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BUENOS AIRES -- Así es el fútbol. Muchas veces injusto, no entiende de merecimientos. Venezuela jugó su mejor partido en la Copa América 2011 y Paraguay se quedó con la eliminatoria. Más allá de la derrota, el equipo de César Farías abandonó Mendoza con la frente en alto. Y no es para menos... 23 guerreros unieron a todo un país, confirmaron su buen presente y dejaron gratas sensaciones para lo que viene.

"No aceptamos un irrespeto más, lo vamos a pelear a sangre y fuego. Venezuela merece respeto", expresó Farías, claramente emocionado, tras la derrota con Paraguay en el Malvinas Argentinas. Y no es un pensamiento individual, es un sentir colectivo. Casi todos los jugadores han tocado el tema de "la cenicienta" en su contacto con los medios. Esta selección pide respeto... Y, si a ver vamos, se lo ha ganado.

Chile fue un duro rival en cuartos de final. La Vinotinto no jugó su mejor partido, pero tuvo oficio y personalidad. Vizcarrondo adelantó a los criollos, Suazo puso el 1-1 parcial y Cichero definió la contienda sobre el final. En San Juan, ante miles de chilenos, Venezuela tuvo la suerte de su lado. Valdivia y Alexis Sánchez pudieron haber cambiado la historia en el arranque del segundo tiempo.

Sin embargo, la pelota no quiso entrar. Por capricho, tal vez, o simplemente porque así lo quiso el destino. Los criollos le pusieron el pecho a la presión y se metieron por primera vez a semifinales de una Copa América. En el camino quedó Tomás Rincón, motor de esta selección, por una justa expulsión.

Con el recuerdo fresco del 3-3 conseguido en Salta, Venezuela se trasladó a Mendoza para medirse nuevamente a Paraguay. Farías, como acostumbra, hizo varios cambios en el 11 titular y poco se le puede reprochar. Sorprendió, sobre todo, lo de Alejandro Moreno, pero el DT lo vio con confianza y decidió darle una oportunidad. Di Giorgi le ganó la pulseada a Seijas y fue el encargado de reemplazar a Rincón en mitad de cancha. Rondón fue titular por tercera vez en el torneo y no salió hasta el final.

El partido fue parejo desde el arranque. Paraguay buscó primero, pero Renny Vega estuvo a la altura de las circunstancias. Venezuela se acomodó y estuvo muy cerca de tomar ventaja en el marcador. Moreno estrelló un cabezazo en el travesaño y el árbitro anuló un gol de Vizcarrondo por fuera de juego de Salomón. La Vinotinto fue de menos a más, con garra y personalidad. Paraguay propuso poco y nada, como en casi todos sus partidos de la Copa América.

Grenddy Perozo sufrió un golpe antes del entretiempo y no pudo regresar. Tras el partido se confirmó que sufrió una fractura en su pie izquierdo. Con el 0-0, Venezuela y Paraguay se fueron al alargue. Farías metió antes a Miku y Maldonado, dejando también a Salomón... El equipo de Martino estaba para el cachetazo y la Vinotinto fue a buscar la victoria. Pero la pelota no quiso entrar. Fedor la mandó al palo izquierdo de Villar tras una gran jugada de Giancarlo. Poco después, Juan Arango -desgarrado- también se estrelló con uno de los palos tras un gran remate de tiro libre.

Paraguay se quedó con 10 jugadores tras una fuerte entrada de Santana sobre Rondón. Y debió haberse quedado con nueve poco después, cuando Verón golpeó sin pelota a Nicolás Fedor. El árbitro se lavó las manos y solucionó el tema con la cartulina amarilla. Ojalá hubiesen aplicado el mismo criterio en la jugada de Valdivia y Tomás Rincón.

Injustamente, el partido terminó 0-0. Paraguay durmió la pelota, hizo tiempo y consiguió su objetivo. Y es que no tenían otra forma. Había un solo equipo en la cancha, se quedaron sin piernas y el gol de Venezuela estaba cada vez más cerca. Franklin Lucena falló desde los 12 pasos y el equipo de Martino se metió a la final sin habar ganado un solo partido en todo el torneo. Ambas delegaciones terminaron a los golpes. La calentura, la desazón y el festejo desaforado de un injusto ganador tuvieron mucho que ver. Sin embargo, ambos coincidieron en que la historia terminó en la cancha.

Así es el fútbol... La Vinotinto cayó invicta y definirá el sábado en La Plata con Perú quién se queda con el tercer puesto. Pase lo que pase, lo hecho hasta el momento ya se aseguró un lugar en las páginas doradas del fútbol venezolano. Reconocimiento al trabajo de César Farías, a la entrega de los jugadores y un agradecimiento especial a todas las personas que enderezaron el rumbo de nuestro fútbol.

No es tiempo de triunfalismos, ni críticas desmesuradas. Venezuela se va satisfecha pero con la sensación de que se pudo haber llegado a la final. Lo que viene promete ser mejor.

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