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Aguantando la depresión

Milan se dio el gusto de festejar su 18º Scudetto en el estadio Giuseppe Meazza. Y será el faro en Europa AP

ROMA - Italia es un país fantástico, así como de fábula son también los italianos. "Un pueblo de poetas, de artistas, de héroes, de santos, de pensadores, de científicos, de navegadores y de transmigradores": esto se puede leer en el Palacio de la Civilización Italiana en Roma, el famoso "Coliseo Cuadrado".

Una frase que describe con extrema fidelidad las características del pueblo de la península mediterránea que, con casi tres mil años de maravillosa historia, siempre estuvo (y probablemente siempre estará) en el centro de la civilización y de la cultura mundial.

Sin embargo, como cada quien, también el italiano tiene sus defectos que, para colmo, son enfatizados por la presunción y la arrogancia que derivan (paradójicamente) de su inmensa historia y cultura.

Es complicado explicar a alguien que no vive y que nunca vivió en este delicioso país, el porqué en Italia se lo quiere controlar todo, el porqué hasta en un espectáculo deportivo cada cosa debe poder ser manipulada.

Para explicarlo con palabras simples, el italiano se creé superior al caso y al destino (a veces es difícil negarle la razón en ese ámbito) y, por ese motivo, organiza las cosas de manera que, en caso de necesidad o de ganas, todo pueda ser decidido y construido por quien "dirige la escena".

En este marco social y cultural, en los últimos cinco años el fútbol italiano, el deporte "príncipe" en el mundo y en Italia, que debería ser un ejemplo de honestidad y lealtad, vivió dos escándalos terribles, tanto en la Serie A, cuanto en las categorías menores.

Este es un momento muy duro para el Calcio, que representa (esperemos) el ápice en un clímax descendiente que viene desde hace años, en los que el fútbol italiano perdió mucho de su prestigio, como resulta evidente en los resultados internacionales.

Sin embargo, como se demostrará con la fuerza ineluctable de los números y de los hechos, Italia enfrenta su "medioevo futbolístico" con un aguante que ningún otro país supo mostrar en sus respectivos momentos de dificultad.

En efecto, a pesar de su desorganización, de los problemas estructurales y económicos y de la manipulación que hacen parte de este país, el Calcio sigue obteniendo buenos resultados, que le permiten amortizar los problemas, para caer parado y listo para un nuevo comienzo.

EL CIERRE DEL SIGLO VEINTE
Para hacerse una idea del aguante del Calcio a su momento de dificultad y, sobre todo, para cuantificar de manera adecuada esta crisis, hay que cumplir inevitablemente un paso hacia atrás y estudiar un poquito como terminó el siglo pasado.

Como año de inicio para este "estudio" fue elegido el 1989, simplemente por el hecho de que, desde el punto de vista del fútbol italiano, ese año selló la gran elevación de lo equipos italianos en el marco internacional.

En efecto, en ese año Nápoli y Milan levantaron respectivamente la Copa UEFA y la Copa de Campeones (ahora Europa League y Champions League), llevando a Italia en el escalón más alto del continente.

Lo mismo pasó el año siguiente, el 1990, cuando otra vez más el Diávolo conquistó el más prestigioso trofeo europeo para clubes, mientras que Juventus ganó en el torneo menor, por encima en una final toda italiana contra Fiorentina.

De ese paso, contando hasta el 1999, en once años de torneos y competencias el Calcio levantó nada menos que 12 copas, con 8 victorias en UEFA y 4 en Champions League.

Lo que más impresiona no es tanto la cantidad de triunfos, pero los resultados generales: en efecto, en esos años el fútbol italiano logró poner, entre las dos competiciones, 54 equipos en dieciseisavos de final, 45 en octavos, 38 en cuartos, 27 en semifinal y nada menos que 23 en final.

Para entender la grandeza de estos números es inevitable la comparación con las otras ligas: en el mismo período de referencia, el fútbol español se coronó campeón sólo dos veces, ambas en Champions League, y vio 46 equipos en dieciseisavos, 33 en octavos, 18 en cuartos, 9 en semis y sólo 3 en final. Su actuación fue pésima sobre todo en Copa UEFA, en donde no disputó ni siquiera una final.

Inglaterra hasta estuvo peor, con apenas una victoria, la de Manchester United sobre Bayern Munich en tiempo de descuento en el 1999 en Champions League, y los siguientes números (respectivamente a los turnos ya mencionados): 28, 17, 7, 2 y 1.

Números hasta peores que los del fútbol francés, que contó con 40 representantes en dieciseisavos, para seguir en la escala descendiente con 30, 19, 12 y 4 finalistas, logrando vencer una Champions League.

La Bundesliga, por su parte, ganó una sola copa de Campeones en esos once años, pero mejoró los números de la Liga gracias a la UEFA, conquistada en dos ocasiones: en total, se contaron 58 participantes alemanes a los dieciseisavos, 42 a los octavos, 28 a los cuartos, 17 en semifinal y 6 en final.

Mientras los números de aquellos años de Alemania, España y Francia se parecen bastante, los de Italia son extremadamente superiores e incomparables, así como son muy inferiores los de Inglaterra, que vivió en esa "década" probablemente su peor periodo en la historia.

