<
>

Con terreno para crecer

BUENOS AIRES -- Argentina se despidió de su gira previa rumbo a Mar del Plata con un triunfo ante Venezuela por 77-73 en el Luna Park.

La cancha explotó de gente. Las figuras, a excepción de Fabricio Oberto y Andrés Nocioni - quienes rotaron dentro de la estructura de cambios diseñada por Julio Lamas-, estuvieron todas.

Sin embargo, el brillo quedará para más adelante.

El equipo de las grandes figuras no jugó bien. Ganó, es cierto, pero a veces ganar sin jugar bien -algo que puede servirle a muchos equipos- queda corto para un grupo que ha hecho del triunfo recurrente una marca registrada.

"Mal partido hoy, pero sirve mucho. No hay más amistoso... Solo queda el preolimpico, ya estoy ansioso", expresó Luis Scola, el mejor jugador argentino, en su cuenta de Twitter segundos después de haber terminado el juego ante la Vinotinto.

Repasemos: en Córdoba, Argentina ganó 106-53. En Rosario, fue triunfo 90-73. En Buenos Aires, la distancia se hizo mucho más corta: pese a tener una ventaja de 21 puntos en el tercer cuarto, terminó cerrando por sólo cuatro puntos de diferencia en el marcador final (77-73).

¿Mejoró Venezuela? ¿Empeoró Argentina? Lo primero puede ser cierto, porque el equipo de Eric Musselman luce mucho más cohesionado que en una primera instancia de preparación. Lo segundo es cuestionable, porque Lamas utilizó el partido para mover diferentes piezas, buscar variantes, alineaciones, buscando encontrar química con quintetos alternativos en cancha.

Un ejemplo claro de esto fue la defensa zonal matchup en el arranque del juego, que deberá mejorar mucho los cortes desde la línea de libres si no quiere sufrir en el Polideportivo. Otro ejemplo los equipos formados por jugadores casi perimetrales para correr. O la modificación constante de bases para saber qué cerebro puede sacar más de cada compañero.

Repetimos: Argentina no jugó nada bien, pero es, como dice Scola, un partido que sirve. Por afrontarlo con seriedad, pensando en lo que viene para evitar concentrarse en el presente inmediato. Por entender que se debe calibrar la mira y disparar cuando realmente hace falta. Por corregir errores a tiempo, porque todos sabemos que este grupo de jugadores es muy distinto cuando juega por los puntos.

En esta oportunidad, con dos cortes por resolver -Lamas dará la lista final el sábado por la mañana- presentamos un uno por uno para saber en qué situación se encuentra cada jugador y qué debe mejorar de cara a la cita de selecciones.

Pablo Prigioni, base: se lo vio muy preciso con el lanzamiento desde la tercera dimensión, sobre todo cuando el juego en parejas con Scola hacía que el gigante se llevara los doblajes a la zona del poste bajo. Aprovechó muy bien las descargas, pero le costó un poco abrir posibilidades para el resto de sus compañeros. Está claro que irá creciendo con el correr de los juegos, hay una lógica imperante con Prigioni desde hace años en la selección: a medida que Luifa crece, él se hace mucho mejor. Los años en Tau Cerámica provocaron esta simbiosis tan exitosa para Argentina.

Pepe Sánchez, base: nadie duda acerca de su visión extraordinaria para pasar el balón, pero por momentos cayó en algunas imprecisiones en el partido ante Venezuela, producto de su indecisión para tirar. Mostró una gran defensa y capacidad para encontrar siempre al compañero encendido. Si Prigioni tiene la sociedad con Scola, Pepe la tiene con Manu Ginóbili. Es un jugador fundamental de este equipo, sobre todo porque le da tranquilidad a sus compañeros y, cuando está en cancha, hace las veces de catalizador para que el resto exprese su mejor cara. Llega en buenas condiciones para darle minutos de descanso al base del Caja Laboral.

Juan Pablo Figueroa, base: la defensa es la clave de su juego. Asfixiante, veloz, enérgico, le da al equipo vértigo sin la pelota cuando le toca entrar. Lamentablemente no tuvo una buena noche ante Venezuela, y su falta de experiencia lo pone como una de las posibles cartas de cambio de Lamas a la hora de decidir sus cortes. La pregunta para Figueroa es simple: ¿Lamas llevará dos o tres bases? Si se inclina por lo primero, sus chances de ir a Mar del Plata son pocas. Sólo tener más control desde el puesto de uno le puede dar la derecha, pero... recordemos que tanto Manu como Carlos Delfino también pueden trasladar.

Manu Ginobili, escolta: la gente en el Luna Park pagó la entrada para verlo a él. Cada vez que tocaba la pelota se gestaba el murmullo que sólo generan los que son grandes en serio. La calma antes de la tormenta. Manu será mucho mejor en el Preolímpico que lo que vimos esta noche ante Venezuela. Hoy se lo vio impreciso en posesiones que generalmente resuelve bien. Tampoco estuvo bien con el aro, pero no hay que desesperar: Ginóbili siempre hace lo mismo, trabaja donde está flojo y deja todo su poder cuando realmente vale. Es decir, por los puntos.

