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Robinson Canó: Orgullo dominicano

Aficionados y Fanáticos al "Rey de los Deportes": dentro de la intensidad de una recta final llena de emociones e incógnitas, y aún esperando el desenlace de dos de las más espectaculares y dramáticas caídas en la historia de las Grandes Ligas (Medias Rojas de Boston y Bravos de Atlanta), hicimos una pausa para asistir a la convivencia de Robinson Canó con más de 50 niños de diferentes escuelas de Nueva York, en un evento organizado por ESPN-ESPNDeportes y Major League Baseball, en las instalaciones de la famosa MLB Fan Cave, ubicada en la "Urbe de Hierro".

Acostumbrados a ver a los peloteros desenvolverse en el terreno de juego, en el vestidor, en las conferencias de prensa e incluso en medio de aficionados, de pronto resulta extraño observarlos en un ambiente totalmente diferente, cuando rodeados de niños que preguntan inquietudes sin ningún interés adicional que satisfacer sus incógnitas; finalmente dejan ver ese espíritu infantil que todos llevamos dentro, pero que en el caso de los beisbolistas, en rara ocasión podemos ser testigos de cómo aflora.

Robinson llegó acompañado de su padre y fue precisamente José Canó quien se encargó de dejar en claro a los niños ahí reunidos, que la base del éxito de su hijo ha sido siempre el trabajo de todos los días, el no separarse nunca de su bat y su guante, pero sí mantenerse ajeno a vicios y malas compañías.

Las inquietudes generales giraron en torno al sentimiento de ganar el Home Run Derby al lado de su padre, a la satisfacción que representa vestir el uniforme de los Yankees de Nueva York, a su inclinación para dedicarse al béisbol desde temprana edad y por supuesto, a los momentos gloriosos que ha vivido a lo largo de su carrera profesional en las Grandes Ligas.

Robby contestó con mucha paciencia y a detalle los cuestionamientos de los pequeñitos, que sin lugar a dudas, se "salieron del guión" con algunas preguntas que no hicieron sino esbozar una gran sonrisa en el rostro del intermediarista de los Yankees.

La mayoría de participantes cuentan con raíces dominicanas, pero han crecido en los Estados Unidos e incluso a varios de ellos les resultó más fácil realizar sus preguntas en inglés. Pero el cuestionamiento que más se repitió hacia Robinson giró en torno a ¿cómo fue su infancia viviendo en un país como la República Dominicana?

Así pasaron los minutos. Robby y don José alternaban el micrófono para esclarecer las dudas de los participantes, que fueron desde su platillo favorito, hasta Mariano Rivera y el sentimiento de jugar en Yankee Stadium. El rostro de Canó incluso dibujó asombro cuando uno de los pequeños, ataviado con su atuendo completamente yankee, desde la gorra y hasta su jersey en azul oscuro, tomó la palabra para preguntarle: ¿qué se sentía llevar el nombre de una leyenda?

"¡Qué buena pregunta!" Fue la primera exclamación de Robby, que procedió a explicar con lujo de detalles la responsabilidad que significa el llevar un nombre en honor no solamente a un gran jugador, sino a un precursor del deporte y de la humanidad, gracias a quien se abrieron varias puertas no solo para los afro-americanos, sino también para los latinos y gente de otros países.

Don José haría las delicias de todos los asistentes después, al explicar que en cuanto se enteró que el hijo que venía era varón, no le dejó opción a nadie, pues ya sabía desde antes que su nombre sería Robinson.

El haber nacido en San Pedro de Macorís, fue otro de los temas que generó curiosidad entre los pequeños, y Canó les habló de lo importante que ha sido para su persona el venir del mismo sitio de otras grandes leyendas dominicanas, como Rico Carty, George Bell, Tony Fernández, Pedro Guerrero, Manny Lee, Manny Ramírez, José Offerman, Alfonso Soriano y Sammy Sosa, sólo por mencionar unos cuantos, recordando incluso las grandes fiestas que se organizaban en ese lugar cuando, una vez terminada la temporada de las Grandes Ligas, esos peloteros regresaban para pasar el invierno y eran recibidos por caravanas de aficionados que invadían las calles para darles la bienvenida.

Los minutos se hicieron horas. Los chiquillos salieron a las calles de Nueva York a jugar con Canó y le regalaron dibujos que ellos mismos hicieron, y entre los cuales destacaban siempre los colores azul y rojo. Los colores de la bandera dominicana. Los colores de un país que tiene en Robinson Canó, a uno de sus más dignos representantes. Y conste que esa lista incluye una gran cantidad de nombres de peloteros que han sabido llevar muy en alto el nombre de esa bella isla caribeña.