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Banderas en mi corazón

SANTA FE (Enviado especial) -- Les propongo un ejercicio: olvidar el resultado final del cruce Argentina-Uruguay. Sí, es difícil no asociar este partido con el penal fallado por Carlos Tevez, o con las múltiples faltas cometidas por el equipo local cerca de su propia área, o con la expulsión de Javier Mascherano, o con las ocasiones desperdiciadas. El resultado condiciona todo análisis, pero hay algo muy importante que sucedió en Santa Fe y que poco tiene que ver con la resolución de una tanda de penales.

Esta ciudad hace pocos días le dedicó al Seleccionado nacional uno de los abucheos más resonantes que se recuerden. Todo el estadio Brigadier General Estanislao López repudió a un equipo que defraudó y estuvo a punto de perder contra Colombia en la primera fase. Uno de los blancos de esos insultos fue el mejor jugador del planeta: Lionel Messi. El Diez argentino no jugó bien, como el resto de sus compañeros, y debió soportar el desprecio de su provincia natal.

El destino que es criollazo, justiciero y vengador quiso que Argentina volviera a ese terreno que había sido hostil. La ubicación final en el grupo 1 de la Copa América llevó una vez más al anfitrión a Santa Fe, cuando todo estaba dado para que disputara los cuartos de final en Córdoba. En esa capital algo había cambiado. La ciudad entendió que se había equivocado, sino con todo el equipo, al menos con uno de sus integrantes, el más importante. Todo Santa Fe le pidió perdón a Messi antes, durante y después del partido.

Se esperaba un cambio en la actitud del público por lo que se respiraba en los momentos previos al juego ante Uruguay. Ya no había rencor y la gran mayoría de los santafesinos estaba ansiosa por volver ver y esta vez disfrutar al crack del Barcelona. Sin embargo, lo ocurrido en el Cementerio de los elefantes fue mucho más importante que ese simple pedido de disculpas esperado. Decenas de banderas y cantitos constantes sirvieron para demostrarle amor incondicional al nuevo jugador del pueblo. Como nunca desde que juega en la Selección, Leo fue tratado como un ídolo. Donde antes había sido maltratado ahora era adorado como nunca en su país.

"Perdonalos, no saben lo que dicen", rezaba una de las banderas ubicadas en lo alto de la platea. "Vine por vos, hacelo por mí", decía otra. "El mejor del mundo", reclamaba una más. Todo el estadio estaba embanderado con mensajes de aliento para el nuevo héroe. Y él, durante el partido, agradeció ese reconocimiento de la manera que mejor sabe, jugando al fútbol.

Messi fue la gran figura del equipo en este campeonato. Frente a Uruguay lideró cada ataque y desde sus pies nacieron y crecieron las mejores jugadas del equipo de Batista. Comenzó parado en la derecha y desde allí volvió loco a Martín Cáceres, su ex compañero del Barça que casi nunca pudo detenerlo. En algunos pasajes del encuentro se tiró hacia el medio para encontrarse con Gago o Pastore. En esa zona lo sufrió Arévalo Ríos. Casi siempre intentó crear juego, pero también llegó a posición de gol, como en el tiempo suplementario cuando el gran Muslera le ahogó el festejo.

Con fútbol, la figura argentina le devolvió al público ese amor que le había profesado en la previa, cuando salió a hacer el calentamiento y bajó desde las tribunas el "Olé olé olé olé, Messi, Messi" o cuando iba a patear un córner y cientos de flashes retrataban su imagen como si fuera un modelo publicitario.

Él entendió el pedido que llegó desde otra bandera: "Dale que sos Messi". Debía hacerse cargo del equipo porque se ganó esa responsabilidad con años de magia y la gente sólo le otorga esa importancia a quienes son dignos de ella.

"Gracias por ser argentino" fue otras de las frases que se leyó en el emblema nacional. Lionel Messi decidió un día ser argentino, algo que nunca tuvo que hacer ningún otro futbolista. Y de una vez por todas, la hinchada le agradece esa decisión. Cuando era un juvenil, el crack del Barça escogió su patria de nacimiento por sobre el país que le abrió las puertas cuando el suyo se las cerró. Él dijo "juego para Argentina" y España se quedó con las ganas. Quien ose decir que Messi no quiere a la Selección que primero recuerde este dato irrefutable.

La última, la más importante, la que está cargada de contenido, tiene su lugar en el final. "Gracias por tanto, perdón por tan poco". Esta frase resume todo lo que se vivió durante estos días en Santa Fe. Es una autocrítica por parte del pueblo soberano, y también es el agradecimiento a un hombre que sólo habla en la cancha, que no se hace notar en los medios, que no "vende" su imagen. Messi es el fútbol en estado puro, sin todo lo demás que rodea a este deporte-negocio en el postmodernismo.

Nadie olvidará la temprana eliminación de la Copa América a manos de Uruguay. Eso será lo que quedará en la historia. Sin embargo, es una obligación mirar más allá de los simples números y entender que este campeonato puede marcar una nueva era en la relación de Messi con los argentinos. La hinchada demostró que sabe más de lo que muchos quieren hacer creer y le rindió pleitesía a un futbolista que semana a semana sorprende al mundo entero.

Hoy, en su país, la gente le brindó su amor a Lionel Messi. Como rezaba otra bandera con una frase que también es nacional: "Santa Fe te ama".

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