Paolo Quinteros, escolta: el juego de Paolo es intermitente en Argentina. Es un triplero por naturaleza y uno de los pocos jugadores que pueden anotar a distancia en transición, casi continuando el pase de recepción. De todos modos, este jueves formó parte del cúmulo de notables que salió a la cancha con la pólvora mojada. Si alguno piensa que Lamas lo puede dejar afuera, está equivocado: lo conoce demasiado como para ponerlo en tela de juicio a esta altura. Si no sufre ningún contratiempo físico, estará en MDQ.

Carlos Delfino, alero: uno de los pocos que tuvo la mano intacta para lanzar desde detrás del arco. Delfino es una garantía de confianza, aunque rara vez se lo pudo ver en cancha junto a Ginóbili -producto de las pruebas de Lamas-, lo que significaría un dúo de superhéroes con armas muy, muy filosas. Técnicamente, es un jugador perfecto, que aporta soluciones en los dos costados de la cancha. Cuando el equipo se aceite, veremos su mejor cara. Por ahora cumple, pero es de esos hombres que necesita que el resto lo contagie para ser verdaderamente peligroso. Va por buen camino.

Hernán Jasen, alero: ante Venezuela, tuvo una actuación gris. De todos modos, es uno de esos jugadores que hacen un poco de todo y lo hacen bien. Todavía no aparecieron los triples de Jasen, pero su cuota de revancha puede llegar, tranquilamente, en el Preolímpico. Viene de sufrir un corte en el labio profundo que le impidió viajar a Uruguay para jugar uno de los choques amistosos. Estará seguro en Mar del Plata y es una fija que tendrá varios minutos para desplegar su talento.

Andres Nocioni, alero: no jugó ante Venezuela como parte de la rotación, y la verdad es que se notó mucho. De los titulares que utiliza frecuentemente Lamas, Nocioni es el jugador que está en el nivel más alto. Ha jugado de tres y, con Fabricio Oberto entre algodones, también se mueve como un cuatro pequeño. Es el alma máter del equipo y el corazón que contagia a propios y extraños. La gente en el Luna Park se quedó con ganas de verlo, pero no de animarlo: en la presentación olímpica, todos los gritos de aliento apuntaron a su persona. No existen las casualidades.

Luis Scola, ala-pivote: se llevó los aplausos en el cierre del juego por su entrega, combinada con su talento habitual. Aún debe crecer en ritmo, sobre todo por la intervención en su rodilla que le hizo perder el primer tiempo de preparación, y se nota que está un cambio detrás de su salto notable a las ayudas en las cortinas. Nadie duda que es un jugador de inmensa jerarquía, la referencia en la pintura, pero puede dar mucho más, sobre todo con sus lanzamientos de media distancia. Un punto a mejorar es el bloqueo defensivo: en la preparación se confió por su tamaño y perdió rebotes a manos de los internos rivales. Seguramente veamos su mejor mejor versión en Mar del Plata.

Leonardo Mainoldi, ala-pivote: aún no encuentra su lugar en la selección, sobre todo porque es un ala-pivote que juega por fuera de la llave, casi como un alero pequeño, y le cuesta convertir con la asiduidad con la que lo hace en ACB. Su fortaleza, que son los tiros externos, es algo que es común en jugadores como Nocioni, Delfino, Jasen, Quinteros o Ginóbili. En un equipo plagado de individualidades de lujo, sus habilidades pierden algo de poder. Es uno de los jugadores en duda de cara al corte final.

Federico Kammerichs, ala-pivote: fue de menos a más en la preparación, y en el partido ante Venezuela, se lo vio enérgico, batallador, llegando rápido a las ayudas y ayudando en el rebote en los dos tableros. Aún no se vio la versión del Kammerichs anotador a distancia, pero esta selección, la de los dorados, no necesita eso: requiere al Yacaré en el plano de interno natural, dándole descanso a Scola y ayudando a cualquiera de los centros que le toque estar en cancha. El partido del jueves puede haber sido su primer paso hacia el despegue.

Juan Gutiérrez, ala-pivote: tenía razón cuando decidió volcar su carrera hacia la Liga Nacional. El año que pasó le dio roce, confianza y minutos. Ha sido uno de los jugadores más importantes de Argentina en los últimos dos juegos de preparación y se nota que sabe aprovechar sus minutos. Tiene buen juego de espaldas, un lanzamiento preciso de corta distancia y suma mucho en el apartado rebotero. Se lo nota enchufado, en el mejor momento de su carrera. No es poco no desentonar cuando le toca jugar al lado de los NBA.

Martín Leiva, centro: está claro que no es un jugador destinado a hacer 20 puntos por partido, pero puede darle al equipo soluciones en centímetros, sobre todo si se tiene en cuenta que Oberto viene con una lesión de arrastre. Es un interno defensivo por naturaleza, que toma rebotes y se las arregla bastante bien para defender el poste. Todavía le falta entrar en sintonía con los perimetrales de lujo de Argentina. Debe controlar su voluntad en cada cortina, porque está siempre al medio foul.

Fabricio Oberto, centro: la buena noticia es que Oberto, quien se recupera de una lesión muscular en su pierna izquierda, ya hizo básquetbol con el resto de sus compañeros. Se lo vio motivado y contento, por lo que su presencia en Mar del Plata es casi un hecho. Llegará falto de ritmo, pero se lo puede esperar: todos sabemos lo que el centro de Las Varillas le dio y le puede dar a este equipo.