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Primer partido de básquet para ciegos

La cancha adaptada, todo un logro en Tanti Gentileza Revista La Nuestra

El pasado sábado por la tarde se jugó el primer partido de básquetbol para ciegos y disminuidos visuales. La cita fue en Tanti, provincia de Córdoba, y el escenario una cancha al aire libre adaptada que se inauguró el miércoles en la localidad cordobesa; y contó con el apoyo del municipio y personalidades del deporte.

A primera hora de la mañana del jueves, La Nuestra respiró aire cordobés. Café caliente en la Posada El Bosque para aventajar la lluvia helada, y derechito al entrenamiento. Los grupos de caras dormidas y pies fríos llegaron a las canchas del Tanti Sierras Club y el colegio San José para aprovechar las últimas tardes de práctica, de cara al ansiado anhelo: el primer partido de básquetbol para ciegos en el mundo. Sí, el inaugural en el planeta entero.

La historia empezó en 2002 cuando Ricardo Jesús Molinari, quien algo de básquet sabe ya que jugó en la liga de Pergamino hasta los 52 años, se preguntó el motivo por el que un ciego o disminuido visual no jugaba básquet. "Y la respuesta me llegó enseguida: no contaba con los elementos necesarios". Esa misma noche Ricardo puso manos a la obra y empezó a diagramar lo que más tarde sería para los libros un invento y, para la vida de muchos, una chance más de inserción en el mundo deportivo.

Tardó nueve años en materializar el sueño y registrar la idea "porque no lo hice con el afán de tener una marca. Mi interés pasó siempre por otro lado; mi única meta era que las personas ciegas y con disminución visual tuvieran la posibilidad de jugar", cuenta orgulloso.

PREPARATIVOS
"Lo primero que hice fue introducir bolillas de rulemanes en las pelotas, a través de una válvula, para que sonaran al rodar", detalla Molinari sobre la naranja, y continúa por otra pieza clave de este deporte: "Para darle sonido al aro cuando entraba la pelota, como indicador de gol, primero probé con unas láminas metálicas colocadas en el tablero. Pero el ruido no me convencía y, además, la red de algodón hacía que sonara aun cuando la pelota tocaba el borde del aro pero no entraba. Ahí hice dos cambios: reemplacé la red por una metálica, más pesada, y saqué las láminas".

-¿Y entonces?
-Adapté un timbre de esos que traían antes las bicicletas. ¡Me costó mucho encontrar uno! Pero Caro, mi hija, lo consiguió. Lo probé y el sonido que hacía cuando entraba la pelota en el aro me convenció más.

-¿Cómo ensayaste el invento?
-Les vendaba los ojos a mis hijos y los hacía probar cada cosa que se me iba ocurriendo. Si ellos podían, entonces para una persona ciega, con su oído y otros sentidos más desarrollados, tenía que funcionar.

-Y funcionó.
-Sí, es increíble. Me siento dueño de un circo que jamás imaginé. Tanto yo como toda la gente que colabora con el proyecto y los mismos protagonistas, le sumamos una página al mundo del deporte. Estamos viviendo un sueño.

EL APOYO SIEMPRE ES IMPORTANTE
Alejandro Pérez Baroni, intendente de Tanti, se sumó a la causa y tomó la posta para fundar el escenario del partido. La cancha mide 15x10 metros, ubicándose la línea de triples en los 4,5 metros. Además, el aro está a 2,6 metros de altura, y el piso está marcado con distintos relieves para facilitar la ubicación a los jugadores. "Desde la función pública tenemos el deber de ser facilitadores de las demandas de la sociedad y extender nuestras manos para concretar proyectos como este", se comprometió. En tanto, Daniel Hayland, coordinador del área de deportes de la Comisión Nacional Asesora para la Integración de Personas Discapacitadas (CONADIS), también dio el presente y manifestó su apoyo al proyecto y la idea de crear nuevos lazos con personas y entidades que puedan difundir y fomentar el básquetbol para ciegos.

EL PRIMER PARTIDO DE LA HISTORIA
El corazón del Valle de Punilla se vistió de fiesta. La lluvia postergó la actividad del viernes para el sábado, pero no truncó los planes de nadie. La cancha, rodeada por una soga que facilita el desplazamiento de jugadores dentro del campo, recibió a los protagonistas. Entre sonrisas, nervios y antifaces, empezó el primer partido de básquet para personas con una capacidad diferente.

Allí se pudo ver en acción y entender un poco más de este nuevo deporte: cada equipo se compone de cuatro jugadores y un vidente, a modo de guía, cuya única limitación es tirar al aro y su función principal es reponer el balón después de una conversión. Sin salto inicial, cada pase debe picar al menos una vez entre que el pasador la suelta y el receptor la atrapa. Además, como en el fútbol para ciegos, también existen códigos internos para evitar choques. Aunque estos, así como en el básquetbol convencional, son inevitables.

Los jugadores se aferraron a la acústica de sus corazones y al sonido proveniente de cada tablero para dejarse llevar. Siguieron a sus ganas y aplicaron todo lo aprendido con Walter Garrone, campeón de Liga Nacional con Atenas en 1987,1988 y 1990, junto con la ayuda del precursor de la idea Ricardo Molinari, y los profes Basilio González y Raúl Araldi. El ex jugador y actual miembro de la Confederación Argentina de Básquetbol, Walter Vives, junto con un grupo de profesores de educación física y asistentes voluntarios, también aportaron durante el campus.
La crónica deportiva dirá que, la tarde del 26 de marzo de 2011, el primer partido de básquet para ciegos lo ganó el equipo que vestía camisetas celestes. En tanto, la historia confirmará que el derrotado fue el miedo, la vencedora la inclusión y el resultado un contundente empate de felicidad que ojalá tenga infinitos tiempos suplementarios.

Paula Venturín es redactora de Revista La Nuestra