Michael Wilbon 13y

Showman y súper estrella

MIAMI -- Cuando pienso en Shaq lo primero que se me viene a la cabeza son los momentos divertidos y los partidos. Yendo de principio a fin en un pasillo del hotel en el centro de Chicago a 100 kilómetros por hora, jugando con los niños pequeños en el centro de la ciudad durante una boda, o alzando a un periodista de 250 libras y llevándolo como un bebé por el pasillo del antiguo estadio de Orlando, o saliendo de su coche en un semáforo en Los Ángeles para saltar en el automóvil de algunos conductores desprevenidos.

Más que las volcadas, los tapones y el hecho de aterrorizar a los oponentes, es el rap en el club nocturno Prince en Minneapolis una noche, la creación de apodos sin sentido pero inteligentes, el entendimiento de que el deporte también forma parte del mundo del espectáculo y cuál es su lugar en este universo. Eso es lo que destaca a Shaquille O'Neal y lo que lo diferencia prácticamente de todos los jugadores de básquetbol -- o digamos atletas -- de su tiempo.

En el período comprendido entre la partida de Michael Jordan de los Chicago Bulls en 1998 y la ascensión de Kobe Bryant y LeBron James entre los jugadores top hace unos años, Shaq ha sido el jugador de básquetbol más importante del mundo. Y teniendo en cuenta la larga transición de la NBA en era la post-Jordan, la liga debería estar muy agradecida de haber contado con él. Una gran parte de los grandes mercados, incluyendo Chicago, New York, Philadelphia, Washington y Houston, contaron con equipos que fueron fracasos. Los Spurs, sin importar cuán maravillosamente calificados sean y lo desinteresados que son al jugar, hacen dormir a la gente. Shaq y sus tonterías han estado allí, afortunadamente, para salvar el día.

¿Quieres hablar del legado? Ganó campeonatos, cuatro de ellos, y se divirtió mucho al hacerlo. Oh, sí, también molestaba la gente, sobre todo a ex compañeros y entrenadores que había dejado atrás, desde Penny Hardaway hasta Kobe Bryant. Pero me digas que no has reído un poco cuando Shaq llamó a Stan Van Gundy, "El Maestro del Pánico", o a Chris Bosh el "Ru Paul de los grandotes". ¿Ingrato a veces? Sí, absolutamente. ¿Difícil como compañero de equipo por momentos? Sí, sin lugar a dudas. Pero Shaq era y es un original estadounidense, un Goliat que amó ser Goliat, un grandote absolutamente cómodo en su piel.

¿Qué otro hombre de 7 pies de altura dijo que su objetivo era trabajar encubierto para el FBI, o anduvo por la calle con una especie de placa de policía?

Tim Duncan pudo haber sido tan bueno en lo que hizo como Shaq, ¿pero con quién preferirías pasar un viernes por la noche?

No sólo eso, sino que además Shaq ha sido tan malditamente dominante como jugador de básquetbol que sus tonterías no han actuado en detrimento de su grandeza. Dejemos que Dwight Howard también lo entienda.

¿Quieres más legado? Si estamos hablando de centros a la antigua, hombres que jugaron desde abajo e hicieron el trabajo sucio y no hicieron tiros en salto o jamás salieron de la pintura en su vida o hicieron de otro ala-pivote (McHale, Elvin Hayes, Duncan) -- Estoy hablando de jugadores que siempre fueron los hombres más grandes en la cancha de su equipo -- en mi lista figuran hombres como George Mikan, Bill Russell, Wilt Chamberlain, Kareem Abdul-Jabbar, Moses Malone, Bill Walton, Hakeem Olajuwon y Shaquille O'Neal. Eso es, con perdón de Willis Reed, Big Bob Lanier, Wes Unseld, Dave Cowens, Nate Thurmond, Robert Parish, Artis Gilmore, Brad Daughterty, David Robinson y Patrick Ewing, entre otros.

Y si tenemos que acortar aún más la lista, porque lo que hacemos ahora es evaluar la grandeza y crear listas, son Mikan, Russell, Wilt, Jabbar y Shaq los que se trasladan a la cabeza de la clase. Con mi amigo, Tony Kornheiser, nos gusta utilizar el modelo de Mount Rushmore para hacer las comparaciones de todos los tiempos, separando los simplemente grandiosos de los grandiosos de todos los tiempos. Cuatro cabezas, un cuarteto, los más grandes de todos los tiempos. Si estuviésemos hablando de cantantes de R & B masculinos, el Mount Rushmore estaría conformado por Marvin Gaye/James Brown/Stevie Wonder/Michael Jackson.