EL NUEVO MILENIO
Todos éstos números son de fundamental importancia para darle una medida a la crisis del Calcio, pero también para poner en relación el actual momento de dificultad del fútbol italiano con los pasados momentos de debilidad de los otros países.

Para hacer esto, se precisan los datos del actual milenio, con 12 años en la cuenta. Calculando siempre la fórmula en la que primero se ponen los participantes a los dieciseisavos (o a los Grupos), luego a los octavos, después a los cuartos y a las semifinales y, en fin, los finalistas, listaremos de seguido los números de las cinco ligas de las que hablamos antes:
Italia: 69, 53, 23, 12 y 5, con tres triunfos (todos en Champions League).
España: 84, 63, 41, 25 y 13, con cinco victorias en Champions League y cuatro en Europa League.
Inglaterra: 71, 59, 40, 23 y 11; dos Champions y otras tantas Copas UEFA levantadas.
Francia: 66, 40, 10, 4 y 2 finalistas. Ningún trofeo ganado.
Alemania: 71, 42, 22, 13 y 5 cuadros en final, con el Bayern Munich como único campeón alemán, en la Champions League del 2001.

Todos estos datos pueden producir muchas consideraciones, como por ejemplo que, a pesar del cambio de reglas y de la gran cantidad de equipos que empezaron a disputar las competiciones europeas, ninguna liga logró sumar los números impresionantes con los que el Calcio dominó en los años noventa.

Sin embargo, lo que nos interesa mayormente en este momento es el análisis de la crisis del Calcio, totalmente evidente en los datos y bastante preocupante.
En efecto, si bien el fútbol italiano, gracias a las nuevas reglas, pudo contar con diez equipos más en dieciseisavos (o en la fase de Grupos), en los doce años del nuevo milenio se logró mejorar solamente el número de clasificados a dieciseisavos y a octavos, respectivamente con 69 y 53 respecto a los 54 y 45 que se contaban en los once años que cerraron el siglo pasado.

Por el resto, se cuentan 15 equipos menos clasificados a los cuartos de final, otros tantos no llegaron a semifinales y hasta son 18 los finalistas en menos. La cuenta de los trofeos levantados es aún más triste, con 9 victorias menos respecto a los 12 triunfos de los años noventa.

El problema principal está en lo mal que se está haciendo en la actual Europa League, competición en la que el Calcio nunca pudo poner un propio representante en final en este milenio, con apenas cinco equipos que alcanzaron las semifinales.

En Champions los datos son más aceptables y, en realidad, son hasta positivos, si no se tiene en cuenta de que ahora son muchos más los equipos que juegan la mayor competición continental para clubes, respecto al siglo pasado.

De todas maneras, tres triunfos en doce años, más dos finalistas perdedores, son números aceptables, inferiores a los obtenidos entre el 1989 y el 1999 únicamente porque lo que se hizo en aquellos años fue realmente increíble.

LO DICEN LOS NÚMEROS
Después de todos estos números y alguna consideración menor, llegó la hora de darle un sentido a todos éstos datos.

Es evidente que el fútbol italiano pasa por un momento complicado, del que difícilmente podrá salir si el país no se despertará y no se adecuará a las nuevas necesidades de la "empresa del fútbol", por ejemplo construyendo canchas de propiedad, con un estudio más atento de la imagen y muchos otros factores en los que Inglaterra, en este momento, es un modelo para seguir.

Sin embargo, el carácter y los maravillosos recursos de los italianos hicieron que, en fin de cuentas, el periodo de crisis fuera muy bien amortizado: en efecto, en su actual momento de crisis el Calcio sumó números muy parecidos a los que todas las otras ligas sumaron al final del siglo pasado, con la diferencia que levantó nada menos que tres Copas de Campeones.

Los números dicen claramente que ningún país obtuvo en los años noventa los resultados que Italia cosechó en el nuevo milenio, a pesar de que, en aquel entonces, sólo los cuadros italianos parecían dar pelea sobre todos los frentes, mientras que ahora las cinco federaciones (más algunos de otras que no nombramos, como la holandesa o la portuguesa) cuentan con equipos de excelente nivel, lo que aumentó sin dudas el coeficiente de dificultad de la competición.

La crisis es innegable, pero como demostró también el triunfo en el Mundial del 2006, Italia y los italianos aguantan como ninguno y, dificultades o no, saben siempre salir a ganar y siempre están ahí, para darle pelea a cualquiera.

Claro, no hay que conformarse con eso y, al revés, hay que trabajar mucho para mejorar, sobre todo para ayudar a los equipos de medio-alto nivel, los cuales parecen más interesados a meterse en Champions que a lucirse en Europa League.

Esta actitud le costó un puesto para la Champions League al Calcio, lo que significa perder prestigio y dinero. Dos factores que servirían, en cambio, para regresar a los niveles pasados.

Pero Italia, con todos sus problemas, podrá basar su recuperación en la fuerza de voluntad y en el aguante que, hasta ahora, le permitieron seguir ganando en un momento en el que, con toda probabilidad, cualquier otro país se hubiera ido a pique.

Le tenemos fe al Calcio, así como siempre le tuvimos fe a Italia. Con la esperanza de ver un nuevo renacimiento y no otra caída del Imperio.