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Una versión mejorada

Arroyo es puro vértigo, pero junto a Barea presionan y hacen un buen balance defensivo Gentileza FIBA Américas Mar del Plata 2011

MAR DEL PLATA -- Los grandes equipos de todos los deportes se han construido, históricamente, de atrás para delante.

La vieja escuela del básquetbol puertorriqueño era una de las excepciones a la regla. Si el rival anotaba 100 puntos, el equipo boricua apuntaba a marcar 110. Si el rival se robustecía sin la pelota, Puerto Rico era lastimar en el vértigo, picante, agresivo, con lanzamientos a la carrera y una política de showtime tan atractiva como peligrosa.

Con la llegada de Flor Meléndez en el cargo, mas el nutrido grupo de asistentes que camina a la par del veterano entrenador, la historia en la isla parece haber cambiado para bien. A la velocidad agresiva de sus armadores NBA (Carlos Arroyo y José Juan Barea), se le ha sumado una puerta blindada con quince candados cuando el equipo retrocede.

Puerto Rico ha batido fuerte y ha conseguido llevar adelante una receta que tiene ingredientes de básquetbol FIBA y NBA. Sus jugadores, contagiados por una idea de básquetbol de bien común, utilizan todas las variantes que se presentan, pero siempre leyendo bien lo que tienen en el frente.

El propósito de este análisis es desnudar al equipo boricua en los dos costados de la cancha. Es por eso que iremos, punto por punto, desmenuzando lo que ha sucedido y lo que puede suceder con uno de los candidatos al boleto directo hacia Londres 2012.

EN ATAQUE

Flor Meléndez ha sacrificado sus ideales en función de las estrellas que tiene en cancha. Teniendo a Barea y Arroyo en el mismo equipo, la idea fue iniciar con ese doble-base transformando al armador de los Mavericks en escolta, dejando a Arroyo como el cerebro veterano.

Los dos bases se han complementado realmente bien, sobre todo a la hora de lanzar y abrir las defensas. Arroyo ha tomado el protagonismo más importante de este equipo -siempre ha sucedido así- pero se ha sentido más cómodo aún producto de las distracciones que se lleva Barea con su talento.

El resto de los jugadores le permiten a Puerto Rico ser un equipo flexible, que genera preocupaciones desde todos los costados. Ricky Sánchez es un alero de 2.11m que puede jugar fuera del perímetro pero también hundirse si es que la situación lo requiere.

Alejandro 'Bimbo' Carmona le ha dado mucho a Puerto Rico en el equilibrio y jugadores como Alex Galindo, Javier Mojica o Andrés Rodríguez son, además de Sánchez y la dupla de armadores estrella, una verdadera amenaza desde detrás del arco. Esta posibilidad permite que Puerto Rico abra mucho la cancha en ofensiva estacionada, aunque por momentos, ante equipos grandes de estatura, puede sufrir por tener sólo a Daniel Santiago como centro de atención.

Un punto notable es la posibilidad de jugar pick and roll con cualquiera de los dos bases. Tanto Arroyo como Barea pueden tener un interno cortinando que les permita ir hasta el aro con velocidad -son especialistas en este sentido- buscar una descarga o lanzar desde afuera con sólo un pique de gasto. Un dato para observar aquí: el pase anterior a la asistencia. En el pick and roll, Puerto Rico hace que el armador se hunda con dribbling y en vez de buscar al interno que cortina y gira, busque al jugador que se ubica libre en la línea de tres puntos, si es que su defensor se hundió para ayudar. Si ese jugador fuera del arco está marcado, se convierte, al recibir, en el pase obligado hacia el jugador libre en una esquina, porque la ayuda a la primera jugada de pick and roll con el base llegará desde el lado fuerte o, para que suceda este último caso, desde el lado débil.

Con francotiradores especialistas, no queda otra que utilizar la frase del coach Carlos Morales: "Escoge tu veneno".

Pensemos ahora a este equipo en condición de volar. Todos los jugadores puertorriqueños corren la cancha a la perfección, incluyendo a los internos, que tienen la versatilidad para llegar como trailer de las ofensivas sin problema. Los perimetrales se abren y permiten la llegada de un interno por la calle del centro para terminar en bandeja. No es casualidad que ante Venezuela, Puerto Rico ganó 20-4 en puntos en transición.

EN DEFENSA

Para poder correr, primero hay que tener la pelota. Suena a obviedad, pero muchas veces los equipos se construyen para ser atléticos sin tener este concepto grabado a fuego.

Puerto Rico ha cambiado, principalmente, en este aspecto. Defiende tan intenso que puede asfixiar a cualquier armador de elite que se presente enfrente.

Contra Venezuela, vimos una presión 2-1 sobre los armadores -Greivis Vásquez y David Cubillán- en cada oportunidad en la que iban hacia los costados, con la intención primaria de que no tengan el eje de cancha libre para atacar desde el frente.

Contra Argentina, vimos una zona matchup 1-2-2, que por momentos fue 2-3, presionando sobre los perimetrales -sobre todo Pablo Prigioni- para que no puedan funcionar como catalizadores de sus compañeros.

Esta combinación de defensas bien ejecutadas es lo que le da la posibilidad a los puertorriqueños de tomar los rebotes para salir disparados en ofensiva. La defensa zonal asfixiante les permite dificultar los lanzamientos del rival y robustecerse en la llave para tener más personas en la carga del rebote. Un ejemplo claro fue la diferencia en el goleo con Venezuela en la pintura: dominaron ese apartado 38-22, con 18 puntos de Santiago.

Este equipo, además de todo lo mencionado anteriormente, es profundo. Si un jugador se carga de faltas o no está haciendo lo que corresponde para que su equipo marque diferencias, sale. La promesa, que a veces se cumple, es la del básquetbol del bien común. Si se juega con una sola pelota... ¿Por qué no distribuirla entre todas las partes?

La defensa ha encontrado dos especialistas en el perímetro. Uno de ellos es Javier Mojica, que el lunes casi sacó de la cancha a Vásquez, la estrella venezolana. El otro es Andrés Rodríguez, que no sólo ha jugado a gran nivel en defensa, sino que ha dado soluciones en ataque.

Renaldo Balkman, pese a las ingenuidades de las que toma parte a veces, como por ejemplo la pelea que inició ante Vásquez con 23 puntos adelante en el marcador en el último cuarto, también aporta su granito de arena en la defensa de la pintura.

¿HACIA DÓNDE VA?

El panorama luce alentador para Puerto Rico. Deberá enfrentar el martes a Canadá, el miércoles a Dominicana y el jueves a Brasil. Sin dudas, los tres compromisos son difíciles, pero la cara de felicidad del entrenador y los asistentes boricuas al terminar el partido con Venezuela, dejan en claro que este equipo va por el buen camino.

"Si logramos defender como lo hicimos ante Venezuela, tendremos muchas chances de ganar los partidos que quedan", señaló José Juan Barea al ser consultado.

"Si tú no defiendes con Flor, entonces no juegas", dijo Ricky Sánchez.

Defender, defender y defender. Ese parece ser el mensaje de esta versión renovada de Puerto Rico, que tiene como misión final llegar a Londres 2012.