Si estamos hablando de grandotes, me tengo que quedar con un quinteto. ¿Cómo? ¿Voy a descartar a Mikan sólo porque vivimos en un mundo gobernado por "SportsCenter", en el que las categorías se ofrecen de manera tal que algo es un "récord desde 1980", como si los 50 años anteriores deberían ser desterrados? Mikan/Russell/Wilt/Kareem/Shaq. No puedo eliminar a nadie de esa lista. Alguien con un mayor conocimiento en el juego de pivote tendrá que asumir esa tarea. Shaq ganó cuatro títulos, Kareem ganó seis, Wilt promedió 50 y marcó 100 una vez, Russell es el dios del básquetbol profesional, y Mikan empezó todo con cinco. Cada uno fue dominante.

Lo único que sé es Shaq pertenece a ese grupo.

El simple hecho de que Shaq haya sobrevivido a todas las comparaciones con los icónicos pivotes antes que él habla de su grandeza. Por favor, dejemos de lado la charla sobre lo que hizo en sus últimas temporadas con los Cavaliers y los Celtics. No cuentan en una discusión sobre su lugar en la historia del básquetbol tal como las dos temporadas de Jordan jugando con los Wizards no cuentan en cualquier discusión sobre su lugar. El trabajo de Shaq se extiende desde el momento en que entró en la liga hasta la segunda temporada en Phoenix (2009) cuando era mejor que todos los centros de la liga, con excepción de Dwight Howard.

Con Shaq, el bono extra ha sido su carisma. El básquetbol, a diferencia del fútbol americano profesional, es un deporte en el que el encanto de las estrellas tiene importancia, en el que la personalidad individual afecta el producto, tanto dentro como fuera de la cancha, en el que las personalidades más fuertes definen y venden el deporte. No hay cascos o almohadillas, estos hombres prácticamente juegan en ropa interior, y todo acerca de ellos está expuesto como ocurre con los boxeadores. E incluso si quieres hacer hincapié en los defectos de Shaq (que ganó mucho peso a medida que ganó edad, que su defensiva cayó después de que dejó a los Lakers, que nunca mejoró con tiros libres), tienes que darle crédito también por recibir una paliza mayor que cualquier otro jugador de su tiempo y hacerlo sin tomar represalias. (Bueno, excepto esa vez que le pegó a Brad Miller).

Shaq no va a desaparecer. No puede, y no porque sea tan masivo, sino por su personalidad. Al igual que Charles Barkley, Shaq no va a perderse en la nada. Algún televisor está esperando por él, ya sea hablando de la realidad o del básquetbol. (La realidad parecería más su lugar). Ya es bastante malo para aquellos de nosotros de cierta edad que el básquetbol parece haber perdido el viejo hombre pivote, con el estado tan incierto de Yao Ming. Hay sólo un puñado de hombres ahora que siguen ese linaje.

Y con todo el debido respeto a Howard del Magic, un tipo simpático con un gran juego, la liga no tiene a nadie como Shaq. Kobe nos ha dado algo de lo que se perdió con la partida de Jordan, y LeBron nos dio algo del estilo de Magic. Pero no hay ningún facsímil de Shaq, ningún grandote joven y prodigiosamente talentoso que haga sonar el borde del aro y reduzca a los jugadores de 7 pies con la espalda de cara al aro. Diecinueve años es mucho tiempo para hacer cualquier cosa que requiera tanto aguante físico, y el tiempo de Shaq como jugador de trascendencia ha sido hecho por un minuto o dos.

Pero qué vergüenza si no sabes apreciar su dominio, o darte cuenta de que alguien tan grande, simplemente no puede tener ese tipo de coordinación, atletismo o lectura del juego. Nunca estuve seguro de lo que me impresionó más de él, agarrar un pase globo de Kobe Bryant en lo alto y encestarlo en el último cuarto de un Juego 7 contra los Blazers camino a su primer campeonato, o su break-dance en el suelo girando como un gimnasta.

Lo grandioso sobre Shaquille O'Neal es que si prestases la atención suficiente, no habría necesidad de elegir entre las dos opciones anteriores. Le dio al básquetbol y a la cultura deportiva una combinación de habilidades y sensibilidades que nadie ha ensamblado con tanto éxito.

Michael Wilbon es un destacado columnista de ESPN.com y ESPNChicago.com. Es co-anfitrión de "Pardon the Interruption" de ESPN, y aparece en "NBA Sunday Countdown", el show antes del partido por la cadena ABC, además de ESPN. Wilbon recientemente concluyó tres décadas con el Washington Post, donde se ganó una reputación como uno de los periodistas deportivos más respetados de la nación

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