subirme los pantalones... no se imaginan", dijo Turner.

"La mayoría de la gente diría 'si hay un 10 por ciento de probabilidad de que suceda, acepto igual'".

'Ya sabes que está viniendo'

Las probabilidades dicen que a Turner no le queda mucho por vivir. Uno de sus médicos le dio dos años. Eso fue hace casi un año.

La ELA no tiene cura. No hay tratamientos para detenerlo o revertirlo. El cincuenta por ciento de los pacientes de ELA no viven tres años más allá de sus primeros síntomas. Solamente el 20 por ciento alcanza los cinco años.

Una por una, las neuronas motoras se van cerrando de a poco. Mientras lo hacen, los músculos se debilitan. A pesar de que el cerebro de Turner sigue estando atento, él pierde de a poco la capacidad de caminar, hablar y tragar.

La ELA eventualmente llega a los músculos del pecho y el diafragma. La sofocación y la neumonía son las causas más comunes de la muerte.

"Hay momentos, y te voy a decir que no me pasa muy seguido, en el último año en que me siento ahí y me siento totalmente abrumado y comienzo a llorar", dice Turner. "Cada tanto pienso en eso. Veo algo o escucho algo que me recuerda lo inevitable. Ya sabes que está viniendo".

Turner dijo que intentará sumergirse en la vida de sus hijos y la causa de su fundación. Él viaja por todo el país para dar charlas y recaudar fondos. El cantante de música country-gospel Ty Herndon dedicó la primera canción de su álbum, nominado al Grammy, titulada "Journey On," a la Fundación Kevin Turner. Turner y sus hijos aparecen en el emotivo video.

Mientras tanto, el padre de Turner se preocupa mucho. Él admite que él y su esposa, Myra, se sienten desesperanzados, un sentimiento desconcertante cuando se trata de un hijo, y menos de un hijo único. Raymond tiene 67 años y está lidiando con la posibilidad de que sobrevivirá a su hijo, que alguna vez fue sano y vigoroso. La inevitabilidad llegó a su mente el día en que un paquete llegó a su casa detallando el proceso para donar los órganos de su hijo.

Los padres de Turner están considerando mudarse de Prattville a Birmingham, Alabama, donde viven sus nietos, a unas 85 millas de distancia. Raymond quiere asegurarse de que algún día ellos tendrán una figura paterna a su alrededor.

"El hecho de que estoy en buena salud me deja pensar que estaré por ahí para ver a los chicos crecer", dijo Raymond. "No se supone que esto sea así. Son cosas que uno no quiere pensar pero que tiene que hacerlo porque hay que ser realistas".

Muchas cosas han pasado en los 19 años desde que Turner guió esa camioneta Ford Bronco desde Prattville a la NFL. Él tuvo la visión de pasar por Manhattan en su camino, comprando un pedazo de pizza al estilo neoyorquino y un trozo de cheesecake del Carnegie Deli en caso de que su viaje no durara demasiado.

Las posibilidades fueron infinitas. Hoy son decididamente limitadas. Pero Turner insiste en que hará lo mejor que pueda con el tiempo que le queda y quizás (solo quizás) ser la primera persona en derrotar la ELA.

El martes por la noche, el padre de Turner ponderó lo sorprendido que se sintió la primera vez que vio a su hijo en un uniforme de Alabama y vio el nombre "Kevin Turner" anotado en la parte baja de la pantalla de su televisor el día del draft.

Y luego, él consideró lo complacido que estaba con Turner hoy. La sensación ya no le pertenece al fútbol solamente.

"Me hincho de orgullo y a menudo le digo lo orgulloso que estoy de él, mayormente por ser un hombre de buen carácter", dijo Raymond. "Eso ha importado más que ninguna otra cosa para mí".